El papel del folclore en el arte medieval
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En la Edad Media, el folclore era una parte fundamental de la vida cultural, permeando todos los niveles de la sociedad. Representaba un conjunto de conocimientos, tradiciones y expresiones artísticas transmitidas oralmente, compartidas por una comunidad específica. En una época en la que la alfabetización era privilegio de un pequeño círculo, la tradición oral servía como principal medio para preservar y transmitir la memoria cultural, las normas morales y los valores sociales. Este legado dinámico y en constante evolución, a diferencia de la literatura estática y autoral, perduraba en la obra de los narradores, quienes podían adaptar sus narrativas a un público específico.
El arte medieval, a su vez, cumplía una función didáctica, sirviendo como una «Biblia para analfabetos». Su propósito era transmitir complejos dogmas religiosos e historias bíblicas a las masas. La interacción de estas dos poderosas fuerzas culturales — el folclore oral y el arte canónico visual — produjo una síntesis única en la que motivos, imágenes e historias populares se reflejaban en piedra, madera, metal y en las páginas de los manuscritos.
2 El lenguaje visual de la Edad Media
3 Bestiario en piedra e hilo: Criaturas míticas
4 Sagas heroicas y fábulas morales en forma visual
5 Creencias populares grabadas en espacios sagrados
6 El mundo de adentro hacia afuera: marginalia y misericordia
7 Manifestaciones regionales de la tradición popular en el arte
La naturaleza del folclore y su contexto medieval
El término "folclore", que significa "sabiduría popular", fue introducido en la literatura académica en 1846 por el erudito inglés William Thoms. Inicialmente, "folk" se refería a los campesinos rurales, a menudo analfabetos, y "lore" a sus conocimientos heredados y formas de autoexpresión. Con el tiempo, esta definición se amplió y hoy en día abarca a cualquier grupo social unido por tradiciones compartidas. El folclore medieval es la tradición oral creada y transmitida en Europa entre los siglos V y XV.
A diferencia de la literatura, que es un cuerpo de texto escrito, el folclore se transmitía oralmente. El narrador tenía libertad para alterar y embellecer la historia, y la representación misma era parte integral de la tradición narrativa. Esto convertía al folclore en un sistema vivo y flexible, capaz de adaptarse a las condiciones sociales cambiantes. Servía para afirmar rituales culturales, reforzar valores morales, ejercer presión social e incluso proporcionar alivio psicológico, permitiendo a las personas escapar de las limitaciones impuestas por la sociedad.
En un contexto de analfabetismo casi universal, la tradición oral era el principal canal de comunicación de masas. Por ello, las artes visuales se convirtieron en una especie de "libro de texto" para el pueblo. Traducir el folclore en imágenes no era simplemente un recurso decorativo, sino una necesidad para la transmisión cultural. El arte le dio al folclore una forma permanente y accesible, y el folclore, a su vez, lo enriqueció con un vocabulario rico y culturalmente significativo que trascendía las Sagradas Escrituras. Así surgió una relación simbiótica: el arte preservó el folclore y el folclore alimentó el arte.
La función social de la tradición oral
El folclore, como fenómeno cultural de base, representó un contrapunto flexible al dogma estático y vertical de la Iglesia y el poder feudal. Si bien el arte medieval fue encargado y financiado principalmente por la Iglesia y la aristocracia secular, su inclusión de elementos folclóricos da testimonio del diálogo entre la cultura oficial y las creencias populares. El arte se convirtió en un espacio donde estos dos mundos se encontraron, a veces en armonía, a veces en conflicto.
Artistas y mecenas probablemente reconocieron que el uso de imágenes y temas familiares hacía el arte religioso más accesible y comprensible. Esto permitió tender un puente entre la doctrina y la vida cotidiana, traduciendo ideas teológicas abstractas al lenguaje de la cultura popular. Así, el folclore no solo impregnó el arte, sino que contribuyó activamente a la formación de su lenguaje, haciéndolo verdaderamente integral.
El lenguaje visual de la Edad Media
El arte medieval europeo es una síntesis del legado artístico del Imperio Romano, las tradiciones iconográficas de la iglesia cristiana primitiva y la cultura bárbara del norte de Europa. Su objetivo principal era transmitir las verdades cristianas y las lecciones morales al espectador, por lo que su naturaleza era predominantemente religiosa. Este carácter didáctico definió sus rasgos estilísticos clave.
