Percepción de la publicidad en función del estatus social y los ingresos de los consumidores
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El estatus social es la posición de una persona en la sociedad, la cual se forma en función de diversos factores, como el nivel educativo, la profesión, los antecedentes familiares y la situación económica. La clase social, como categoría más amplia, une a personas con un estatus social similar y determina su lugar en la estructura jerárquica de la sociedad. A diferencia del estatus social, los ingresos son un indicador puramente económico que caracteriza la capacidad financiera de una persona durante un período determinado.
La relación entre el estatus social y los ingresos es compleja y ambigua. Si bien unos ingresos altos suelen correlacionarse con un estatus social alto, existen excepciones: una persona puede tener un estatus alto con ingresos relativamente bajos (p. ej., un profesor universitario) o ingresos altos con un estatus social promedio (p. ej., un trabajador altamente cualificado). Esta diferencia entre ingresos y estatus social afecta significativamente la percepción de la publicidad y el comportamiento del consumidor.
La publicidad, como forma de comunicación con los consumidores, busca evocar ciertas actitudes y patrones de comportamiento. Las investigaciones demuestran que la percepción de los mensajes publicitarios varía significativamente entre representantes de diferentes clases sociales y grupos de ingresos.
2 Fundamentos teóricos de la percepción de la publicidad por parte de diversos grupos sociales
3 Representación de las clases sociales en la publicidad
4 Clase social vs. ingresos: predictores del comportamiento del consumidor
5 Mecanismos psicológicos de la percepción publicitaria
6 Efectos de la publicidad en diferentes clases sociales
7 Consecuencias no deseadas de la publicidad para las diferentes clases sociales
8 Investigación empírica y casos
9 Prácticas de segmentación publicitaria por clases sociales
10 Aspectos éticos de la segmentación socioeconómica en la publicidad
11 Tendencias modernas y perspectivas de desarrollo
12 El impacto de la publicidad en la autopercepción del estatus social
13 Diferencias en la percepción de la publicidad en distintas etapas de la vida
14 Diferencias culturales en la percepción de la publicidad en el contexto del estatus social
15 Métodos de estudio de la percepción de la publicidad por diferentes grupos sociales
16 Recomendaciones para desarrollar estrategias publicitarias teniendo en cuenta la diferenciación social
17 Contexto socioeconómico de la percepción publicitaria
18 Síntesis del conocimiento moderno sobre la percepción de la publicidad en el contexto del estatus social y los ingresos
Evolución histórica de la publicidad en el contexto de la estratificación social
Históricamente, la publicidad ha reflejado y moldeado las diferencias sociales. A principios del siglo XX, los mensajes publicitarios solían dirigirse a la élite, enfatizando la exclusividad y el prestigio de los productos. Con el auge de la producción en masa a mediados del siglo XX, el enfoque se desplazó hacia la clase media: las campañas publicitarias comenzaron a representar a familias promedio, proyectando una imagen idealizada de prosperidad.
Un análisis de más de 1300 anuncios impresos entre 1950 y 2015 muestra una sobrerrepresentación significativa de las clases media, media-alta y alta en comparación con su proporción real en la sociedad. La clase trabajadora y las clases bajas estaban sistemáticamente subrepresentadas. Esta disparidad creó y sigue creando una percepción distorsionada de la estructura social.
La publicidad ha cambiado de forma especialmente notable en la era digital, cuando las capacidades de segmentación han permitido crear mensajes adaptados a diferentes grupos socioeconómicos. Sin embargo, la desigualdad digital sigue influyendo en el acceso al contenido publicitario en diferentes estratos sociales.
Fundamentos teóricos de la percepción de la publicidad por parte de diversos grupos sociales
La percepción de la publicidad por parte de representantes de diferentes grupos sociales puede explicarse mediante diversos modelos y conceptos teóricos. Los principales incluyen:
La teoría de la comparación social (Festinger, 1954) explica cómo las imágenes idealizadas en la publicidad se convierten en estándares de comparación. Las personas están intrínsecamente motivadas a vivir de acuerdo con ciertos estándares y a evaluarse en comparación con los demás. Cuando las personas de clases sociales bajas ven anuncios que retratan estilos de vida de clase media o alta, pueden experimentar sentimientos de inferioridad o un deseo de ascenso social.
La teoría de la reactancia psicológica describe cómo responden las personas a los intentos de limitar su libertad de elección. Los consumidores valoran la capacidad de formarse sus propias opiniones sobre productos y marcas. Cuando un mensaje publicitario se percibe como un intento evidente de manipulación, puede provocar una reacción negativa, especialmente entre las personas con formación académica, que son más críticas con la publicidad.
El modelo de verosimilitud de procesamiento consciente (MVE) explica las diferencias en cómo los consumidores procesan los argumentos y las señales publicitarias. Cuando la motivación y la capacidad cognitiva son altas, las personas eligen una ruta de procesamiento central y analizan cuidadosamente el contenido del mensaje publicitario. Cuando la motivación es baja o las limitaciones cognitivas son altas, se basan en señales periféricas para formar actitudes. Personas de diferentes clases sociales y niveles educativos pueden utilizar diferentes rutas de procesamiento.
La teoría del capital cultural (Bourdieu) sugiere que las clases sociales difieren no solo en capital económico, sino también en recursos culturales, como conocimientos, gustos y preferencias. Esto afecta la decodificación de los mensajes publicitarios: representantes de diferentes clases pueden interpretar las mismas imágenes y símbolos publicitarios de forma distinta.
