Pieter Brueghel The Elder – Big Fish Eat Little Fish
Ubicación: Albertina Graphic Arts Collection, Vienna (Graphische Sammlung Albertina).
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En este grabado se observa una escena compleja y detallada que transcurre en un entorno acuático. El elemento central es un pez de dimensiones colosales, cuya boca abierta devora a numerosos individuos humanos. La representación no busca el realismo anatómico; la escala del pez es evidentemente exagerada, enfatizando su poderío sobre las figuras humanas.
Dentro del vientre del pez, se aprecia una multitud de personas en diversas posturas: algunos luchan por escapar, otros parecen resignados o incluso indiferentes a su destino. La composición interna del pez sugiere un espacio caótico y claustrofóbico, donde la jerarquía social parece desdibujarse. Se distinguen figuras vestidas con ropas que podrían indicar diferentes clases sociales, incluyendo individuos con atuendos más modestos y otros con indumentaria más elaborada.
En el exterior, a lo largo de la orilla del agua y en pequeñas embarcaciones, se ven otras personas pescando o observando la escena. Algunos parecen ajenos al drama que se desarrolla, concentrados en su propia actividad; otros muestran signos de sorpresa o temor. Un hombre, situado sobre una estructura elevada, parece extraer peces más pequeños del agua, estableciendo un paralelismo visual con el pez gigante y sus presas humanas.
El fondo del grabado presenta un paisaje urbano difuso, con edificios y torres que sugieren una ciudad en la distancia. La presencia de animales como aves e insectos añade dinamismo a la composición.
Subtextualmente, esta obra parece aludir a la naturaleza implacable del poder y la voracidad de las estructuras sociales. El pez gigante puede interpretarse como una metáfora de instituciones o individuos que se aprovechan de los más débiles. La indiferencia o pasividad de algunos personajes sugiere una crítica a la complicidad silenciosa ante la injusticia. La inclusión de figuras de diferentes clases sociales dentro del vientre del pez podría indicar que nadie está exento de ser víctima de esta dinámica opresiva. El acto mismo de pescar, tanto el pequeño como el grande, puede simbolizar la constante lucha por la supervivencia y la perpetuación de un ciclo de depredación. La obra, en su conjunto, invita a una reflexión sobre las relaciones de poder, la desigualdad social y la fragilidad humana frente a fuerzas superiores.