Una de las principales características del arte medieval es su rechazo al naturalismo característico de la Antigüedad clásica. En lugar de representar con precisión el mundo físico, los artistas se centraron en transmitir significados simbólicos y espirituales. Esto condujo al surgimiento de figuras estilizadas, a menudo alargadas, composiciones jerárquicas donde el tamaño de un personaje dependía de su importancia, e imágenes planas y sin profundidad. Este lenguaje artístico era ideal para la narrativa, donde la importancia no reside en la autenticidad externa, sino en el mensaje interior.
Esta desviación deliberada del realismo creó una especie de "vacío simbólico". Si una imagen no tenía por qué ser creíble, podía llenarse con cualquier contenido simbólico. El folclore, con su rico vocabulario de criaturas fantásticas, motivos alegóricos y temas no literales, era ideal para llenar este vacío. La naturaleza estilizada y abstracta del arte popular, como el trenzado celta, armonizaba armoniosamente con las tendencias antinaturalistas del arte medieval temprano. Un dragón o un grifo no necesitaban parecer "reales" en un mundo donde incluso los santos eran representados convencionalmente; bastaba con que fueran simbólicamente atractivos.
Periodización y estilos
El arte medieval se divide tradicionalmente en varios períodos principales, cada uno con sus propias características. Se distinguen tres etapas principales en la historia del arte de Europa Occidental: el Prerrománico (siglos V-IX), el Románico (siglos X-XII) y el Gótico (siglos XII-XIV). El Prerrománico incluye estilos como el arte de la época de las migraciones, el arte bizantino, el arte insular y el arte carolingio.
El estilo románico, el primer estilo paneuropeo, se caracterizó por imponentes iglesias de piedra con gruesos muros, arcos de medio punto y abundante decoración escultórica. El estilo gótico que lo reemplazó trajo consigo innovaciones arquitectónicas revolucionarias: arcos apuntados, bóvedas de crucería y arbotantes, que permitieron la construcción de catedrales más altas y luminosas, con enormes vidrieras. Estos cambios estilísticos también reflejaron cambios en la conciencia pública, desde la austera monumentalidad del románico hasta la elevada espiritualidad del gótico.
Una constante del arte medieval a lo largo de todos los períodos fue el uso de materiales preciosos: oro, marfil, gemas y pigmentos vibrantes. El oro se empleaba para crear vasos religiosos, como fondo para mosaicos y como pan de oro en manuscritos. Estos materiales no solo demostraban la riqueza del cliente, sino que también simbolizaban la luz divina, la santidad y el valor perdurable del tema. Cuando se utilizaban materiales preciosos para representar una criatura folclórica, como un dragón en un relicario de oro, se otorgaba al motivo popular estatus y longevidad, acercándolo a los iconos religiosos. El propio material podía santificar la leyenda, difuminando la línea entre lo sagrado y lo profano.
Bestiario en piedra e hilo: Criaturas míticas
Las bestias fantásticas del folclore y los bestiarios medievales — colecciones de artículos zoológicos con interpretaciones alegóricas — se integraron ampliamente en el arte. Sus imágenes adornaban las páginas de manuscritos, los capiteles de las columnas, los portales de las catedrales y preciosos tapices. Reinterpretadas desde la perspectiva de la doctrina cristiana, estas criaturas se convirtieron en poderosas herramientas alegóricas con fines didácticos y moralizantes. Su simbolismo, a menudo ambiguo, permitió la explicación de conceptos teológicos complejos mediante imágenes vívidas y memorables, familiares para el pueblo llano.
Dragón
El dragón era una de las criaturas más poderosas y extendidas del arte medieval. Su imagen aparece en crónicas, manuscritos, esculturas y heráldica. Su simbolismo era doble. Por un lado, a menudo personificaba al diablo, el paganismo y el caos primordial. En la vida de los santos, el dragón era representado como un enemigo de la humanidad, vencido por héroes de la fe, como San Jorge o Santa Margarita. La victoria sobre el dragón simbolizaba el triunfo del cristianismo sobre las creencias paganas o del bien sobre el mal.
