Stilleven met pauwen Rembrandt Harmenszoon Van Rijn (1606-1669)

Análisis de la pintura
En esta composición se observa una naturaleza muerta con un pavo real como elemento central. El ave aparece representada en dos estados: uno colgando, suspendido por sus patas de un gancho metálico adosado a una estructura arquitectónica oscura y otro yacente sobre una mesa cubierta con un paño de tonos neutros. La iluminación dramática, característica del claroscuro, enfatiza la textura de las plumas del pavo real y los detalles de su cuerpo.
La presencia de sangre alrededor del ave en el suelo sugiere que ha sido recientemente abatido, introduciendo un elemento de violencia implícita en la escena. Sobre la mesa, junto al pavo real muerto, se distinguen frutas –uvas y otras bayas– que contrastan con la imagen de decadencia del animal.
Un joven observa la escena desde un lateral. Su mirada directa hacia el espectador, aunque no interactúa directamente con los objetos representados, establece una conexión perturbadora. La expresión en su rostro es ambigua; podría interpretarse como curiosidad, tristeza o incluso complicidad.
La pintura evoca reflexiones sobre la fugacidad de la vida y la vanitas, un género artístico que simboliza la transitoriedad de los placeres mundanos y la inevitabilidad de la muerte. El pavo real, tradicionalmente asociado a la belleza, el orgullo y la inmortalidad, se presenta aquí en su estado más vulnerable, despojado de su esplendor original. La combinación del ave muerta, las frutas y la figura humana sugiere una meditación sobre la naturaleza efímera de la existencia y la fragilidad de la vida terrenal. El ambiente oscuro y la iluminación selectiva contribuyen a crear una atmósfera sombría y contemplativa.