Tecnologías de herrería antiguas:
del martillo a la espada
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La herrería es uno de los oficios más antiguos de la humanidad. Durante miles de años, la humanidad ha perfeccionado las técnicas de metalistería, convirtiendo simples piezas en productos complejos y elegantes, cambiando así el curso de la historia.
El desarrollo de la metalurgia está estrechamente ligado a la evolución de las civilizaciones humanas y refleja el progreso técnico, desde las primitivas herramientas de piedra hasta las complejas estructuras y armas metálicas. Los hallazgos arqueológicos nos permiten rastrear la larga trayectoria desde los primeros objetos metálicos hasta las tecnologías altamente desarrolladas para la producción de armas y herramientas.

2 Edad del Cobre y del Bronce
3 Desarrollo de la metalurgia del hierro
4 La evolución de las antiguas herramientas de herrería
5 Técnicas de metalurgia
6 Espadas de la Edad de Bronce
7 Las armas de hierro y la evolución de la herrería
8 Características regionales de la herrería
Los orígenes de la metalurgia
Las primeras evidencias de metalurgia se remontan a la antigüedad. Hallazgos arqueológicos indican que los primeros experimentos con metales comenzaron alrededor del año 8700 a. C. en lo que hoy es Irak, donde se descubrió un colgante de cobre. Sin embargo, la gente ya conocía y utilizaba metales individuales presentes en la naturaleza en estado puro mucho antes del desarrollo de la metalurgia.
El oro puede considerarse el primer metal que el hombre comenzó a procesar. Sus propiedades especiales — malabilidad y plasticidad — permitían trabajarlo sin tecnologías complejas, utilizando únicamente un martillo de piedra y la superficie como yunque. El oro nativo no requería fundición, ya estaba listo para procesar.
Los primeros metales que se procesaron también incluyeron cobre nativo, plata y hierro meteórico. Eran escasos, por lo que los artículos fabricados con ellos eran inicialmente principalmente decorativos y simbolizaban el alto estatus de su propietario. Los artículos de oro más antiguos descubiertos por los arqueólogos datan de hace unos 8000 años.
Metales nativos tempranos
Los primeros metales con los que el hombre trabajó se encontraron en la naturaleza en estado relativamente puro: son los llamados metales nativos. Entre ellos, el oro, la plata, el cobre y el hierro meteórico ocuparon un lugar especial.
El oro se encontraba en forma de pequeñas pepitas en sedimentos fluviales. Su brillante color y brillo atrajeron la atención de los pueblos antiguos. Gracias a su blandura, el oro era fácil de procesar, incluso sin necesidad de calor ni herramientas complejas.
El cobre también se encontraba de forma natural, aunque con menos frecuencia que el oro. Se descubrieron yacimientos de cobre en muchas regiones del mundo, como Oriente Medio, el norte de África, Europa y América. Los objetos de cobre más antiguos datan de alrededor del 8700 a. C.
El hierro meteorítico era un material raro y valioso para las civilizaciones antiguas. Llegó a la Tierra con meteoritos y contenía cantidades significativas de níquel, lo que lo hacía más duro y duradero que el hierro convencional. Los hallazgos de hierro meteorítico suelen asociarse con contextos rituales y ceremoniales, lo que indica la especial importancia de este metal en las sociedades antiguas.
Las primeras tecnologías de procesamiento
Las primeras técnicas de metalistería eran primitivas pero eficaces. Consistían en forja en frío, cincelado, esmerilado y pulido. Estas técnicas permitían transformar piezas de metal nativo en joyas, herramientas sencillas y objetos rituales.
La forja en frío implicaba golpear repetidamente el metal para darle la forma deseada. Sin embargo, la forja en frío endurecía el metal y lo hacía más frágil, un proceso conocido como endurecimiento por acritud. Para continuar trabajando, era necesario calentarlo, recuperando así su ductilidad. Este ciclo de forja en frío y posterior calentamiento se utilizó, por ejemplo, en la elaboración del cobre en la zona del lago Michigan alrededor del 4000-5000 a. C.
Con el desarrollo tecnológico, se dominó la forja en caliente: el procesamiento del metal calentado, que se volvía más dúctil. Este método requería la creación de hornos o forjas especiales capaces de alcanzar altas temperaturas y el uso de dispositivos de protección para trabajar con metal caliente.