Por otro lado, el dragón podía ser símbolo de poder, sabiduría y protección. En heráldica, personificaba el valor y la fuerza. En los manuscritos iluminados, los dragones a veces se representaban como guardianes del «tesoro de la palabra escrita», protegiendo el texto sagrado. Sus cuerpos sinuosos y flexibles eran ideales para la compleja trama de la ornamentación insular y románica, integrándose a la perfección en la estructura decorativa de los manuscritos.
Unicornio
Según el folclore, el unicornio era una bestia feroz e indomable que solo podía ser domada por una virgen. Esta historia sentó las bases de una de las alegorías cristianas más poderosas. El unicornio se convirtió en símbolo de Cristo, y su captura por una virgen se convirtió en una alegoría de la Encarnación a través de la Virgen María. La vulnerabilidad de la criatura invencible ante la pureza de la virgen reflejaba metafóricamente la naturaleza divina de Cristo en forma humana.
La obra más famosa sobre este tema es la serie de siete tapices "La Caza del Unicornio". Representan con detalle todo el ciclo: la caza, la captura, la muerte y la resurrección de la bestia, directamente relacionada con la Pasión de Cristo. Sin embargo, el simbolismo del unicornio no fue estático. Con el tiempo, el motivo adquirió un significado profano, convirtiéndose en una alegoría del amor cortés. El unicornio domesticado simbolizaba a un caballero enamorado, cautivado por su dama. Esta flexibilidad del símbolo permitió su uso tanto en el arte eclesiástico como en el aristocrático.
Grifo
El grifo, criatura mítica con cuerpo de león y cabeza y alas de águila, combinaba los rasgos del rey de las bestias y del rey de las aves. Simbolizaba la valentía, la vigilancia y la fuerza. En el arte cristiano, su doble naturaleza se convirtió en la alegoría perfecta de la doble naturaleza de Cristo: divina (águila/ave) y humana (león/animal).
Debido a su simbolismo, los grifos solían representarse como poderosos guardianes. Sus esculturas se colocaban en portales y coros de iglesias, donde protegían el espacio sagrado de las fuerzas del mal. Los bestiarios los describían como feroces depredadores capaces de arrebatar un toro con sus garras o despedazar a un hombre, un tema que se reflejaba en algunas composiciones escultóricas.
Así, las criaturas míticas del folclore se convirtieron en algo más que simples elementos decorativos del arte medieval. Eran complejas herramientas alegóricas que permitían la visualización y explicación de doctrinas teológicas abstractas. La Iglesia explotó deliberadamente a estos cautivadores personajes, plasmando conceptos teológicos en sus imágenes, haciéndolos comprensibles y memorables para un público amplio.
Sagas heroicas y fábulas morales en forma visual
Además de las imágenes mitológicas individuales, el arte medieval se nutrió activamente de ciclos narrativos completos del folclore. Las epopeyas heroicas y las fábulas satíricas, traducidas al lenguaje pictórico, sirvieron de modelo para el comportamiento tanto secular como espiritual, y también brindaron una oportunidad para la crítica social alegórica. Estas historias, bien conocidas y apreciadas por el pueblo, se convirtieron en la base de murales monumentales, miniaturas de libros y decoración tallada.
ciclo Artúrico
Las leyendas del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda fueron un tema dominante en el arte aristocrático secular. Originarios del folclore celta, estos relatos codificaban los ideales de la caballería, el amor cortés y la lealtad feudal. Se convirtieron en la base mitológica de la clase guerrera europea, ofreciendo modelos de valor y honor. Mientras que el arte eclesiástico proporcionaba un modelo para la vida espiritual, las leyendas artúricas ofrecían un modelo paralelo de identidad secular y cortesana.
Los temas del ciclo Artúrico se representaron en una amplia variedad de medios. Adornaban las paredes de castillos y palacios como frescos a gran escala, como el ciclo inacabado de Pisanello en Mantua. También se pueden encontrar como exquisitas miniaturas en manuscritos iluminados encargados por la nobleza. Representando escenas de torneos, la búsqueda del Santo Grial o las hazañas de caballeros individuales, el arte reforzaba visualmente la estructura social de la sociedad feudal, arraigando sus valores en un pasado mítico heroico proveniente del folclore.