Representación de las clases sociales en la publicidad
Las investigaciones muestran un desequilibrio significativo en la representación de las diferentes clases sociales en la publicidad. La clase media, la clase media-alta y la clase alta se representan de forma desproporcionada en comparación con su participación real en la sociedad. Mientras tanto, la clase trabajadora y los pobres siguen estando subrepresentados.
Cuando la gente de clase trabajadora aparece en la publicidad, lo hace principalmente en tres contextos:
- En la publicidad de iniciativas benéficas o de responsabilidad social de las empresas, donde éstas actúan como objetos de ayuda, y no como consumidores de pleno derecho.
- En la descripción de los poseedores del “conocimiento secreto” – valiosas perspectivas inaccesibles para los representantes de las clases altas
- En las imágenes tradicionales del idilio familiar de clase media
La región asiática exhibe diferencias de clase particularmente pronunciadas en la publicidad, desde representaciones de los extremadamente ricos "asiáticos locos y ricos" hasta la creciente clase media, mientras que la mayoría de la población, que es de clase trabajadora o vive en la pobreza, rara vez recibe atención.
Los profesionales del marketing suelen evitar deliberadamente representar a la clase trabajadora en la publicidad, incluso cuando sus productos se dirigen principalmente a consumidores de clase social baja (C y D). Se guían por la creencia de que la clase trabajadora aspira a comprar productos "premium" y prefieren ver el estilo de vida de las clases sociales más altas en la publicidad.
Esta infrarrepresentación sistemática de las clases sociales más bajas puede explicarse por el perfil socioeconómico de los propios profesionales del marketing. Las investigaciones muestran que alrededor del 70 % de los profesionales del marketing crecieron en hogares donde su principal fuente de ingresos provenía de la clase social A o B, en comparación con solo el 29 % de la población general. Esto crea una desconexión psicológica y cultural fundamental entre quienes crean publicidad y el público de clase trabajadora.
Clase social vs. ingresos: predictores del comportamiento del consumidor
La investigación científica demuestra que la clase social y los ingresos tienen diferentes efectos en el comportamiento del consumidor y, por consiguiente, en la percepción de la publicidad. En algunas categorías de bienes y servicios, la clase social es un factor más significativo, mientras que en otras, el nivel de ingresos.
Los ingresos explican mejor los hábitos y comportamientos de compra relacionados con bienes menos visibles (invisibles) que requieren un gasto significativo. Por ejemplo, la elección de bebidas alcohólicas, pólizas de seguro y tipos de pescado se determina más por los ingresos que por la clase social. Esto se debe a que dichas decisiones se relacionan principalmente con los recursos económicos, más que con la identidad social.
La clase social, por otro lado, predice mejor los productos que reflejan valores de estilo de vida o los productos más visibles y caros asociados con símbolos de clase. Las investigaciones demuestran que el consumo de alimentos macrobióticos, los tipos de carne consumidos, los criterios de selección de ropa, la posesión de un automóvil, la frecuencia de la asistencia al teatro, las condiciones de la vivienda y la importancia del diseño de muebles están más fuertemente determinados por la clase social que por los ingresos. En estos casos, las decisiones de compra están estrechamente vinculadas a los valores y preferencias culturales moldeados por el entorno social.
La combinación de clase social e ingresos suele ser más eficaz para predecir la compra de bienes visibles que requieren un gasto moderado o significativo y que también sirven como símbolos de clase, como ropa, automóviles y televisores.
La importancia relativa de la clase social y los ingresos también depende del contexto socioeconómico. En países con altos niveles de desigualdad social y una clara estructura de clases (por ejemplo, en algunas sociedades asiáticas), la clase social puede desempeñar un papel más significativo que en países con menor desigualdad y mayor movilidad social.
Mecanismos psicológicos de la percepción publicitaria
La percepción de la publicidad por parte de representantes de diferentes clases sociales y grupos de ingresos está regulada por diversos mecanismos psicológicos. Estos procesos explican por qué los mismos mensajes publicitarios pueden provocar reacciones distintas en distintas categorías de consumidores.
La disonancia cognitiva se produce cuando un mensaje publicitario es incoherente con las actitudes y valores de una persona. Los consumidores buscan reducir la tensión resultante modificando sus actitudes o comportamientos para restablecer la coherencia. Personas de diferentes clases sociales pueden experimentar disonancia cognitiva en relación con distintos aspectos de la publicidad; por ejemplo, los consumidores de bajos ingresos pueden experimentar disonancia al ver publicidad de productos caros e inasequibles.
La identificación social se refiere al grado en que los consumidores se identifican con las personas y situaciones representadas en la publicidad. Cuando la publicidad presenta modelos que se ajustan a la clase social del consumidor, aumenta su eficacia. Si no se representa la clase social del consumidor, puede reducirse el impacto de la publicidad o provocar reacciones negativas.
Los mecanismos aspiracionales se activan cuando la publicidad muestra un estilo de vida propio de una clase social superior, al que el consumidor aspira. Este efecto es especialmente notable entre los consumidores de clase media y media-baja, quienes utilizan el consumo como una herramienta para aferrarse simbólicamente a un estatus superior. Por ejemplo, comprar artículos de marcas de lujo puede percibirse como una forma de demostrar pertenencia a una clase social superior.
