Woodland Scene 1889-1890 51. 2х36 9 Ivan Ivanovich Shishkin (1832-1898)

Descripción del cuadro "Paisaje forestal" de Ivan Shishkin

En la segunda mitad del siglo XIX, la pintura rusa floreció rápidamente gracias al trabajo de una pléyade de brillantes pintores -peredvizhniki. Más que ningún otro país, los famosos paisajistas rusos -Savrasov, Polenov, Levitan, Aivazovsky y Shishkin- hicieron una contribución especialmente valiosa al desarrollo de las bellas artes.

A pesar de su relativa neutralidad, el género del paisaje, gracias a su gran talento y a su incansable trabajo con la naturaleza, convirtió a Shishkin en un pintor verdaderamente legendario. En palabras del propio Iván Ivanovich, Rusia es un país de paisajes. Su especial sensibilidad nacional y su predilección por las tradiciones épicas del folclore hicieron que Shishkin recibiera el reconocimiento nacional y ocupara un merecido lugar en el mundo de las bellas artes.

Los paisajes de Shishkin se caracterizan por el increíble realismo y la integridad de la imagen, la particular delicadeza y plenitud de la luz y el aire, la actitud increíblemente reverente y estética ante los detalles. Shishkin deja en un segundo plano el rendimiento del color, ya que considera inaceptable exaltar artificialmente el encanto natural y la poesía del sujeto.

El "Paisaje de bosque", creado en 1890, es una de las últimas obras del artista. Recrea el tema favorito de Shishkin: el poderoso bosque de pinos en un soleado día de verano. En primer plano: pequeño estanque, árbol caído en algún lugar a principios de verano porque sus hojas aún están secas, arbusto de flores de pantano. Un poco más lejos se puede ver un puente sobre el arroyo hecho con dos árboles talados y un amplio camino que desciende por la ladera de una pequeña colina. Esta inseparabilidad entre el mundo natural y el ser humano es también un rasgo típico de los paisajes de Shishkin, que en su pintura trató de subrayar la importancia del contacto constante del artista con su entorno materno y nutritivo y su necesidad de los demás.

Aunque no se ven personas en el cuadro, su presencia se puede sentir. Se ven recolectores de setas cruzando el puente con sus cestas, agricultores que regresan del pueblo vecino, niños que corren hacia el recodo más lejano del arroyo para darse un baño. Y ahora, involuntariamente, quieres respirar este aire cálido de pino y el olor de las flores del bosque y sentarte bajo un árbol en la hierba caliente, apoyando la espalda en un tronco rechoncho y resinoso.