La novela del zorro
Otro ciclo folclórico popular, el "Romance del Zorro", cumplía una función completamente distinta. Estas fábulas, cuyo protagonista era el astuto y pícaro zorro Reynard, quien engañaba a otros animales antropomórficos, se difundieron por toda Europa. Las historias de Reynard eran parodias de la literatura medieval, en particular novelas de caballería y canciones heroicas, así como agudas sátiras sobre las instituciones políticas y religiosas. El clero y la aristocracia solían ser los principales blancos de burla.
El Romance del Zorro ofrecía una vía segura para criticar a quienes ostentaban el poder. Al trasladar los vicios sociales al reino animal, artistas y escritores podían expresar ideas subversivas que, de otro modo, serían peligrosas de expresar directamente. En el arte, Reynard aparece con mayor frecuencia en los márgenes de los manuscritos. Uno de los motivos más populares es un zorro con hábito de monje predicando a una bandada de gansos o gallinas. Esta era una burla directa y humorística a la hipocresía del clero, suavizada por su forma alegórica y su ubicación "marginal" en la página. Otro motivo común es el funeral de Reynard, donde sus enemigos lo lloran hipócritamente, burlándose de su falsa piedad. Así, este ciclo de fábulas funcionaba como una vía legítima para el descontento social, permitiendo que el cinismo se expresara a través del entretenimiento.
Creencias populares grabadas en espacios sagrados
La arquitectura de las iglesias y catedrales medievales es en sí misma un texto que entrelaza la doctrina oficial con las creencias populares. La decoración escultórica que adorna las fachadas, los capiteles y los interiores a menudo presenta imágenes con raíces en el pasado precristiano. Figuras como el Hombre Verde y la Sheela-na-gig, así como gárgolas grotescas, dan testimonio de cómo la Iglesia interactuó con poderosos símbolos folclóricos, integrándolos en la estructura de los edificios sagrados.
Hombre verde
El Hombre Verde es un motivo de rostro masculino formado o rodeado de hojas, con brotes y ramas que emergen de su boca, nariz u ojos. Esta imagen se encuentra en iglesias de toda Europa, desde Inglaterra hasta Alemania. Su interpretación es controvertida. La visión popular, formulada por primera vez por Lady Raglen en 1939, lo considera un símbolo pagano de la naturaleza, la fertilidad y el renacimiento, asociado con antiguos cultos vegetales.
Sin embargo, los estudiosos modernos generalmente rechazan la idea de que el Hombre Verde sea una manifestación de la resistencia pagana secreta. Señalan que estas imágenes son demasiado numerosas y están ubicadas en lugares prominentes como para ser subversivas. Es más probable que se trate de un motivo cristianizado. En el contexto cristiano, podría haber tenido varios significados: en la época romana, simbolizaba la amenaza de las fuerzas demoníacas; posteriormente, personificó la resurrección (en relación con la leyenda de Set, hijo de Adán, quien plantó la semilla del Árbol del Conocimiento en la boca de su difunto padre); o simplemente servía como recordatorio de la fragilidad de la vida humana.
La mera presencia de tales figuras en las iglesias atestigua la confianza de la Iglesia en su capacidad para absorber, neutralizar y reinterpretar poderosos símbolos populares. Esto no es tanto una prueba de la persistencia del paganismo como un acto de conquista simbólica. El Hombre Verde deja de ser una deidad del bosque para convertirse en un elemento decorativo, sosteniendo literalmente el cosmos cristiano. El espacio sagrado "domestica" la crudeza del folclore.
Sheila-na-gig
Las sheela-na-gigs son una imagen aún más enigmática. Se trata de tallas en piedra de mujeres desnudas que señalan deliberadamente sus genitales exageradamente grandes. Se encuentran principalmente en iglesias medievales de Irlanda y Gran Bretaña. Su significado sigue siendo objeto de un intenso debate.
Existen varias teorías principales. Según una, son una advertencia contra el pecado de la lujuria. Otra las considera un amuleto apotropaico (anti-mal), ya que, según la creencia popular, la visión de los genitales femeninos aleja al diablo. Una tercera teoría las vincula con cultos precristianos a la fertilidad o a diosas madres. Finalmente, algunos investigadores sugieren que son representaciones de deidades populares que patrocinaban el parto.
