Paul Cezanne – STILL LIFE WITH SKULL (NATURE MORTE AU CRANE),1895-1
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Análisis de la pintura
La composición se centra en una naturaleza muerta dispuesta sobre un plano horizontal que sugiere una mesa o superficie similar. Un cráneo humano domina la escena, colocado ligeramente descentrado y con una iluminación que enfatiza su estructura ósea y su tonalidad ocra amarillenta. El cráneo no es presentado de forma realista; se observa una simplificación formal y cierta angulosidad en sus rasgos.
Frente al cráneo, el autor ha dispuesto un conjunto de frutas: peras, naranjas y posiblemente manzanas, también representadas con una marcada reducción de formas y volúmenes. La paleta cromática es terrosa, dominada por tonos ocres, verdes apagados y amarillos, creando una atmósfera densa y algo sombría. Un paño blanco arrugado se extiende sobre la superficie, proporcionando un contraste textural y lumínico con las frutas y el cráneo.
El fondo es difuso e indeterminado, construido a partir de pinceladas gruesas que sugieren elementos vegetales o una pared. Esta falta de detalle en el entorno concentra la atención del espectador en los objetos principales.
La presencia del cráneo introduce inmediatamente un tema recurrente en la historia del arte: la vanitas, es decir, la reflexión sobre la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Las frutas, símbolo tradicional de abundancia y placeres terrenales, contrastan con el objeto mortal, sugiriendo la transitoriedad de estos bienes materiales. La disposición de los objetos no parece buscar una armonía estética convencional; más bien, se percibe un cierto desorden que podría aludir a la decadencia y el paso del tiempo.
El tratamiento formal de las formas, con su simplificación y angulosidad, anticipa ciertas tendencias artísticas posteriores, alejándose de la representación mimética para explorar una expresión más subjetiva y simbólica. La pincelada visible y la paleta cromática austera contribuyen a crear una sensación de solemnidad y reflexión melancólica. La obra invita a contemplar la relación entre la belleza efímera de la naturaleza y la certeza final del fin de la existencia.