Vladimir Borovikovsky – Kids with a lamb
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En el lienzo se observa una representación de dos niños pequeños en un entorno natural, aunque idealizado. La composición está centrada en los infantes y un cordero blanco que se encuentra entre ellos. El niño a la izquierda interactúa directamente con el animal, acariciándolo o sujetándolo suavemente; su mirada es directa al espectador, transmitiendo una cierta curiosidad o desafío. La niña, situada a la derecha, mantiene una postura más formal, con los brazos cruzados y una expresión serena, casi distante.
Ambos niños visten ropas blancas de corte clásico, sugiriendo un estatus social elevado. Los detalles en sus atuendos – cintas, bordados sutiles– refuerzan esta idea de pertenencia a una clase privilegiada. A sus pies se distinguen objetos como un cesto y flores dispersas, elementos que evocan la inocencia y el ocio campestre.
El fondo presenta una vegetación densa y oscura, con árboles altos que enmarcan la escena. Se vislumbra, de forma difusa, una estructura arquitectónica a lo lejos, posiblemente un puente o una construcción similar, pero su importancia es secundaria. La luz incide principalmente sobre las figuras principales, resaltando sus rostros y vestimentas, mientras que el entorno permanece más sombrío.
Subtextos potenciales: la presencia del cordero puede interpretarse como un símbolo de pureza, inocencia y vulnerabilidad, atributos tradicionalmente asociados a la infancia. La interacción entre los niños y el animal podría aludir a una relación armoniosa con la naturaleza o a la responsabilidad hacia seres indefensos. El contraste en las posturas y expresiones de los dos infantes sugiere diferencias individuales en su carácter o temperamento.
La pintura, en su conjunto, parece evocar un ambiente de tranquilidad y bienestar, propio de la vida aristocrática del siglo XIX. La representación idealizada de los niños y el entorno natural podría interpretarse como una expresión de nostalgia por una infancia perdida o como una celebración de los valores familiares y sociales de la época. El craquelado visible en la superficie del lienzo añade un elemento de antigüedad y sugiere que la obra ha sido testigo del paso del tiempo, reforzando su carácter histórico y cultural.