Gárgolas y grotescos
Las gárgolas y los grotescos son figuras talladas de criaturas fantásticas, humanas o animales, que adornan los muros exteriores de las catedrales. Las gárgolas cumplen una función utilitaria como canalones, desviando el agua de lluvia de los muros del edificio, mientras que los grotescos son elementos puramente decorativos. Sus formas aterradoras, extrañas y cómicas tienen su origen en creencias populares.
Se creía que estas criaturas poseían poderes apotropaicos y la capacidad de alejar a los malos espíritus, protegiendo así la iglesia y a sus ocupantes. Las gárgolas demuestran así la fusión práctica de la magia popular con la arquitectura cristiana. La iglesia, si bien oficialmente condenaba la magia, era lo suficientemente pragmática en la práctica como para incorporar tradiciones populares protectoras que conectaron con los feligreses, presentándolas como guardianas del espacio sagrado.
El mundo de adentro hacia afuera: marginalia y misericordia
Más allá del arte monumental, el folclore encontró un espacio singular en espacios "no oficiales": en los márgenes de los manuscritos y en elementos tallados ocultos del mobiliario eclesiástico. Estos rincones recónditos ofrecían a artistas y talladores la libertad de involucrarse en el humor, la parodia y representar escenas de la vida cotidiana, abriendo una ventana al mundo del imaginario popular medieval.
Marginales escritos a mano (droleri)
Los márgenes de los manuscritos medievales, especialmente los de los siglos XIII y XIV, suelen estar repletos de dibujos caprichosos, humorísticos y, en ocasiones, obscenos, conocidos como drolleries (del francés drôlerie, que significa «diversión» o «excentricidad»). Estas imágenes no solían tener relación directa con el texto sagrado principal de la página. Ofrecían un espacio de libertad creativa a escribas e iluminadores.
Uno de los temas centrales de las marginalia era el "mundo invertido" (monde renversé), un motivo folclórico popular en el que se invertían las jerarquías sociales y naturales. Los márgenes de los manuscritos presentan escenas de liebres y conejos cazando humanos, caballeros armados luchando contra caracoles y animales que parodian actividades humanas, como tocar instrumentos musicales u organizar procesiones fúnebres.
Estas imágenes encarnaban el concepto medieval del carnaval, presente también en festivales populares como la Fiesta de los Locos. Los márgenes del texto sagrado se convirtieron en espacios autorizados para la parodia, el caos y la suspensión temporal de las jerarquías. Los dibujos de conejos asesinos no eran garabatos aleatorios, sino la expresión visual de una arraigada tradición popular de inversión del carnaval, que proporcionaba alivio psicológico en medio de un orden social rígido. La página manuscrita se convirtió así en un microcosmos de la sociedad medieval: un centro sagrado rodeado de campos de "carnaval" donde las reglas se suspendían temporalmente.
Misericordia
Misericordia (del latín misericordia, que significa "misericordia") son pequeños estantes de madera sobre asientos plegables en los coros de las iglesias, diseñados para sostener a los monjes y al clero durante los servicios religiosos prolongados. Dado que estos elementos tallados quedaban ocultos a la vista al bajar los asientos, los talladores de madera tenían una considerable libertad creativa. Las imágenes de la misericordia suelen ser más humorísticas que piadosas.
Presentan escenas de la vida cotidiana (una esposa jalando el cabello de su esposo), ilustraciones de proverbios y fábulas, representaciones de artesanos trabajando, así como criaturas fantásticas y figuras grotescas. Misericordia ofrece una mirada única y sin filtros a la vida popular. Constituyen un archivo oficial, aunque oculto, de la cultura popular en el corazón del espacio sagrado, que documenta las preocupaciones cotidianas, el humor y la sabiduría de la gente común, a menudo ausentes del arte de élite y las fuentes escritas.
Manifestaciones regionales de la tradición popular en el arte
La interacción entre el folclore y el arte canónico no fue uniforme en toda Europa. Distintas regiones desarrollaron lenguajes visuales únicos que reflejaban las tradiciones mitológicas locales y el contexto histórico de su encuentro con el cristianismo. Una comparación del arte celta, escandinavo y eslavo revela un espectro de modelos de síntesis cultural, desde una profunda integración hasta una preservación persistente y una influencia sutil.
Arte insular (celta)
En Irlanda y Gran Bretaña, se produjo una profunda fusión de motivos celtas precristianos con temas cristianos, dando origen a un estilo insular o hiberno-sajón único. Aquí, las antiguas tradiciones ornamentales no solo embellecieron el arte cristiano, sino que se convirtieron en su gramática fundamental.
