img178 Paul Gauguin (1848-1903)
Paul Gauguin – img178
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Pintor: Paul Gauguin
No es difícil adivinar que el cuadro El Cristo Amarillo tiene matices religiosos. Sin embargo, el público y los críticos están divididos sobre si fue un desafío al clero y al mundo cristiano en general o una llamada desesperada a quitarse el velo de la indiferencia. En el centro de la composición se encuentra la tradicional escena de Cristo crucificado. Jesús está rodeado por el paisaje bretón y los campesinos.
Descripción del cuadro de Paul Gauguin "El Cristo Amarillo"
No es difícil adivinar que el cuadro El Cristo Amarillo tiene matices religiosos. Sin embargo, el público y los críticos están divididos sobre si fue un desafío al clero y al mundo cristiano en general o una llamada desesperada a quitarse el velo de la indiferencia.
En el centro de la composición se encuentra la tradicional escena de Cristo crucificado. Jesús está rodeado por el paisaje bretón y los campesinos. Nadie parece darse cuenta del sufrimiento del Hijo de Dios, de sus tormentos y del sacrificio que hizo por la salvación de la humanidad. La gente es indiferente, va a sus asuntos cotidianos.
El efecto de indiferencia sólo se ve amplificado por la inusual combinación de colores. El papel principal en la coloración se otorga a los tonos amarillos brillantes. Se trata de los vastos campos soleados y -extrañamente- del propio Jesús. Esta técnica difumina los "límites" entre el protagonista de la imagen y el fondo.
En el momento en que el lienzo debería demostrar claramente la incompatibilidad de los protagonistas, el autor subraya deliberadamente el distanciamiento del pueblo. Cristo parece permanecer invisible, no se le da ninguna importancia y la vida sigue su curso.
También es interesante que el amarillo sea un símbolo frecuente de la sabiduría del espíritu, la santidad y la bendición divina. Recuerda a la luz helada del sol, que calienta y da vida. Esta interpretación crea un conflicto adicional con el tema del cuadro y resulta desconcertante e invita a la reflexión.
Las obras sobre el tema de la religión y la fe no son un fenómeno frecuente en Gauguin. Pero es obvio que cuando el autor toma un lienzo así, tiene algo que decir. El artista utiliza métodos poco convencionales, innovación y simbolismo. Este enfoque no puede dejar de provocar una reacción. ¿No es ése el principal objetivo del arte: transmitir los pensamientos y sentimientos de uno, hacerlos llegar a la gente e intentar, al menos un poco, cambiar el mundo a mejor?
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En el centro de la composición, se observa una figura crucificada. El cuerpo, estilizado y alargado, presenta un tono pálido con sutiles matices azulados en la zona abdominal, lo que sugiere una representación no naturalista del sufrimiento físico. La mirada del personaje está dirigida hacia arriba, transmitiendo una sensación de abandono o resignación.
La cruz, tosca y rústica, se alza sobre un paisaje ondulado dominado por tonos ocres y amarillos. Árboles con follaje denso y redondeado en tonalidades rojizas llenan el fondo, creando una atmósfera terrenal y poco convencional para la iconografía tradicional de la crucifixión. A la derecha, una pequeña figura humana se inclina hacia adelante, posiblemente en señal de lamento o contemplación.
En primer plano, dos mujeres arrodilladas flanquean la base de la cruz. La mujer a la izquierda viste un atuendo oscuro y su rostro refleja una expresión de dolor contenido; la otra, con un tocado rosado, parece sumida en la oración. Sus posturas y vestimentas sugieren que pertenecen a clases sociales humildes.
La pincelada es visible y deliberadamente plana, carente de gradaciones suaves o efectos de profundidad realistas. Esta técnica contribuye a una sensación de bidimensionalidad y enfatiza el carácter simbólico de la escena en lugar de su verosimilitud.
El contexto rural y la representación poco idealizada del cuerpo crucificado sugieren una reinterpretación de la narrativa religiosa tradicional. La ausencia de elementos grandiosos o celestiales, junto con la presencia de figuras campesinas, podría indicar un intento de acercar el sufrimiento de Cristo a la experiencia cotidiana del espectador. Se percibe una tensión entre lo sagrado y lo profano, entre la trascendencia espiritual y la realidad terrenal. La escena no se centra en la glorificación del sacrificio, sino más bien en la soledad y el dolor inherentes al mismo.