Un paso importante fue el descubrimiento de un proceso para reducir metales de los minerales mediante fuego, una técnica conocida como fundición. Este proceso incrementó considerablemente la disponibilidad de metales, especialmente cobre, estaño y plomo, que eran escasos en su forma pura, pero estaban presentes en diversos minerales.
Edad del Cobre y del Bronce
La transición de las herramientas de piedra a las de metal supuso un cambio revolucionario en la historia de la humanidad. El cobre fue el primer metal ampliamente utilizado para fabricar herramientas y armas. Sin embargo, el cobre puro presentaba una desventaja importante: era demasiado blando y se opacaba rápidamente.
Un verdadero avance fue el descubrimiento del bronce, una aleación de cobre y estaño con propiedades mecánicas mucho mejores. El bronce era más duro, resistente y mantenía mejor el filo, lo que lo convertía en un material ideal para fabricar armas, herramientas y otros equipos.
El período en el que el bronce se convirtió en el material principal para la fabricación de herramientas y armas se conoce como la Edad del Bronce. Comenzó alrededor del 3300-3000 a. C. en Oriente Medio y el sureste de Europa y se prolongó hasta la llegada de la tecnología del hierro, alrededor del 1200-1000 a. C.
Técnicas de procesamiento del cobre
El cobre fue el primer metal que la humanidad aprendió a extraer y procesar sistemáticamente en grandes cantidades. El proceso comenzaba con la extracción del mineral de cobre de minas o de minas a cielo abierto. Posteriormente, el mineral se trituraba y se colocaba en un horno para su fundición.
La fundición del cobre requería temperaturas de aproximadamente 1090 °C (2000 °F). A esta temperatura, el cobre se fundía y se separaba de la roca circundante. Si en el mineral había otros metales con puntos de fusión más bajos, se fundían primero, lo que permitía a los antiguos metalúrgicos separar los distintos metales y determinar sus propiedades y usos.
Una vez fundido, el cobre se purificaba y se transformaba en lingotes o piezas brutas para su posterior procesamiento. El metal podía forjarse en frío, pero requería calor para deformarse considerablemente. Los herreros de la Edad del Bronce aprendieron a trabajar el cobre mediante diversas técnicas de moldeado, como el martillado, la fundición y el batido.
Los artículos de cobre eran muy diversos: desde sencillas joyas y agujas hasta hachas, cinceles y otras herramientas. Sin embargo, debido a la blandura del metal, se desgastaban rápidamente y requerían afilarse o reemplazarse con frecuencia.
El descubrimiento del bronce y sus propiedades
Uno de los descubrimientos más importantes en metalurgia fue la creación de una aleación de cobre y estaño, el bronce. Esto ocurrió alrededor del 4500 a. C. El bronce tenía varias ventajas sobre el cobre puro: era más duro, más resistente y conservaba mejor su forma bajo influencias mecánicas.
El proceso de producción de bronce requería proporciones precisas de los componentes. El contenido óptimo de estaño en el bronce rondaba el 10-12 %. Un mayor contenido de estaño, por ejemplo, en las espadas de bronce chinas, que alcanzaba el 20 %, hacía que los productos se volvieran más duros, pero también más frágiles.
La producción de bronce comenzó con la fundición del cobre y el estaño por separado. Los metales se mezclaban entonces en una proporción determinada en un crisol, un recipiente especial hecho de material ignífugo. El crisol se colocaba en un horno, donde la temperatura se mantenía suficiente para fundir ambos metales.
Una vez fundida, la masa se removía para distribuir los componentes uniformemente y luego se calentaba de nuevo. Cuando la aleación estaba lista, se vertía en moldes, un proceso conocido como fundición. Los moldes podían ser de piedra, arcilla o arena, lo que permitía crear piezas de diversa complejidad y con un alto nivel de detalle.
Herramientas y artefactos de la Edad del Bronce
La Edad del Bronce presenció la aparición de una amplia gama de herramientas y productos, desde artículos domésticos hasta armas. Entre los más comunes se encontraban:
- Armas: espadas, dagas, puntas de lanza, hachas. Las espadas de bronce aparecieron por primera vez en las regiones del Mar Negro y el Mar Egeo en el siglo XVII a. C.
- Herramientas: hachas, cinceles, sierras, agujas, punzones.
- Artículos para el hogar: calderas, cuencos, espejos, maquinillas de afeitar.
- Joyas: pulseras, anillos, broches (cierres antiguos), collares.