El procesamiento de los argumentos publicitarios varía según la clase social. Los consumidores con mayor nivel educativo (a menudo correlacionado con un estatus social más alto) tienden a evaluar los argumentos publicitarios de forma más crítica y a confiar menos en indicios secundarios como el atractivo de modelos o famosos.
Efectos de la publicidad en diferentes clases sociales
La publicidad impacta de manera diferente a las distintas clases sociales, afectando tanto las reacciones inmediatas a los mensajes publicitarios como las consecuencias a largo plazo en el comportamiento del consumidor y su autopercepción.
Para las clases sociales altas, la publicidad suele servir como confirmación de estatus e identidad. Las investigaciones demuestran que los miembros de las clases altas muestran una mayor orientación hacia las marcas y su valor simbólico que hacia las características funcionales de los productos. También muestran una mayor selectividad en su publicidad, prefiriendo canales y mensajes acordes con su estatus social.
Para la clase media, la publicidad suele servir como norma social y estándar de consumo. Los representantes de la clase media son más receptivos a los mensajes aspiracionales que reflejan el estilo de vida de las clases media-alta y alta. Esto se explica por el deseo de ascenso social y el uso del consumo como medio para aumentar simbólicamente el estatus. Al mismo tiempo, la exposición excesiva a la publicidad que representa un nivel de consumo inalcanzable puede llevar a una disminución de la satisfacción con la propia situación económica.
Para la clase trabajadora y los pobres, la publicidad puede generar una sensación de alienación e inaccesibilidad a muchos bienes y servicios. Los representantes de estos grupos suelen guiarse más por los aspectos funcionales y la asequibilidad de los productos que por su valor simbólico. Sin embargo, la exposición constante a la publicidad que representa a las clases medias y altas puede crear una visión distorsionada de la propia posición social.
Las investigaciones también muestran que los grupos de alto nivel socioeconómico presentan una relación más fuerte entre las actitudes y el comportamiento del consumidor. Los grupos de bajo nivel socioeconómico suelen mostrar actitudes de consumo similares, pero su comportamiento de compra está más condicionado por los recursos económicos.
Consecuencias no deseadas de la publicidad para las diferentes clases sociales
Además de los efectos del marketing directo, la publicidad tiene diversos efectos no deseados en miembros de diferentes clases sociales y grupos de ingresos. Estos efectos pueden ser tanto positivos como negativos en términos de bienestar psicológico y cohesión social.
El materialismo como orientación de valores se ve reforzado por la publicidad, independientemente de la clase social. Las investigaciones demuestran que este efecto es evidente tanto en las sociedades occidentales como en las orientales. Los niños y adolescentes son especialmente vulnerables a la formación de valores materialistas. Entre ellos, el materialismo y el deseo de comprar pueden actuar como mediadores entre el impacto de la publicidad y consecuencias negativas como conflictos con los padres, decepción e insatisfacción con la vida.
La idealización en la publicidad crea estándares de comparación poco realistas, lo cual puede afectar negativamente la autoestima de los consumidores, especialmente de aquellos de clases sociales más desfavorecidas. Las investigaciones demuestran que la exposición a imágenes idealizadas de atractivo físico y éxito económico reduce la autoestima tanto en mujeres como en hombres. Entre las personas de clases sociales más desfavorecidas, este efecto puede ser especialmente pronunciado dada la mayor brecha entre las imágenes idealizadas y las capacidades reales.
Los estereotipos de clase social en la publicidad pueden reforzar los prejuicios y las barreras sociales existentes. Si bien las investigaciones muestran una disminución de los estereotipos de género en la publicidad en las últimas décadas, los estereotipos de clase siguen prevaleciendo. Esto puede contribuir a la normalización de la desigualdad social y obstaculizar la movilidad social.
Las percepciones distorsionadas de la estructura social se forman como resultado de la representación desproporcionada de las clases sociales en la publicidad. Las investigaciones muestran que, incluso cuando los ingresos reales de la clase media disminuyen y la desigualdad económica aumenta, casi la mitad de los estadounidenses sigue identificándose como clase media. Esta discrepancia entre la percepción y la realidad puede deberse en parte a las imágenes de clase media que predominan en la publicidad.
El efecto bumerán se produce cuando un mensaje publicitario provoca una respuesta contraria a las intenciones del anunciante. Miembros de diferentes clases sociales pueden mostrar distinta susceptibilidad a este efecto. Por ejemplo, los consumidores con un alto nivel educativo y pensamiento crítico pueden ser más escépticos ante los intentos directos de persuasión, lo que reduce la eficacia de los mensajes publicitarios directos para este público.
Investigación empírica y casos
Numerosos estudios empíricos confirman la importante influencia del estatus social y los ingresos en la percepción de la publicidad y el comportamiento del consumidor. Analicemos varios estudios clave en este ámbito.
El estudio de Haymond (2022) analizó el impacto del nivel socioeconómico en el comportamiento del consumidor y su actitud hacia la imagen de marca. Se compararon datos de personas de diferente nivel socioeconómico para identificar diferencias en la percepción de la publicidad dirigida a distintos públicos. El estudio reveló que el grupo de alto nivel socioeconómico mostró puntuaciones medias más altas en cada una de las variables examinadas relacionadas con la actitud hacia la marca y el comportamiento del consumidor.
