Part 3 Prado Museum – Velázquez, Diego Rodríguez de Silva y -- El bufón don Sebastián de Morra
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En el lienzo se presenta la figura de un hombre sentado en el suelo, con las piernas recogidas y las manos apoyadas sobre ellas. La postura sugiere una cierta introspección o resignación, aunque no necesariamente tristeza; más bien, una quietud deliberada. El personaje viste ropas que denotan un estatus particular, pero alejado de la nobleza convencional: una levita oscura con adornos rojos y un chaleco verde oliva. Un collar blanco asoma bajo el cuello, contrastando con la barba poblada y el cabello oscuro del individuo.
La mirada del retratado es directa al espectador, intensa y penetrante. No se trata de una sonrisa amable o complaciente; su expresión es seria, casi desafiante, lo que genera un vínculo inmediato y complejo con quien observa la obra. La iluminación, concentrada en el rostro y las manos, enfatiza los rasgos individuales del hombre, destacando arrugas y detalles que sugieren una vida marcada por experiencias diversas.
El fondo oscuro y difuso contribuye a aislar al personaje, centrándose toda la atención en su figura y expresión. La pincelada es suelta y visible, característica de un estilo que busca capturar la esencia del sujeto más que una representación fotográfica precisa.
Subyace en el retrato una reflexión sobre la condición humana y las jerarquías sociales. El hombre no se presenta como un noble o un guerrero, sino como alguien al margen de los círculos de poder tradicionales. Su vestimenta, aunque elegante, es inusual para los estándares aristocráticos, lo que podría indicar su pertenencia a un grupo social diferente, quizás vinculado a la corte pero sin el mismo prestigio. La dignidad en su postura y la firmeza de su mirada sugieren una autoafirmación frente a posibles prejuicios o estigmas.
La obra parece explorar la idea del individuo como portador de una historia propia, independientemente de su posición social o apariencia externa. El artista no juzga ni idealiza al personaje; simplemente lo presenta tal cual es, invitando al espectador a reflexionar sobre su identidad y su lugar en el mundo. La ausencia de elementos contextuales refuerza esta ambigüedad, permitiendo múltiples interpretaciones sobre la vida y el significado del retratado.