- Objetos rituales: figurillas, cuchillos de sacrificio, vasos ceremoniales.
La tecnología de fundición del bronce permitió crear formas complejas que habrían sido difíciles o imposibles de fabricar en piedra o madera. Como resultado, los artefactos de la Edad del Bronce suelen distinguirse por su alto nivel artístico y su meticulosa ejecución.
Particularmente famosa por su durabilidad es la espada de bronce de Goujian, descubierta en China. Datada del período de Primaveras y Otoños (771-476 a. C.), esta espada conservó su filo y no mostró signos de corrosión a pesar de haber estado enterrada durante más de 2000 años.
Desarrollo de la metalurgia del hierro
La transición del bronce al hierro fue uno de los cambios tecnológicos más significativos de la historia de la humanidad. El hierro era más resistente y accesible que el bronce, lo que condujo a cambios revolucionarios en muchos aspectos de la vida, especialmente en la agricultura y la guerra.
La Edad del Hierro comenzó en diferentes momentos y en distintas partes del mundo. En Oriente Medio y Asia Menor, la transición al hierro se produjo alrededor del 1200-1000 a. C. En Europa, el proceso comenzó más tarde, alrededor del 800-600 a. C., y en algunas zonas de África, Asia y América, la Edad del Hierro llegó incluso más tarde.
La tecnología para producir hierro era más compleja que la de fundir cobre o bronce. El hierro tiene un punto de fusión más alto (1538 °C), difícil de alcanzar en los hornos antiguos. Por lo tanto, inicialmente no se obtenía como metal líquido, sino como una masa sólida y esponjosa, que luego se forjaba para eliminar la escoria y compactar el metal.
El surgimiento de la Edad del Hierro
Aunque se pueden encontrar rastros del procesamiento del hierro ya en la Edad del Bronce, el uso generalizado de este metal se produjo mucho después. La herrería, basada en la forja del hierro, probablemente se originó en Siria alrededor del año 1500 a. C. Se cree que fue desarrollada por primera vez por los hititas europeos, un antiguo pueblo anatolio que creó un imperio en lo que hoy son Turquía y Siria.
En la India, la siderurgia comenzó alrededor del 1800 a. C. Los antiguos romanos reconocieron a la India como un país de expertos en hierro, muy por delante de Europa. En el África subsahariana, la siderurgia se desarrolló alrededor del 1400 a. C., con artesanos locales que construían hornos que podían alcanzar temperaturas superiores a las alcanzadas en Europa durante la Revolución Industrial.
Inicialmente, los productos de hierro no presentaban ventajas claras sobre el bronce. Pasaron unos 500 años antes de que las armas de hierro se volvieran preferibles a las de bronce. Los primeros productos de hierro solían ser herramientas agrícolas: hoces, hachas y elementos de fijación como clavos.
Tecnología de altos hornos
El principal método de obtención de hierro en la antigüedad era el llamado proceso de desoxidación, realizado en hornos especiales llamados altos hornos. El alto horno era un horno de cuba hecho de material refractario: tierra, arcilla o piedra.
En el fondo del horno había uno o más tubos (toberas) por los que entraba aire, ya fuera de forma natural o mediante fuelles u otro dispositivo de bombeo. En el fondo del alto horno podía haber una abertura para extraer el producto terminado: la tolva.
Antes de utilizar el alto horno, era necesario preparar el carbón y el mineral de hierro. El carbón, que era casi carbono puro, proporcionaba tanto la alta temperatura necesaria para el proceso de fundición como el monóxido de carbono necesario para reducir el metal de sus óxidos al quemarse.
El mineral se trituraba en trozos pequeños y generalmente se tostaba al fuego para hacerlo más quebradizo y eliminar impurezas y humedad. El tamaño de las partículas del mineral dependía de su tipo y del diseño del horno.
Proceso de elaboración del queso
El proceso de fabricación de hierro en un alto horno, conocido como proceso de desbroce, era bastante laborioso y requería cierta habilidad. Comenzaba con la carga de carbón vegetal y mineral de hierro en el horno. A continuación, se encendía el carbón y se bombeaba aire mediante fuelles para elevar la temperatura.
A diferencia de los altos hornos modernos, los antiguos no alcanzaban el punto de fusión del hierro (1538 °C). En cambio, a una temperatura de aproximadamente 1200 °C, el hierro se reducía a partir de óxidos de mineral. El hierro no se fundía, sino que formaba una masa esponjosa mezclada con escoria, la denominada "bloom".