Scheininger realizó un estudio a gran escala que comparó la influencia de la clase social y los ingresos en el comportamiento del consumidor. Los resultados mostraron que, de las 19 categorías de bienes y servicios analizadas, la clase social fue un factor más significativo en ocho casos, mientras que los ingresos lo fueron en cuatro. El estudio confirmó que los ingresos explican mejor los hábitos de compra de productos menos visibles y con gastos significativos, mientras que la clase social es más importante para productos que reflejan valores de estilo de vida o productos más visibles y costosos asociados con símbolos de clase.
O’Guinn y Paulson (2021) analizaron más de 1300 anuncios impresos entre 1950 y 2015 y descubrieron que las clases media, media alta y alta estaban significativamente sobrerrepresentadas en comparación con su proporción real en la sociedad. Al mismo tiempo, la clase trabajadora y las clases bajas estaban subrepresentadas. Los investigadores concluyeron que esta distorsión en la representación de las clases sociales puede contribuir a la ilusión de pertenecer a la clase media, incluso cuando los indicadores económicos indican lo contrario.
Las investigaciones en la región asiática muestran que los especialistas en marketing a menudo evitan deliberadamente representar a la clase trabajadora en la publicidad, incluso cuando la mayoría de sus consumidores pertenecen a las clases sociales C y D. Esto se debe a la creencia de que la clase trabajadora aspira a comprar productos “premium” y prefiere ver el estilo de vida de las clases sociales más altas en la publicidad.
Prácticas de segmentación publicitaria por clases sociales
La industria publicitaria utiliza activamente información sobre clases sociales y grupos de ingresos para segmentar y personalizar los mensajes publicitarios. Estas prácticas han evolucionado desde enfoques relativamente simples hasta soluciones algorítmicas complejas en el entorno digital.
Tradicionalmente, la segmentación por clase social se realizaba mediante la selección de canales de comunicación adecuados: revistas de moda para las clases alta y media-alta, televisión de masas para la clase media, periódicos y radio locales para la clase trabajadora. Este enfoque sigue siendo relevante, pero se complementa con nuevos métodos en el entorno digital.
Las plataformas digitales modernas permiten la microsegmentación basada en datos demográficos, intereses, patrones de comportamiento y ubicación de los usuarios. Estas métricas suelen servir como indicadores indirectos de la clase social y los ingresos. Por ejemplo, los datos de geolocalización pueden indicar la residencia en zonas con un determinado perfil socioeconómico, mientras que los intereses y las búsquedas pueden correlacionarse con el nivel educativo y la situación profesional.
El marketing aspiracional busca apelar al deseo de los consumidores de movilidad social mediante la adquisición de ciertos bienes y servicios. Este enfoque es especialmente común cuando se dirige a las clases media y media-baja. El mensaje publicitario muestra un estilo de vida superior al estatus actual del público objetivo, creando la sensación de que existe la posibilidad de mejorar su estatus social mediante el consumo.
A pesar de las posibilidades de segmentación, muchas marcas siguen dirigiéndose a la clase media, incluso cuando la mayoría de sus consumidores pertenecen a la clase trabajadora. Esto se debe tanto a los sesgos de los propios profesionales del marketing como a la creencia de que mostrar un estilo de vida de clase media es más eficaz para impulsar las ventas.
La brecha cultural entre los profesionales del marketing, predominantemente de clase media y alta, y los consumidores de clase trabajadora, dificulta la creación de mensajes publicitarios auténticos y contundentes para estos últimos. Las investigaciones demuestran que los profesionales del marketing y la publicidad ven el mundo de forma diferente a los consumidores de clase trabajadora, lo cual se refleja en el contenido que crean.
Aspectos éticos de la segmentación socioeconómica en la publicidad
La práctica de segmentar la publicidad en función de la clase social y los grupos de ingresos plantea una serie de cuestiones éticas que requieren la atención tanto de la industria publicitaria como de los reguladores y de la sociedad en su conjunto.
La escasa representación de la clase trabajadora y desfavorecida en la publicidad plantea interrogantes sobre la responsabilidad social de los anunciantes. Cuando grupos sociales enteros son excluidos sistemáticamente del panorama mediático o retratados de forma estereotipada, esto puede contribuir a su marginación y exclusión social. Desde una perspectiva de justicia social, la industria publicitaria tiene la responsabilidad de ofrecer un reflejo más equilibrado y realista de la sociedad.
La explotación de la vulnerabilidad financiera ocurre cuando la publicidad se dirige a consumidores de bajos ingresos con productos y servicios que pueden agravar sus dificultades financieras. Algunos ejemplos incluyen la publicidad de préstamos rápidos con altas tasas de interés, loterías y otros productos financieros potencialmente perjudiciales para los grupos financieramente vulnerables. Resulta especialmente preocupante la focalización de estos productos en zonas de bajo nivel socioeconómico.
El refuerzo del materialismo y el consumismo a través de la publicidad puede tener consecuencias especialmente negativas para los estratos sociales más bajos. Cuando las personas con recursos económicos limitados se ven constantemente expuestas a publicidad que promueve valores consumistas y muestra un nivel de vida inalcanzable para ellas, esto puede generar estrés financiero, insatisfacción vital y problemas psicológicos.
