Virgin Adoring the Host Jean Auguste Dominique Ingres (1780-1867)
Jean Auguste Dominique Ingres – Virgin Adoring the Host
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Pintor: Jean Auguste Dominique Ingres
Ubicación: Pushkin State Museum, Moscow (ГМИИ им. Пушкина).
Jean Auguste Dominique Ingres es la cara principal del academicismo del siglo XIX. Conocido como artista y músico, de joven tocó en una orquesta de ópera. Casi la mitad de su vida adulta la pasó en Italia. Su obra puede dividirse en varias etapas. Se formó tempranamente como artista, y estuvo muy influenciado por el arte de la Edad Media. Durante el primer periodo italiano (1806-1824) pintó cuadros muy cercanos al Romanticismo.
Descripción del cuadro "Virgen ante la copa de la comunión" de Jean Auguste Ingres
Jean Auguste Dominique Ingres es la cara principal del academicismo del siglo XIX. Conocido como artista y músico, de joven tocó en una orquesta de ópera. Casi la mitad de su vida adulta la pasó en Italia. Su obra puede dividirse en varias etapas. Se formó tempranamente como artista, y estuvo muy influenciado por el arte de la Edad Media. Durante el primer periodo italiano (1806-1824) pintó cuadros muy cercanos al Romanticismo. En París, a los veinte años, se interesó por el neoclasicismo, pero se alejó constantemente de este género, por lo que tuvo que romper con el Salón de París. Engr creía que después de Rafael el desarrollo del arte había ido en la dirección equivocada, y que su tarea era continuar la pintura desde el nivel del Renacimiento, borrando todos los logros artísticos posteriores.
El cuadro Virgen ante la copa de la comunión fue pintado durante la segunda estancia del artista en Roma. En ese momento vivía en la Villa Médicis, como lo había hecho un cuarto de siglo antes. El motivo del traslado a Italia fue un nombramiento oficial: Engrère se convirtió en director de la Academia Francesa de Roma. Durante este periodo dirigió una reforma de la educación de los artistas, considerando lo principal para los jóvenes maestros de la educación en las obras maestras artísticas del pasado. Sólo se conservan algunas pinturas de la segunda época romana. El cuadro "La Virgen ante el cuenco de la comunión" fue encargado por el heredero al trono ruso, el futuro emperador Alejandro II. El heredero deseaba que a la izquierda y a la derecha de la Virgen se representaran dos santos venerados en Rusia: Nicolás el Maravilloso y Alejandro Nevsky.
En el centro del cuadro vemos a la Virgen iluminada en oro. La fuente de luz está fuera del cuadro, la luz viene como del espectador. Los ojos de la mujer están modestamente abatidos, pero la media sonrisa coqueta de su rostro contrasta con el tema religioso clásico. El lienzo está saturado de símbolos hasta el extremo. El número de objetos en la mesa es igual al número de personajes; de hecho, los objetos son personajes personificados. Los candelabros son símbolos de la masculinidad, la esencia femenina está representada por la cera redondeada. El cuadro no fue del todo apreciado en Rusia; numerosos críticos se quejaron de que era esencialmente católico y no tenía nada que ver con la ortodoxia.
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En el centro de la composición, una figura femenina joven y serena se presenta en un gesto de profunda devoción. Viste un manto azul oscuro que contrasta con las mangas rojas visibles bajo él; este colorido sugiere una jerarquía visual, destacando a la protagonista. Sus manos, delicadamente entrelazadas en oración, dirigen su mirada hacia un objeto pequeño y circular situado sobre un altar o mesa frontal.
El objeto central, de apariencia metálica y brillante, se alza como foco principal de atención. Su forma y ubicación sugieren una importancia ritual, posiblemente religiosa. A ambos lados del objeto, candelabros dorados enmarcan la escena, reforzando el carácter sagrado del momento representado.
En segundo plano, dos figuras masculinas observan a la mujer. Sus rostros, aunque menos definidos que los de la figura principal, transmiten una actitud reverente y contemplativa. La iluminación es tenue, concentrándose en la protagonista y el objeto central, lo cual acentúa su relevancia. El fondo oscuro y las estructuras arquitectónicas difusas sugieren un espacio interior, tal vez una capilla o iglesia.
La pintura evoca temas de fe, sacrificio y adoración. La postura humilde de la figura femenina y su mirada dirigida hacia el objeto circular pueden interpretarse como una representación de la Eucaristía o algún otro sacramento central en la tradición cristiana. La presencia de los observadores masculinos sugiere un contexto comunitario y la importancia del ritual dentro de un grupo social. El uso de colores contrastantes y la iluminación selectiva enfatizan la naturaleza trascendental del evento representado, invitando a la reflexión sobre el misterio y la espiritualidad.