El hierro fundido era una masa porosa de metal y escoria que se extraía del horno y se forjaba repetidamente para eliminar la escoria y compactar el metal. Este proceso era físicamente difícil y requería un esfuerzo considerable. El forjado y calentamiento repetidos del hierro fundido producían hierro fundido, un material que podía utilizarse para fabricar diversos productos.
El hierro así obtenido contenía diferentes cantidades de carbono. Con un bajo contenido de carbono (menos del 0,2%), se obtenía hierro forjado blando; con un contenido medio (0,3-0,7%), acero bajo en carbono más duro; y con un contenido elevado (más del 2%), hierro fundido, que era frágil y se utilizaba principalmente para fundición.
La evolución de las antiguas herramientas de herrería
Martillos
El martillo es la herramienta básica y más antigua del arsenal del herrero. Su evolución comenzó mucho antes de la llegada de la metalurgia. Los primeros martillos eran piedras redondas que se sostenían con la mano. Poco a poco, la forma de estas herramientas primitivas fue cambiando: aparecieron piedras con una muesca en el centro para un mejor agarre.
El siguiente paso importante fue fijar la piedra al mango. Al principio, se utilizó una varilla flexible de sauce; más tarde, comenzaron a hacer agujeros en las piedras para fijar firmemente el mango de madera. Este diseño aumentó significativamente la eficiencia del trabajo.
Con la llegada de la metalurgia, los martillos comenzaron a fabricarse de metal. Se dividían en dos categorías según su peso: martillos de mano de hasta 1 kg para trabajos de precisión y mazas de más de 1 kg para trabajos pesados. Los martillos de metal solían tener cabezas de acero soldadas para aumentar su resistencia.
A finales del siglo XVIII, se empezaron a utilizar en la herrería martillos mecánicos accionados por una rueda hidráulica, y posteriormente, dispositivos de vapor e hidráulicos. Esto facilitó considerablemente el pesado trabajo físico de los herreros y amplió las posibilidades del procesamiento de metales.
Yunques y herramientas auxiliares
El yunque servía como soporte sólido para la forja de objetos. Las fuentes escritas rusas antiguas del siglo XI suelen mencionar esta herramienta. Los hallazgos arqueológicos muestran que los yunques se dividían en dos tipos principales: rectangulares y con plataforma de trabajo rectangular. Eran soportes metálicos macizos que pesaban más de 8 kg.
Además de martillos y yunques, el arsenal del herrero incluía:
- Alicates de varias formas y tamaños para sujetar metal caliente.
- Cinceles para cortar metal
- Pernos de perforación
- Clavadoras para hacer clavos
- Herramientas de engarce para dar forma a los productos
- Rebajes y almohadillas para trabajar con superficies curvas
- Sellos para crear elementos repetidos
- Archivos de acabado
Los herreros especializados que realizaban trabajos complejos tenían una gama más amplia de herramientas, incluidas mordazas y piedras de afilar.
Hornos y sopladores
La forja es la base del taller de forja; era un brasero sobre una elevación de piedra o arcilla. La forja tenía un nicho para el carbón y el metal caliente. Para mejorar la combustión y alcanzar altas temperaturas (hasta 1400-1460 °C al soldar hierro), se utilizaban sopladores de aire.
El diseño de la forja se mantuvo relativamente simple durante siglos. La comparación de hallazgos arqueológicos con datos etnográficos muestra que, incluso en el siglo XIX, algunos herreros utilizaban forjas cuya estructura no se diferenciaba de la de los modelos antiguos.
El fuelle desempeñaba un papel importante en el bombeo de aire. El herrero accionaba la palanca, alimentando el aire a las brasas a través de boquillas ignífugas: tubos especiales hechos de arcilla con una mezcla de arena. Las boquillas se quemaban rápidamente y requerían reemplazos frecuentes.
El combustible para el horno era en la mayoría de los casos carbón vegetal, que aseguraba una combustión estable y altas temperaturas sin impurezas extrañas que pudieran estropear el metal.
Técnicas de metalurgia
La forja de metales en la antigüedad
La forja es el método más antiguo de procesamiento de metales, existiendo, según diversas fuentes, entre 6000 y 9000 años. Investigaciones arqueológicas confirman que la forja en frío y en caliente se utilizaba en Irán, Mesopotamia y Egipto ya entre el IV y el III milenio a. C.