La formación de una percepción distorsionada de la realidad social ocurre cuando la publicidad exagera sistemáticamente la prevalencia de las clases media y alta. Esto puede generar una percepción errónea del propio estatus social y de los problemas sociales, como la desigualdad económica. Este problema se agrava durante períodos de crisis y recesión económica, cuando la brecha entre las imágenes publicitarias de bienestar y la realidad económica se hace especialmente evidente.
La brecha cultural entre los anunciantes y el público de clase trabajadora plantea interrogantes sobre la necesidad de una mayor diversidad en la industria publicitaria. Cuando el 70% de los profesionales del marketing proviene de las clases sociales A y B, en comparación con solo el 29% de la población general, existe un desajuste sistemático entre las visiones del mundo de los anunciantes y las de una parte significativa de su público.
Tendencias modernas y perspectivas de desarrollo
En los últimos años, se han observado diversas tendencias significativas que afectan la relación entre el estatus social, los ingresos y la percepción publicitaria. Estas tendencias reflejan tanto cambios tecnológicos como cambios en las actitudes y valores sociales.
La creciente inclusión en la publicidad se está convirtiendo en una tendencia notable, aunque se centra principalmente en la diversidad racial, de género y de edad, con menos atención a la diversidad socioeconómica. Algunas marcas están empezando a reconocer la necesidad de representar con mayor autenticidad las diferentes clases sociales, alejándose de las imágenes estereotipadas de la clase trabajadora. Cabe destacar que el mayor progreso en este sentido se observa en países con menor estratificación social.
La fragmentación del panorama mediático y la personalización algorítmica del contenido crean "burbujas de información" en las que consumidores de diferentes clases sociales pueden ver mensajes publicitarios completamente distintos. Esto puede reforzar las diferencias sociales existentes y abrir oportunidades para una segmentación más precisa que tenga en cuenta las necesidades y valores reales de los diferentes grupos socioeconómicos.
El auge del marketing basado en valores crea nuevas oportunidades para superar las brechas de clase en la publicidad. Los valores en torno a la sostenibilidad, la responsabilidad social y la autenticidad pueden conectar con consumidores de todas las clases sociales, sentando las bases para estrategias publicitarias más inclusivas.
El impacto económico de la pandemia de COVID-19 ha exacerbado las diferencias socioeconómicas y ha puesto de relieve la desigualdad de clases, especialmente en Asia. Esto incentiva una representación más consciente de las diferentes clases sociales en la publicidad y un análisis más profundo de sus necesidades y valores.
El desarrollo de métodos de investigación y herramientas analíticas nos permite rastrear con mayor precisión la influencia del estatus social y los ingresos en la percepción de la publicidad y el comportamiento del consumidor. El uso de big data, neuromarketing e investigación cualitativa abre nuevas oportunidades para identificar matices sutiles en la interacción de los factores socioeconómicos y el impacto publicitario.
El impacto de la publicidad en la autopercepción del estatus social
La publicidad desempeña un papel fundamental en la percepción que las personas tienen de su propio estatus social, influyendo en su autoestima e identificación con ciertos grupos sociales. Este aspecto del impacto publicitario tiene importantes consecuencias psicológicas y sociales.
Las investigaciones demuestran que la exageración sistemática de las clases media y alta en la publicidad puede generar una percepción distorsionada de la estructura social. A pesar de la disminución de los ingresos reales de la clase media y el aumento de la desigualdad económica, una parte significativa de la población continúa identificándose con ella. Esta ilusión cognitiva se explica en parte por la exposición constante a imágenes de la clase media que predominan en la publicidad.
El mecanismo de comparación social lleva a las personas a evaluar su estatus social comparándose con grupos de referencia. Cuando la principal fuente de estas comparaciones es la publicidad que muestra predominantemente a las clases media y alta, esto puede conducir a una distorsión sistemática de la autoevaluación del estatus social. Los representantes de los estratos sociales más bajos, para quienes la brecha entre la imagen publicitaria y la realidad es más significativa, son especialmente vulnerables a este efecto.
El fenómeno de la «falsa conciencia» se produce cuando las personas se identifican con una clase social que no se corresponde con su posición objetiva en los indicadores económicos. Por ejemplo, los trabajadores cualificados con ingresos relativamente altos pueden identificarse con la clase media a pesar de carecer del nivel educativo, la posición profesional o el capital cultural correspondientes. La publicidad contribuye a la formación de esta «falsa conciencia» al asociar ciertas prácticas de consumo con la pertenencia a grupos sociales.
El malestar psicológico y el estrés financiero pueden surgir cuando las personas se esfuerzan por mantener un nivel de consumo acorde con su autopercepción de clase media a pesar de sus recursos financieros limitados. La publicidad que apela a los bienes de estatus como indicadores de pertenencia social puede incrementar este malestar al crear la necesidad de comprar ciertos bienes para confirmar el propio estatus social.
Diferencias en la percepción de la publicidad en distintas etapas de la vida
La edad y el ciclo vital influyen significativamente en la relación entre el estatus social, los ingresos y la percepción publicitaria. En las distintas etapas de la vida, las personas presentan distintos patrones de consumo y responden de forma distinta a los mensajes publicitarios.
La adolescencia y la adultez temprana se caracterizan por una alta susceptibilidad a la influencia social y la formación de la identidad a través del consumo. Los adolescentes suelen inclinarse por la ropa de moda, los productos de belleza y la tecnología que reflejan su identidad social y la influencia de sus pares. En esta etapa, la clase social de los padres determina las oportunidades económicas, pero los propios adolescentes pueden buscar identificarse con otros grupos sociales a través de sus prácticas de consumo. La publicidad dirigida al público juvenil suele apelar al estilo y al estatus social.
