Healing a man born blind Jesus Christ Vasily Ivanovich Surikov (1848-1916)
Vasily Ivanovich Surikov – Healing a man born blind Jesus Christ
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Pintor: Vasily Ivanovich Surikov
V. Surikov es considerado un clarividente, que plasmó sus visiones en el lienzo. El artista no se parecía a nadie, su trayectoria creativa se vio interrumpida durante un largo periodo de tiempo. La obra "La curación del ciego" fue su primer cuadro tras una larga pausa. En esta obra transmitió su estado de ánimo. El pintor afirmó que el lienzo fue creado para sí mismo, que estaba tratando de sanar tras el duelo de su esposa. La imagen muestra a Jesús curando a un ciego.
Descripción del cuadro de Vasili Surikov "La curación del ciego".
V. Surikov es considerado un clarividente, que plasmó sus visiones en el lienzo. El artista no se parecía a nadie, su trayectoria creativa se vio interrumpida durante un largo periodo de tiempo.
La obra "La curación del ciego" fue su primer cuadro tras una larga pausa. En esta obra transmitió su estado de ánimo. El pintor afirmó que el lienzo fue creado para sí mismo, que estaba tratando de sanar tras el duelo de su esposa.
La imagen muestra a Jesús curando a un ciego. Detrás del hombro del profeta se ven las caras de los curiosos, se puede distinguir la sorpresa en sus rostros. Cristo está representado con la imagen clásica de la trama bíblica, pero su rostro es muy similar al tipo eslavo. Ciego de confusión, su rostro muestra un abanico de emociones.
Sus dedos están doblados, como si buscara un bastón o un apoyo, pues sus ojos no ven nada. Jesús expresa su serenidad, con una mano sostiene la mano del enfermo y con la otra la coloca sobre su cabeza. Todo su cuerpo expresa armonía y confianza.
El ciego, por el contrario, late en la agonía, está perdido y totalmente inseguro, no cree en un milagro, a pesar de su deseo de ver. El pintor, en la imagen del ciego, se ha encarnado a sí mismo, es decir, a su propia condición. No pudo recobrar el sentido y volver a la vida durante mucho tiempo. En la persona de Jesús aparece la creatividad del artista, que es curado por el arte. El cuadro infunde fe en la vida y una esperanza infinita.
El pintor no expuso la obra inmediatamente, sino que la creó para sí mismo, curando su alma. El maestro se dio cuenta de su ceguera e impotencia. Tuvo que volver a la vida, la curación no fue fácil para él, tuvo que liberar todos sus demonios y aceptar la ayuda del profeta.
El asombro en los rostros de los presentes se dibujaba en personas reales. Al principio todo el mundo estaba aturdido por un periodo de luto tan largo, y luego la vuelta a la vida alarmó a bastantes conocidos del maestro. Sin embargo, el maestro se reanimó.
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La composición se centra en una figura masculina que parece estar realizando un acto de curación sobre otro individuo arrodillado. El personaje activo, vestido con ropas claras –una túnica blanca y un manto azul oscuro– exhibe rasgos faciales serenos, aunque marcados por una cierta intensidad. Su mano derecha descansa suavemente sobre el rostro del hombre que se encuentra frente a él, mientras que la izquierda permanece extendida en un gesto de ofrecimiento o guía.
El individuo arrodillado presenta una apariencia contrastante. Sus facciones son toscas y expresan sufrimiento; su piel es oscura y sus ojos parecen hundidos. Su vestimenta es sencilla y austera, con tonos terrosos predominantes. Sostiene un bastón en la mano izquierda, lo que sugiere dependencia o limitación física previa.
El fondo de la pintura está envuelto en una penumbra densa, apenas iluminado por una luz tenue que focaliza la atención sobre los dos personajes principales. Se distinguen vagamente otras figuras humanas observando la escena desde un segundo plano, aunque sus rostros son difíciles de discernir con precisión.
La paleta cromática es sobria y dominada por tonos oscuros –marrones, grises y negros– que contribuyen a crear una atmósfera de solemnidad y recogimiento. La luz, sin embargo, juega un papel crucial al resaltar los detalles esenciales y enfatizar el contraste entre la figura del sanador y el hombre necesitado de auxilio.
Subtextos potenciales:
La escena sugiere una transferencia de poder o gracia divina. El gesto de imposición de manos por parte del personaje central evoca rituales religiosos de curación y bendición. La diferencia en la apariencia física y vestimenta entre los dos individuos podría simbolizar una disparidad social o espiritual, acentuando el acto de caridad y compasión.
La oscuridad circundante y las figuras observadoras podrían representar la duda, la incredulidad o la presencia silenciosa del destino. El bastón abandonado por el hombre arrodillado alude a la superación de una condición limitante y la recuperación de la autonomía. En general, la pintura transmite un mensaje de esperanza, fe y redención, aunque matizado por un sentimiento de melancolía o introspección. La iluminación selectiva sugiere que el acto de curación es un evento extraordinario, aislado del mundo ordinario.