Los primeros objetos creados mediante forja manual eran principalmente objetos de protección contra enemigos y depredadores, así como adornos. Los antiguos artesanos de Europa, Asia y África forjaban hierro, cobre, plata y oro en bruto.
La forja como técnica metalúrgica se desarrolló especialmente entre los siglos X y XIII. Para entonces, los artesanos ya habían aprendido a forjar espadas y hachas multicapa resistentes con hojas de acero endurecido, así como diversos artículos domésticos, herramientas y utensilios artesanales.
Las principales operaciones de forja incluyeron:
- Engarce de matrices: compactación y soldadura de partículas metálicas, eliminación de escoria
- Dibujo: aumento de la longitud de la pieza de trabajo reduciendo su sección transversal.
- El recalcado es una reducción de la altura de una pieza de trabajo con un aumento simultáneo de su sección transversal.
- Perforación - creación de agujeros
- Doblar: dar una forma curva a una pieza de trabajo
- Cortar - dividir el metal en partes
- Soldadura: unión de varias piezas de metal para formar un todo.
Forja en frío y en caliente
En la antigüedad, se utilizaban dos métodos principales de forja: en frío y en caliente. La forja en frío se empleaba para trabajar metales blandos como el oro, la plata y el cobre. Este método permitía crear productos sin utilizar altas temperaturas, pero presentaba limitaciones debido al fenómeno del endurecimiento por acritud, un aumento de la dureza y la fragilidad del metal durante la deformación.
La forja en caliente consistía en calentar el metal a alta temperatura, haciéndolo más dúctil y maleable. Este método se utilizaba para trabajar el hierro y el acero, así como para crear formas complejas de cobre y bronce.
El proceso de forja en caliente del bronce consta de varias etapas:
- Calentar un metal a una temperatura alta por encima del punto crítico
- Dar forma: utilizar martillos, yunques y prensas para crear la forma deseada
- Tratamiento térmico: calentamiento y enfriamiento para brindar resistencia y resistencia a la corrosión.
- La patinación es la aplicación de compuestos especiales para proteger y dar una apariencia determinada.
A medida que la tecnología evolucionó, los métodos de forja también mejoraron. El cambio gradual en herramientas y técnicas condujo a la transformación de la herrería artesanal en una industria independiente.
Espadas de la Edad de Bronce
Origen y desarrollo de la espada de bronce
Las primeras espadas aparecieron en la Edad del Bronce como una evolución de la daga. Los hallazgos arqueológicos indican que las espadas de bronce aparecieron por primera vez alrededor del siglo XVII a. C. en las regiones del Mar Negro y el Egeo.
Antes de la llegada del bronce, los principales materiales para herramientas de corte y armas eran la piedra (sílex, obsidiana). Sin embargo, debido a la fragilidad de la piedra, crear hojas largas resultaba poco práctico. Con el descubrimiento del cobre y, posteriormente, del bronce, se hizo posible fabricar dagas con una hoja más larga, lo que finalmente condujo al surgimiento de una nueva clase de arma: la espada.
Las primeras espadas de bronce se basaron en los cuchillos de la Creta minoica y la Britania celta. Los primeros ejemplos de espadas de más de 100 cm de longitud se fabricaron alrededor del 1700 a. C., presumiblemente en la región del Egeo.
Las espadas típicas de la Edad del Bronce medían entre 60 y 80 cm de largo. Las armas de menos de 60 cm se clasificaban de diferentes maneras: a veces como espadas cortas, a veces como dagas. El inicio de la producción de espadas en China se remonta a la dinastía Shang (aproximadamente desde el año 1200 a. C.).
Tecnología de fabricación de espadas de bronce
La tecnología para fabricar espadas de bronce implicaba una combinación de técnicas de fundición y forja. El proceso comenzaba con la selección de una aleación adecuada. El bronce es una aleación de cobre con estaño u otros metales, que posee propiedades mecánicas superiores a las del cobre puro.
La producción de espadas comenzó con la creación de dibujos detallados y un modelo. Posteriormente, se preparó un molde para fundir la hoja en bruto. Los artesanos de la antigüedad utilizaban diversas técnicas de fundición:
- Molde abierto o fundición en arena
- Colada en moldes con tapa
- Fundición en moldes partidos
- Fundición a la cera perdida para crear piezas complejas
Tras fundir la espada en bruto, se procesaba con sumo cuidado: se forjaba, afilaba y pulía. Muchas espadas antiguas presentaban ricas incrustaciones de plata y otros metales, lo que indica la alta destreza de los armeros de la época.