La mediana edad se caracteriza por un enfoque en las compras familiares, como vivienda, automóviles y productos educativos para niños. En esta etapa, la clase social y los ingresos determinan conjuntamente el comportamiento del consumidor; las restricciones de ingresos pueden ajustar las preferencias del consumidor, determinadas por la clase social. Las personas de mediana edad de diferentes clases sociales presentan las diferencias más pronunciadas en la percepción de la publicidad y el comportamiento del consumidor.
La vejez y la jubilación conllevan un cambio de prioridades hacia bienes y servicios relacionados con la salud y actividades de ocio que mejoran la calidad de vida. En esta etapa, la influencia de la clase social puede aumentar, ya que el nivel educativo, el capital cultural y las redes sociales formadas a lo largo de la vida determinan la forma en que se invierte en ocio y atención sanitaria. La publicidad dirigida a los consumidores mayores debe tener en cuenta estas diferencias, evitando representaciones estereotipadas de las personas mayores.
Un aspecto importante es que las transiciones entre etapas de la vida pueden ir acompañadas de cambios en el estatus social y los ingresos, lo que exige una adaptación del comportamiento del consumidor. Por ejemplo, la jubilación suele ir acompañada de una disminución de los ingresos, manteniendo el estatus social, lo que puede generar tensión entre las prácticas habituales de consumo y las nuevas limitaciones financieras.
Diferencias culturales en la percepción de la publicidad en el contexto del estatus social
Los factores culturales modifican significativamente la relación entre el estatus social, los ingresos y la percepción publicitaria. Cada sociedad tiene diferentes sistemas de estratificación social, lo cual se refleja en la forma en que las clases sociales se representan en la publicidad y en cómo las perciben los consumidores.
En las culturas colectivistas (comunes en muchos países asiáticos), el estatus social suele estar determinado por la posición familiar o grupal, más que por los logros individuales. En estas sociedades, la publicidad que apela a la pertenencia a un grupo y a la conformidad con las expectativas sociales puede ser más eficaz en todas las clases sociales. Por ejemplo, en China, la publicidad que retrata la armonía familiar y la aprobación social tiene eco en los consumidores, independientemente de su clase social.
En las culturas individualistas (típicas de las sociedades occidentales), el énfasis se centra en el logro personal y la autoexpresión a través del consumo. En estas sociedades, la publicidad suele apelar a la individualidad y la singularidad, especialmente para las clases sociales altas. Los representantes de las clases sociales bajas en culturas individualistas pueden experimentar un mayor malestar psicológico al no estar a la altura de los ideales publicitarios debido al énfasis en la responsabilidad personal por el estatus social.
La movilidad social en una sociedad influye significativamente en la percepción de la publicidad por parte de las diferentes clases sociales. En sociedades con alta movilidad social (p. ej., algunos países del norte de Europa), las diferencias entre clases sociales en el comportamiento del consumidor pueden ser menos pronunciadas, y la publicidad basada en aspiraciones es menos efectiva. En sociedades con baja movilidad social (p. ej., algunos países latinoamericanos o asiáticos), el consumo se utiliza a menudo como un sustituto simbólico de la movilidad real, lo que aumenta la efectividad de la publicidad basada en aspiraciones.
La experiencia histórica de un país también influye en la percepción de las diferencias de clase en la publicidad. Por ejemplo, en países postsocialistas, la actitud hacia el consumo ostentoso y las diferencias de clase presenta características específicas asociadas a la experiencia histórica del igualitarismo y la consiguiente marcada diferenciación social. En estas sociedades, la publicidad que apela abiertamente a las diferencias de clase puede provocar reacciones ambiguas.
La globalización de los medios de comunicación crea una situación en la que consumidores de diferentes países y culturas se ven expuestos a imágenes publicitarias similares, que a menudo reflejan las ideas occidentales sobre las clases sociales y el consumo. Esto puede generar aspiraciones de consumo globales que no siempre se corresponden con las realidades socioeconómicas locales.
Métodos de estudio de la percepción de la publicidad por diferentes grupos sociales
El estudio de la relación entre el estatus social, los ingresos y la percepción publicitaria requiere el uso de diversos métodos de investigación, cada uno con sus propias ventajas y limitaciones. La combinación de diferentes enfoques permite una comprensión más completa y matizada de los fenómenos estudiados.
Los métodos cuantitativos incluyen encuestas, experimentos y análisis de datos secundarios. Permiten identificar patrones estadísticos y comprobar hipótesis sobre las relaciones causales entre las características socioeconómicas y la percepción de la publicidad. Por ejemplo, los experimentos con exposición controlada a diferentes tipos de publicidad por parte de representantes de distintas clases sociales permiten medir reacciones cognitivas, emocionales y conductuales inmediatas. Una limitación de los métodos cuantitativos es su insuficiente sensibilidad a los factores culturales y contextuales.
