Pieter Brueghel The Elder – Childrens games
Ubicación: Museum of Art History, Vienna (Kunsthistorisches Museum).
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La obra presenta una escena bulliciosa y densamente poblada que transcurre en un espacio urbano al aire libre. El foco principal reside en la multitud de niños absortos en diversas actividades lúdicas. Se observa una amplia gama de juegos infantiles: carreras, peleas simuladas, saltos, giros de aros, lanzamiento de piedras y otras travesuras típicas de la niñez. La composición es caótica, sin un punto focal evidente; la atención se dispersa entre las numerosas figuras en movimiento.
El autor ha representado una gran cantidad de personajes, tanto niños como adultos que observan o participan marginalmente en los juegos. La vestimenta sugiere un contexto social modesto, con atuendos sencillos y colores apagados predominantes. La arquitectura del fondo – edificios de piedra con ventanas arqueadas y tejados a dos aguas – establece una ubicación urbana, posiblemente una plaza o patio comunitario.
Sin embargo, bajo la aparente inocencia de los juegos infantiles, se vislumbran subtextos más complejos. La violencia implícita en algunas interacciones – niños golpeándose, peleas con palos – sugiere una representación no idealizada de la infancia, sino más bien una visión realista que incluye aspectos agresivos y competitivos. La presencia de adultos observando sin intervenir podría interpretarse como una indiferencia hacia las actividades de los niños o incluso como una aceptación tácita de su comportamiento rudo.
Además, se percibe un cierto desorden y falta de supervisión en la escena. Los objetos dispersos – barriles, piedras, juguetes rotos – contribuyen a una atmósfera de caos controlado. La pintura podría ser una reflexión sobre la naturaleza humana, mostrando cómo los instintos básicos, como el juego y la rivalidad, se manifiestan desde temprana edad. La abundancia de figuras y actividades también puede interpretarse como una metáfora de la vida cotidiana, con sus alegrías, conflictos y pequeñas tragedias. La paleta cromática terrosa y la atención al detalle en las expresiones faciales y los gestos sugieren un interés por capturar la complejidad del mundo real, más allá de una simple representación idílica de la infancia.