Un ejemplo interesante de la durabilidad de las armas de bronce es la espada Goujian de China, que ha conservado su filo y no se ha corroído después de permanecer en el suelo durante más de 2.000 años.
Uso de espadas de bronce en combate
La arqueología experimental está ayudando a comprender cómo se usaban las antiguas espadas de bronce en combate. Las investigaciones demuestran que los guerreros de la Edad de Bronce evitaban los golpes fuertes que pudieran dañar las blandas hojas de bronce. En su lugar, preferían una técnica llamada espadas cruzadas.
Un equipo de arqueólogos del Reino Unido, Alemania y China realizó experimentos con réplicas exactas de siete espadas antiguas. Espadachines experimentados golpeaban diversos materiales con sus espadas: madera, cuero y escudos de bronce. Los investigadores analizaron las marcas en las hojas y las compararon con las marcas de desgaste de los hallazgos arqueológicos supervivientes.
Como resultado, se estableció el origen de 14 tipos de abolladuras y mellas características encontradas en espadas antiguas. El análisis de la ubicación de estas marcas mostró que hacia finales de la Edad del Bronce comenzaron a agruparse más a lo largo de las hojas. Esto indica el desarrollo de las artes marciales: los espadachines aprendieron a asestar golpes más precisos.
Las espadas de bronce siguieron siendo un arma común en Europa hasta el siglo V a. C., cuando comenzó una transición gradual hacia las armas de hierro. Sin embargo, la sustitución total de las armas de bronce por las de hierro no se completó hasta la caída del Imperio romano en el siglo V d. C.
Las armas de hierro y la evolución de la herrería
La aparición de las primeras espadas de hierro
La transición de las espadas de bronce a las de hierro fue un proceso gradual que duró varios siglos. El hierro presentaba ventajas significativas sobre el bronce: mayor disponibilidad de materias primas y, potencialmente, mejores propiedades mecánicas. Sin embargo, la tecnología para procesar el hierro era más compleja y requería temperaturas más altas y habilidades especiales.
Las primeras espadas de hierro fueron bastante experimentales y no presentaban ventajas evidentes sobre las de bronce. Se necesitaron unos 500 años de perfeccionamiento tecnológico para que las armas de hierro se volvieran preferibles a las de bronce.
Un logro tecnológico importante fue el descubrimiento del proceso de desoxidación, que permitió obtener desoxidaciones a partir del mineral de hierro: masas esponjosas de hierro con una mezcla de escoria. Mediante la forja y el calentamiento repetidos de las desoxidaciones, los herreros eliminaban la escoria y compactaban el metal, obteniendo hierro de desoxidación para la fabricación de diversos productos.
Tecnologías de mejora de cuchillas
Durante la evolución de la herrería, los maestros descubrieron muchas técnicas que les permitieron mejorar la calidad de las hojas de hierro:
- Cementación: saturación de la capa superficial del hierro con carbono para aumentar la dureza.
- Temple: calentamiento seguido de enfriamiento rápido para aumentar la dureza.
- El revenido es el proceso de calentar el acero endurecido a una temperatura determinada para reducir la fragilidad.
- La soldadura por forja es la unión de capas de metal con diferentes propiedades.
Particularmente apreciadas eran las espadas multicapa, que combinaban una hoja dura pero frágil con un núcleo flexible. Este diseño proporcionaba un equilibrio óptimo entre el filo de la hoja y su resistencia a la rotura.
Para el siglo X, la Rus y otras regiones ya conocían los secretos de la creación del acero estampado, el prototipo del futuro Damasco. Esto indica un alto nivel de desarrollo de la herrería.
Comparación de armas de bronce y de hierro
Las armas de bronce y hierro tenían sus ventajas y desventajas. El bronce era inferior al hierro en dureza, pero tenía una resistencia similar y una resistencia a la corrosión superior. Las espadas y armaduras de acero se oxidaban, mientras que las de bronce se cubrían con una película de óxido estable: la pátina.
El bronce era más adecuado para fabricar petos, cascos y hojas geométricas complejas. El hierro, al ser más dúctil, se convertía más fácilmente en alambre, lo que lo convertía en el material predilecto para la cota de malla. Por eso, la armadura de placas más antigua era de bronce, y la de cota de malla más antigua, de hierro.