Los métodos cualitativos incluyen entrevistas a profundidad, grupos focales y observaciones etnográficas. Estos proporcionan datos valiosos y contextualizados sobre cómo las personas de diferentes clases sociales interpretan los mensajes publicitarios y los integran en sus experiencias. Por ejemplo, los estudios etnográficos de las prácticas de consumo en hogares de diferentes clases sociales pueden revelar formas inesperadas de interactuar con la publicidad y las marcas. Una limitación de los métodos cualitativos es la dificultad de generalizar los hallazgos a poblaciones más amplias.
El análisis de contenido publicitario permite un estudio sistemático de la representación de las clases sociales en los mensajes publicitarios. Este método puede aplicarse tanto a medios tradicionales (publicidad impresa, anuncios de televisión) como a formatos digitales (publicidad online, redes sociales). El análisis puede centrarse en elementos visuales (vestimenta, entorno, actividades), marcadores lingüísticos de clase social, valores transmitidos y mensajes implícitos sobre la estratificación social.
Los métodos de neuromarketing incluyen el seguimiento ocular, las respuestas fisiológicas y la neuroimagen. Estos métodos nos permiten estudiar las reacciones inconscientes a la publicidad, que pueden variar según la clase social. Por ejemplo, medir la activación de diferentes regiones cerebrales al ver un anuncio puede revelar diferencias en las respuestas emocionales y cognitivas que no se detectan mediante autoinforme. Las limitaciones de los métodos de neuromarketing incluyen su alto coste y la dificultad para interpretar los resultados.
Los estudios longitudinales rastrean los cambios en la percepción publicitaria y el comportamiento del consumidor a lo largo del tiempo, lo que nos permite estudiar la dinámica de estos procesos en diferentes grupos sociales. Resultan especialmente valiosos los datos sobre cómo las crisis económicas, las transformaciones sociales y las transiciones personales entre clases sociales afectan las interacciones con la publicidad.
Recomendaciones para desarrollar estrategias publicitarias teniendo en cuenta la diferenciación social
Comprender las diferencias en la percepción de la publicidad por parte de representantes de distintas clases sociales y grupos de ingresos nos permite desarrollar estrategias publicitarias más efectivas y éticas. Estas recomendaciones buscan superar los problemas existentes y aprovechar las oportunidades que ofrece la diferenciación social.
La representación auténtica de las diferentes clases sociales en la publicidad ayuda a conectar más profundamente con un público diverso. En lugar de representar estereotipadamente a la clase trabajadora o excluirla de la publicidad, se anima a las empresas a mostrar situaciones realistas de la vida de diferentes grupos sociales que reflejen sus valores y experiencias. Esto requiere la participación de especialistas de diferentes contextos socioeconómicos en la creación de la publicidad y la realización de investigaciones para identificar perspectivas auténticas sobre cada grupo objetivo.
Los mensajes basados en valores pueden trascender las diferencias de clase al apelar a valores humanos universales compartidos por personas independientemente de su estatus social. Las investigaciones demuestran que valores como el cuidado de la familia, la honestidad, la compasión y la búsqueda de la justicia resuenan entre consumidores de diferentes clases sociales. Es importante adaptar la forma de transmitir estos mensajes a los códigos culturales y las características lingüísticas de los diferentes grupos sociales.
La segmentación del público según características socioeconómicas debe realizarse con cuidado, evitando simplificaciones y estereotipos. Las investigaciones demuestran que tanto la clase social como los ingresos influyen en el comportamiento del consumidor, aunque con distintos grados de relevancia según la categoría de producto. Se recomienda considerar estos factores de forma integral, considerando también las características psicográficas y las circunstancias vitales de los consumidores.
Optimizar la proporción de elementos funcionales y simbólicos en la publicidad según el público objetivo. Para los grupos de bajos ingresos, los mensajes que enfatizan los beneficios funcionales y la relación calidad-precio son más efectivos, mientras que para las clases sociales altas, los aspectos simbólicos y la adecuación del producto a su identidad son más importantes. Es importante evitar un tono condescendiente al dirigirse a los consumidores de bajos ingresos y reconocer el valor de sus decisiones de compra.
Evitar la explotación de la vulnerabilidad financiera al dirigirse a consumidores de bajos ingresos. Las prácticas publicitarias éticas incluyen proporcionar información veraz sobre el producto, evitar técnicas manipuladoras y respetar las limitaciones financieras del público. Se anima a las empresas a desarrollar ofertas que realmente satisfagan las necesidades y capacidades de los consumidores de bajos ingresos, en lugar de simplemente adaptar las comunicaciones publicitarias a ellos.
Desarrollo de marca a largo plazo que atraiga a diferentes clases sociales. Las investigaciones demuestran que las marcas que han forjado vínculos significativos con consumidores de diferentes grupos sociales demuestran mayor resiliencia durante períodos de inestabilidad económica. Para lograr este objetivo, se recomienda desarrollar diferentes líneas de productos que satisfagan las necesidades de los distintos segmentos, manteniendo al mismo tiempo los valores y la identidad de marca comunes.
Contexto socioeconómico de la percepción publicitaria
La percepción de la publicidad por parte de representantes de diferentes clases sociales y grupos de ingresos se produce en un contexto socioeconómico específico, lo que puede modificar significativamente estos procesos. Comprender este contexto es necesario para la correcta interpretación de los datos de investigación y el desarrollo de estrategias publicitarias eficaces.
