Do not touch Let me go. 1887-1895 Vasily Vereshchagin (1842-1904)
Vasily Vereshchagin – Do not touch Let me go. 1887-1895
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Pintor: Vasily Vereshchagin
El patriotismo ha estado y estará siempre de moda entre los artistas. Aunque sólo sea porque uno puede expresar vívidamente su relación con su tierra natal. Todos los artistas rusos eran bastante fieles a Rusia. Sí, hubo una moda de pintar paisajes extranjeros. Pero rápidamente muchos artistas regresaron a sus tierras natales. En cuanto a Vereshchagin, es una conversación especial. Durante mucho tiempo se le consideró un maestro de las pinturas de batalla, pero aún así era más bien un documentalista.
Descripción del cuadro de Vasily Vereshchagin "No me engañes, déjame acercarme".
El patriotismo ha estado y estará siempre de moda entre los artistas. Aunque sólo sea porque uno puede expresar vívidamente su relación con su tierra natal. Todos los artistas rusos eran bastante fieles a Rusia. Sí, hubo una moda de pintar paisajes extranjeros. Pero rápidamente muchos artistas regresaron a sus tierras natales.
En cuanto a Vereshchagin, es una conversación especial. Durante mucho tiempo se le consideró un maestro de las pinturas de batalla, pero aún así era más bien un documentalista. Esto se hizo especialmente evidente tras su serie de lienzos en Turkestán. Después de todo, el Turquestán era exótico para el Imperio Ruso. Así que mostró en sus lienzos la vida de otros pueblos, que tienen sus propias leyes, reglas y tradiciones.
La guerra es un tema especial para Vereshchagin. Vuelve a menudo sobre este delicado tema. En este lienzo, representa el poder del pueblo, que se manifestó en la Guerra Patriótica de 1812. Las unidades de partisanos campesinos se organizaban a menudo en los bosques nevados de Rusia Central. Actuaron tan bien como un verdadero ejército. Y fue un "sueño terrible" para el ejército de Napoleón, y mucho más tarde para los invasores nazis.
¿Qué hay en el lienzo? Al principio, no se ve inmediatamente a los personajes principales. La culpa la tiene el paisaje nevado del primer plano. Vereshchagin como si ocultara el poder del pueblo detrás de la fuerza de la naturaleza. Uno puede imaginarse a los partisanos en una emboscada y la columna enemiga pasa muy cerca. Pero hay que dejar que se acerquen, y al amparo del bosque ruso de invierno, esperan un momento conveniente para atacar.
De hecho, todo el lienzo está cubierto por el paisaje invernal, y sólo tras una mirada más atenta podemos encontrar las figuras de los hombres con barba que no pierden de vista a los franceses y sólo cuando el mayor da la señal de ataque, comienza la batalla.
Vereshchagin alabó así el espíritu del pueblo ruso, su fuerza, su poder y su varonil astucia.
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La obra presenta una escena invernal densa y opresiva. Un bosque cubierto por una abundante capa de nieve domina la composición. La paleta cromática se restringe a tonos fríos: blancos, grises, azules oscuros y marrones apagados, lo que refuerza la sensación de gélido aislamiento.
En el centro del encuadre, se distinguen dos figuras masculinas vestidas con ropas pesadas, probablemente abrigos largos y sombreros de piel. La figura más cercana al espectador exhibe una barba prominente y un rostro marcado por lo que parece ser sufrimiento o angustia. Su mirada está dirigida hacia la otra figura, ligeramente desenfocada en el fondo, quien a su vez parece responder con una expresión igualmente preocupada.
La luz es tenue y difusa, filtrándose apenas entre las ramas de los árboles cubiertos de nieve. Esto crea un ambiente sombrío y misterioso, donde las formas se confunden y la profundidad espacial resulta ambigua. La nieve no aparece como un elemento bello o sereno; más bien, se presenta como una masa caótica que envuelve y amenaza con ocultar a los personajes.
La composición sugiere una relación tensa entre las dos figuras. El gesto de la figura principal, con su mano extendida en un movimiento que podría interpretarse como una súplica o advertencia, es clave. La frase implícita –“No me toques, déjame ir”– evoca sentimientos de desesperación y rechazo.
Subyace a esta representación visual una fuerte carga emocional. Se percibe la lucha interna de uno de los personajes, su deseo de independencia o liberación frente a una fuerza opresora que podría simbolizarse en la otra figura o incluso en el propio entorno hostil del bosque invernal. La nieve, como elemento omnipresente, puede interpretarse como un símbolo de aislamiento, frialdad emocional o incluso muerte. La obra no ofrece respuestas fáciles; invita al espectador a reflexionar sobre temas universales como la libertad individual, la dependencia y la angustia existencial.