The Himalayas (Etude) (34) Roerich N.K. (Part 1)
Roerich N.K. – The Himalayas (Etude) (34)
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Roerich es un cantante de las montañas. Creyendo que en ellas debe vivir el hombre, las inmortalizó en sus cuadros con una terquedad y una habilidad envidiables, como si les diera una nueva vida en el papel. Shambhala, la ciudad de la gran verdad, está escondida en las montañas. El aire fino es bueno para entenderse a sí mismo, las sutiles cumbres de las montañas y sus bellezas purifican el alma, y vivir entre la naturaleza real, no domesticada por la tecnología, fortalece el cuerpo. "El Himalaya" es un retrato idealizado, en forma de canción, de las montañas, en el que aparecen misteriosas, majestuosas, legendarias.
Descripción del cuadro de Nikolai Roerich "El Himalaya".
Roerich es un cantante de las montañas. Creyendo que en ellas debe vivir el hombre, las inmortalizó en sus cuadros con una terquedad y una habilidad envidiables, como si les diera una nueva vida en el papel. Shambhala, la ciudad de la gran verdad, está escondida en las montañas. El aire fino es bueno para entenderse a sí mismo, las sutiles cumbres de las montañas y sus bellezas purifican el alma, y vivir entre la naturaleza real, no domesticada por la tecnología, fortalece el cuerpo.
"El Himalaya" es un retrato idealizado, en forma de canción, de las montañas, en el que aparecen misteriosas, majestuosas, legendarias. No sólo localidades de un país concreto, en latitudes y longitudes determinadas. Parecen haber sido trasladados al lienzo directamente de las leyendas, en las que los héroes atraviesan ríos y montañas, en las que los bogatyrs crecen hasta la cintura en la tierra, en las que los demonios devoran a los hombres y la astucia se valora al mismo nivel que la destreza militar.
Se muestran al atardecer, bañados en un cálido resplandor escarlata demasiado brillante para el amanecer. Sus laderas brillan con las llamas rojas del sol, mientras que otras, las que permanecen en la sombra, quedan ocultas por una espesa penumbra azul. Un hombre de pie en las sombras pensaría que ya es de noche.
Un hombre de pie bajo el sol sentiría que todavía es temprano en la noche. Una persona que estuviera por encima de las otras dos y subiera a la cima vería que las montañas parecen incapaces de decidir qué hora del día es. Su dualidad atrae la mirada, creando un maravilloso contraste entre el brillo del día y la penumbra de la noche.
El cielo sobre las montañas es ardiente, anaranjado, y ellas asoman sus picos en él. No hay personas en el cuadro, ni la bruma de la chimenea de una cabaña de ermitaños o de pastores, ni figura humana ni ningún otro rastro de presencia. Las montañas son prístinas, limpias, vacías y silenciosas.
Las personas que se acerquen a ellas tendrán que hacerse uno con ellas, para reinar en el verdadero silencio, y quizás puedan conocer el Sentido de Todo, que sólo las montañas conocen.
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La imagen tiene algo de esto: papel, vestir, pared, antiguo, vendimia, artístico, retro, gente, dos.
Tal vez sea un cuadro de una cordillera con un cielo amarillo de fondo y un amarillo.