Un factor importante en la transición del bronce al hierro fue la disponibilidad de materias primas. Los materiales para producir hierro (mineral de hierro y carbón vegetal) estaban ampliamente distribuidos por la mayor parte de Europa. Al mismo tiempo, el estaño, necesario para la fabricación del bronce, se extraía solo en unas pocas regiones.
Características regionales de la herrería
La herrería del Antiguo Oriente
Oriente Medio y Egipto se consideran la cuna de la metalurgia. Aquí surgieron las primeras tecnologías para el procesamiento del hierro de alta calidad: altos hornos, producción de aceros con alto contenido de carbono y hojas de damasco.
En el antiguo Egipto, los herreros trabajaban el cobre, el bronce y, posteriormente, el hierro. Inicialmente, el hierro era más valioso que el oro debido a su rareza. La forja se consideraba un arte sagrado, símbolo del poder divino.
En Oriente Medio y Persia, los artesanos crearon espadas famosas en todo el mundo por su calidad y singular estructura. El conocimiento y la tecnología de Oriente penetraron posteriormente en Europa y la Rus a través de las rutas comerciales y las campañas militares.
En la India, la siderurgia comenzó alrededor del 1800 a. C. Los antiguos romanos reconocían a la India como un país de expertos en hierro, muy por delante de los maestros europeos. En el África subsahariana, la siderurgia se desarrolló alrededor del 1400 a. C., con artesanos locales que creaban hornos capaces de alcanzar temperaturas muy altas.
Desarrollo de la herrería en la Rus
En la Rus, la herrería tenía una importancia especial. Los herreros eran muy respetados y su trabajo se consideraba sagrado; en el imaginario popular, literalmente "daban vida" al metal.
Ya en el primer milenio a. C., los antepasados de los eslavos que habitaban el territorio de la antigua Rusia dominaban las técnicas de forja y tratamiento térmico de metales. Para el siglo X, los artesanos rusos ya conocían los secretos del acero estampado, prototipo del futuro Damasco.
La herrería fue el primer oficio que requería una habitación especialmente equipada, separada del hogar. Los hallazgos arqueológicos muestran que ya en los siglos IV y V d. C., en el interfluvio Volga-Oka, los herreros trabajaban en forjas, edificios especiales no residenciales.
Por razones de seguridad contra incendios, las forjas solían ubicarse en las afueras de los asentamientos, cerca de la muralla de la ciudad. Estaban equipadas con horno y fuelle.
El progreso técnico en la herrería
Con el paso de los siglos, la herrería fue mejorando gradualmente. Una etapa importante fue la mecanización del proceso de forja. A principios del siglo XVI, aparecieron los martillos de herrero accionados por rueda hidráulica, de medio y cola.
Hallazgos arqueológicos recientes en Gran Bretaña indican que ya existían forjas impulsadas por agua en los siglos III y IV, lo que sugiere que los intentos de mecanizar el pesado trabajo físico de los herreros ya estaban en marcha mucho antes de la Revolución Industrial.
A finales del siglo XVIII, se empezaron a utilizar martillos de cuerda y de vapor, prensas de tornillo e hidráulicas en la producción de forja. Con la aparición de nuevos medios de mecanización, la tecnología de fabricación de piezas forjadas mejoró no solo mediante métodos de forja, sino también mediante la estampación en caliente e incluso la calibración.
Poco a poco, la herrería artesanal se convirtió en una producción independiente. En Rusia, las primeras fábricas especializadas aparecieron en Tula, Sestroretsk e Izhevsk, donde inicialmente se fabricaban armas y, posteriormente, otros productos.
A pesar del progreso tecnológico y la aparición de nuevos métodos de procesamiento de metales, la herrería tradicional conserva su importancia. Muchas técnicas y métodos descubiertos por antiguos maestros se siguen utilizando hoy en día, aunque con el uso de materiales y equipos modernos.
La esencia de la forja se ha mantenido inalterada durante miles de años: es un trabajo con metal vivo, que requiere un sentido especial y una comprensión de sus propiedades. Los herreros modernos, al igual que sus antecesores, se esfuerzan por mantener un equilibrio entre la expresividad artística y la funcionalidad de los productos.
El resurgimiento del interés por la artesanía tradicional ha propiciado un nuevo florecimiento de la herrería. Hoy en día, la forja manual goza de especial valor por la singularidad de cada producto, su carácter individual y su calidad, inalcanzables en la producción en masa.