Elbrus. Moonlight night Arhip Kuindzhi (Kuindschi) (1842-1910)
Arhip Kuindzhi – Elbrus. Moonlight night
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Pintor: Arhip Kuindzhi (Kuindschi)
Ubicación: The State Tretyakov Gallery, Moscow (Государственная Третьяковская галерея).
"Elbrus. La noche iluminada por la luna" es un boceto de Arkhip Kuindzhi sobre la naturaleza del Cáucaso. El boceto se considera un trabajo preparatorio antes de la pintura. Está ejecutado con pinturas al óleo sobre papel. El artista ruso siempre se ha sentido atraído por la luz de la luna. Creía que la noche revela los secretos más íntimos de la naturaleza y la esencia de las cosas. La cima de una cordillera y el valle de un río tienen un aspecto completamente diferente a una hora tardía.
Descripción del cuadro de Arkhip Kuindzhi "Elbrus. Noche de luna".
"Elbrus. La noche iluminada por la luna" es un boceto de Arkhip Kuindzhi sobre la naturaleza del Cáucaso. El boceto se considera un trabajo preparatorio antes de la pintura. Está ejecutado con pinturas al óleo sobre papel.
El artista ruso siempre se ha sentido atraído por la luz de la luna. Creía que la noche revela los secretos más íntimos de la naturaleza y la esencia de las cosas. La cima de una cordillera y el valle de un río tienen un aspecto completamente diferente a una hora tardía. La luz de las estrellas y la luz nocturna son suficientes para distinguir las rocas y el casquete nevado del monte Elbrus. Es el mayor volcán de la parte europea del continente, que duerme profundamente. La grandeza de la naturaleza y la fragilidad de la vida humana son los temas principales del cuadro.
Kuindzhi es un digno alumno de Ivan Aivazovsky. De su camarada mayor, Arkhip Ivanovich, adoptó el poder, la profundidad y el significado de los colores. Los fríos tonos plateados pueden transmitir no sólo el clima y los fenómenos de la naturaleza, sino también el misterio de la creación. Los colores crean un espacio tridimensional, digno de la grandeza de las montañas. En el límite de la luz y la sombra, se aprecia un borde nítido y un contraste de colores. A pesar de la sobriedad de los tonos, los detalles revelan casi toda la paleta de la que dispone el autor.
La luz de la luna es un asunto especial. A diferencia de la famosa "Noche sobre el Dniéper", el espectador no puede ver la luna. No hay fuente de luz, pero se intuye su ubicación en la esquina superior izquierda. La metamorfosis nocturna no termina ahí. Nota: el río en el fondo del desfiladero refleja la luz no de la luna, sino del pico nevado.
Como estudio artístico, el cuadro refleja magníficamente los sentimientos y las emociones, que es lo que Quindzhi quería conseguir.
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En esta obra, el autor presenta una imponente masa montañosa que domina casi por completo el campo visual. La cumbre, de forma piramidal pronunciada, se ilumina con un resplandor frío y espectral, presumiblemente proveniente de la luz lunar. Este contraste entre la luminosidad superior y las profundas sombras que envuelven las laderas crea una sensación de gran altura y aislamiento.
La paleta cromática es restringida; predominan los tonos azul oscuro, casi negros, con sutiles variaciones que sugieren texturas rocosas y glaciares. La pincelada parece deliberadamente difusa en las zonas oscuras, lo que acentúa la idea de misterio y vastedad insondable. La luz no se distribuye uniformemente; más bien, se concentra en el ápice de la montaña, delineando su forma con precisión pero dejando el resto sumido en una penumbra casi absoluta.
Se observa una marcada verticalidad que enfatiza la grandiosidad del paisaje y la pequeñez potencial de cualquier observador humano. La composición carece de elementos figurativos; no hay indicios de vida o actividad humana, lo cual refuerza la impresión de un entorno natural primordial e inalterado.
Subyacentemente, la pintura parece explorar temas relacionados con la sublimidad de la naturaleza y el poder abrumador del mundo físico. La luz lunar podría interpretarse como una metáfora de la inspiración o la revelación, mientras que las sombras profundas evocan sentimientos de temor, soledad y lo desconocido. La ausencia de referencias a la escala humana sugiere una reflexión sobre la insignificancia individual frente a la inmensidad cósmica. Existe un fuerte componente romántico en la representación; no se trata simplemente de un registro visual, sino de una experiencia emocional intensa transmitida a través del paisaje.