- El Libro de Kells : Esta obra maestra de la ilustración literaria es un ejemplo notable de dicha síntesis. Las páginas del Evangelio están cubiertas de intrincados patrones de nudos celtas, espirales y entrelazados zoomorfos, que sirven de marco decorativo al texto sagrado. El manuscrito también es rico en simbolismo animal, con serpientes que representan la resurrección y pavos reales que representan la inmortalidad, conectando la interpretación cristiana con creencias más antiguas.
- Cruces Altas Irlandesas : Estas monumentales cruces de piedra, erigidas a partir del siglo IX, son otro ejemplo de fusión cultural. Combinan la forma de la cruz cristiana con el símbolo pagano del círculo (que representa el sol o la eternidad). Las superficies de las cruces están cubiertas de tallas, donde escenas bíblicas se yuxtaponen con diseños celtas abstractos. Estas cruces sirvieron como monumentos públicos a la nueva fe sincrética.
arte escandinavo
En Escandinavia, especialmente en Noruega, la conversión al cristianismo se produjo más tarde, y los temas mitológicos paganos mantuvieron su relevancia durante más tiempo. El arte de esta región muestra más una coexistencia y yuxtaposición de motivos paganos y cristianos que una fusión.
- Iglesias de madera : Las singulares iglesias de madera de Noruega dan testimonio de este diálogo cultural. Sus portales tallados suelen estar decorados con escenas de la mitología nórdica junto a símbolos cristianos. El ejemplo más famoso es el portal de la iglesia de madera de Hylestad, que representa con detalle la leyenda de Sigurd matando al dragón Fafnir, de la Saga Völsunga. Esta yuxtaposición de épica pagana e iglesia cristiana refleja un período de transición cultural.
- Piedras rúnicas : Las piedras conmemorativas de la época vikinga también suelen presentar imágenes de la mitología nórdica. Representan al dios Thor capturando a la serpiente Jörmungandr, a Odín siendo devorado por el lobo Fenrir durante el Ragnarök y escenas de la saga Sigurd. Estas piedras servían para conmemorar a los antepasados y sus hazañas, evocando un pasado heroico compartido, impregnado de mitología.
tradiciones eslavas
En el arte de los pueblos eslavos, la influencia del paganismo precristiano fue más sutil, pero estructuralmente significativa. Tras la cristianización de la Rus, los ídolos paganos fueron destruidos, pero se conservaron elementos de la cosmología y la estética antiguas, adaptándose a la cultura ortodoxa.
- Arte popular y personajes del folclore : Figuras folclóricas tan vividas como Baba Yaga, la imagen ambigua de la bruja antepasada, continuaron vivas en el arte popular, por ejemplo, en los grabados populares.
- Arquitectura : Algunos investigadores creen que elementos de la cosmovisión precristiana influyeron en la arquitectura de las iglesias ortodoxas rusas. Formas como la cúpula bulbosa y el tejado a cuatro aguas podrían tener sus raíces en la antigua arquitectura eslava de madera y en los santuarios paganos. En este caso, la influencia del folclore no se manifestó en motivos iconográficos específicos, sino en formas estructurales más profundas.
Una comparación de estas tradiciones regionales no revela un modelo único de interacción entre el folclore y el arte oficial. En cambio, observamos un espectro: desde una profunda integración en el arte celta, pasando por una yuxtaposición directa en el arte escandinavo, hasta una influencia más sutil y sublimada en el arte eslavo. Esta diferencia estuvo determinada por las condiciones históricas y culturales únicas de cada región, lo que demuestra las diversas maneras en que la tradición popular encontró su lugar en la gran narrativa visual de la Edad Media.
En definitiva, el folclore fue más que una simple fuente de temas para el arte medieval. Fue una fuerza viva que moldeó su lenguaje, enriqueció su simbolismo y aseguró su conexión con amplios segmentos de la población. Desde las majestuosas catedrales hasta los humildes márgenes de los manuscritos, desde las epopeyas heroicas hasta las divertidas fábulas, el folclore impregnó la cultura visual de la época, creando un tejido complejo y dinámico en el que la fe, el mito y la vida cotidiana se entrelazaban.