Hieronymus Bosch – Adoration of the Magi, central panel
Ubicación: Prado, Madrid.
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La escena se desarrolla ante un humilde cobertizo de madera, con el techo parcialmente desmantelado y en proceso de reparación por una figura que asciende por él. En el interior, una mujer vestida con ropas azules sostiene a un niño pequeño, quien es objeto de reverencia por parte de tres figuras masculinas ricamente ataviadas. Estas figuras presentan características fenotípicas diversas, sugiriendo orígenes geográficos distintos. El personaje central, arrodillado y ofreciendo un recipiente, destaca por su vestimenta roja y corona. A su lado, otro hombre, también con atuendos suntuosos, se inclina hacia el niño. Un tercer individuo, de tez más oscura, observa la escena con respeto.
El espacio exterior contrasta fuertemente con la intimidad del cobertizo. Se aprecia un paisaje amplio que se extiende hasta una ciudad distante, posiblemente representando un centro urbano importante. En primer plano, una multitud de personas se dirige hacia el lugar de los acontecimientos, sugiriendo la difusión de la noticia del nacimiento. La luz incide directamente sobre las figuras principales dentro del cobertizo, mientras que el exterior permanece en penumbra, acentuando la importancia del evento sagrado.
La representación del entorno rural y la sencillez de la estructura contrastan con la opulencia de los visitantes. Esta dicotomía podría interpretarse como una alusión a la humildad del nacimiento de Jesús frente a la riqueza y el poder terrenal que lo reconocen. La presencia de las figuras de diferentes etnias sugiere un mensaje universalista, indicando que la salvación ofrecida por el niño es para todos los pueblos.
La figura trabajando en el techo podría simbolizar la laboriosa preparación necesaria para recibir al Mesías o, alternativamente, representar la continuidad del trabajo cotidiano incluso ante eventos extraordinarios. La multitud en movimiento sugiere una peregrinación hacia un nuevo orden espiritual y social. El recipiente ofrecido por uno de los magos probablemente representa las ofrendas tradicionales asociadas a esta escena religiosa: oro, incienso y mirra, símbolos de realeza, divinidad y sacrificio.