Konstantin Andreevich Somov – Harlequin and lady
На эту операцию может потребоваться несколько секунд.
Информация появится в новом окне,
если открытие новых окон не запрещено в настройках вашего браузера.
Для работы с коллекциями – пожалуйста, войдите в аккаунт (abrir en nueva ventana).
Поделиться ссылкой в соцсетях:
No se puede comentar Por qué?
En el lienzo se observa una pareja elegantemente vestida en un jardín nocturno. La figura femenina, ataviada con un opulento vestido rojo y blanco de corte rococó, destaca por su elaborada peluca adornada con plumas y su máscara negra que oculta la parte superior de su rostro. Su postura sugiere coquetería y una leve inclinación hacia el acompañante.
El hombre, también enmascarado, luce un traje a rayas verticales en tonos azules y rojos, complementado con un sombrero emplumado. Se acerca a la mujer, extendiendo su mano como si invitara al baile o a un gesto más íntimo. La cercanía física de ambos personajes y sus miradas sugieren una conexión afectiva, aunque velada por el anonimato que proporcionan las máscaras.
El entorno es fundamental para comprender la escena. El jardín, bañado por la luz tenue de la noche, está poblado de vegetación exuberante y figuras secundarias en segundo plano, aparentemente involucradas en un festejo o baile. La presencia de una escultura clásica a la derecha añade un elemento de sofisticación y alude a la cultura de los salones aristocráticos del siglo XVIII.
La paleta cromática se centra en tonos cálidos como el rojo, el dorado y el rosa, contrastados con los azules y negros del vestuario masculino y las sombras nocturnas. Esta elección contribuye a crear una atmósfera festiva y sensual.
Subyacentemente, la pintura explora temas de seducción, misterio y juego social. Las máscaras no solo esconden identidades, sino que también permiten una liberación de convenciones sociales y morales. La escena puede interpretarse como una representación del cortejo amoroso en un contexto aristocrático, donde el engaño, la intriga y la búsqueda del placer son elementos habituales. El jardín nocturno se convierte así en un espacio propicio para encuentros furtivos y pasiones ocultas. La obra sugiere una crítica implícita a las normas sociales de la época, al tiempo que celebra la belleza efímera y el encanto de la vida cortesana.