Los ciclos económicos influyen significativamente en la percepción de la publicidad por parte de diferentes grupos sociales. Durante períodos de crecimiento económico y estabilidad, las diferencias en el comportamiento del consumidor entre clases sociales pueden aumentar, ya que las clases altas tienen la oportunidad de un consumo aún más ostentoso. Durante períodos de recesión y crisis económica, estas diferencias pueden atenuarse (debido a una disminución general del consumo) o exacerbarse (debido a la distribución desigual de las dificultades económicas). Al mismo tiempo, la publicidad que no tiene en cuenta el contexto económico puede provocar reacciones negativas entre los consumidores que enfrentan dificultades financieras.
El nivel de desigualdad económica en una sociedad determina el alcance de las diferencias entre clases sociales en sus oportunidades y preferencias de consumo. En países con altos niveles de desigualdad (p. ej., algunos países latinoamericanos o asiáticos), las diferencias entre clases sociales en la percepción de la publicidad y el comportamiento del consumidor son más pronunciadas. En países con bajos niveles de desigualdad (p. ej., los países escandinavos), estas diferencias pueden ser menos perceptibles, lo que requiere enfoques más sutiles para la segmentación de la audiencia.
La urbanización y las diferencias geográficas crean una dimensión adicional de diferenciación socioeconómica. Las diferencias entre los residentes urbanos y rurales en cuanto al acceso a la información, las preferencias de consumo y la percepción de la publicidad pueden ser tan significativas como las diferencias entre clases sociales. Al mismo tiempo, la estratificación social suele ser más pronunciada en las grandes ciudades, con una marcada segregación espacial entre los diferentes grupos sociales, lo que afecta su contacto con los distintos formatos publicitarios.
La brecha digital en el acceso a internet y a las tecnologías digitales crea barreras adicionales para que las clases sociales más desfavorecidas obtengan información e interactúen con las marcas. Al mismo tiempo, la proliferación de teléfonos inteligentes e internet móvil en algunos países en desarrollo genera oportunidades para superar esta desigualdad. Los anunciantes deben considerar las diferencias en el acceso a los canales digitales y los niveles de alfabetización digital al desarrollar campañas publicitarias para diferentes grupos sociales.
Las políticas gubernamentales en materia de seguridad social, impuestos y regulación publicitaria también influyen en la percepción que los diferentes grupos sociales tienen de la publicidad. En países con un sistema de protección social desarrollado, la vulnerabilidad financiera de las clases más desfavorecidas puede ser menor, lo que reduce su sensibilidad a los factores de precio en la publicidad. La regulación de la publicidad de ciertas categorías de productos (p. ej., alcohol, tabaco, servicios financieros) puede tener como objetivo proteger a los grupos sociales vulnerables de prácticas de marketing potencialmente perjudiciales.
Síntesis del conocimiento moderno sobre la percepción de la publicidad en el contexto del estatus social y los ingresos
El estado actual de la investigación en el campo de la relación entre el estatus social, el ingreso y la percepción de la publicidad permite formular una serie de disposiciones generales que integran diversos aspectos de esta cuestión.
La interacción entre el estatus social y los ingresos en la configuración del comportamiento del consumidor es compleja y no lineal. La clase social predice mejor el consumo de bienes asociados con el estilo de vida y los valores simbólicos, mientras que los ingresos son más significativos para los bienes que requieren un gasto considerable. Este patrón se manifiesta tanto en las reacciones inmediatas a la publicidad como en las prácticas de consumo a largo plazo.
La representación de las clases sociales en la publicidad se caracteriza por un desequilibrio sistemático, con imágenes predominantes de las clases media y alta, mientras que la clase trabajadora y los pobres están subrepresentados. Esto crea una percepción distorsionada de la estructura social y puede contribuir a la creación de una ilusión de pertenencia a la clase media en las personas, incluso cuando su situación económica no se ajusta a criterios objetivos.
Los mecanismos psicológicos de la percepción publicitaria, como la comparación social, la reactancia psicológica y la disonancia cognitiva, funcionan de forma diferente en representantes de distintas clases sociales. Estas diferencias están determinadas no solo por la capacidad económica, sino también por el nivel educativo, el capital cultural y la socialización en un entorno determinado.
Los efectos publicitarios no deseados, como el materialismo, la idealización y los estereotipos, pueden tener consecuencias negativas más pronunciadas para los miembros de las clases sociales más bajas. Esto se debe a la mayor brecha entre las imágenes publicitarias de bienestar y sus circunstancias reales, lo que puede generar estrés financiero, baja autoestima e insatisfacción vital.
Los factores culturales y contextuales modifican significativamente la relación entre el estatus social, los ingresos y la percepción publicitaria. Las diferencias entre culturas individualistas y colectivistas, el nivel de desigualdad económica, la experiencia histórica y la situación económica actual determinan las particularidades de estas relaciones en diferentes sociedades.
Los aspectos éticos de la segmentación por características socioeconómicas cobran cada vez mayor importancia en el contexto de la creciente desigualdad económica y la digitalización de la publicidad. Desarrollar prácticas publicitarias éticas que consideren los intereses y las necesidades de los diferentes grupos sociales se está convirtiendo en un requisito previo para un marketing socialmente responsable.
Las tendencias actuales, incluido el aumento de la inclusión en la publicidad, la fragmentación del panorama de los medios y el auge del marketing basado en valores, están creando nuevas oportunidades para superar las brechas de clase en las percepciones publicitarias y construir conexiones más profundas y auténticas con los consumidores de todos los grupos sociales.