Portrait of Princess Praskovya Ivanovna, niece of Peter I Ivan Nikitin (1690-1742)

El retrato presenta a una joven de mirada directa y serena. La composición se centra casi exclusivamente en la figura femenina, recortada sobre un fondo oscuro que intensifica su presencia. El autor ha empleado una paleta rica, destacando el intenso carmesí del vestido, contrastado con el blanco pálido del escote y los detalles dorados de las mangas.
La vestimenta, aunque lujosa, no es ostentosa; se observa un cierto equilibrio entre la riqueza de los materiales y una relativa sobriedad en la forma. El cabello, recogido en elaboradas ondas, enmarca el rostro con elegancia. La postura es frontal, lo que sugiere una actitud de confianza y dignidad.
La expresión facial resulta particularmente interesante. No hay rastro de afectación o artificio; la joven parece observarnos con una calma introspectiva, casi desafiante. Esta quietud podría interpretarse como un signo de fortaleza interior o, quizás, como una reserva emocional deliberada.
El drapeado del vestido y el tratamiento de las texturas sugieren un interés por capturar la realidad material, pero también se percibe una cierta idealización en los rasgos faciales. La luz incide sobre el rostro y el escote, resaltando su belleza natural.
La presencia de plumas en el atuendo podría aludir a la nobleza o a un estatus privilegiado; las aves, tradicionalmente asociadas con la libertad y la elevación social, podrían ser una metáfora del linaje de la retratada. En general, la obra transmite una sensación de poder silencioso y refinamiento aristocrático. La mirada penetrante establece una conexión directa con el espectador, invitándolo a reflexionar sobre la identidad y el carácter de la joven.