Antique world maps HQ – Mathew Carey - Map of the World, 1795
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El documento presenta una representación cartográfica global, dispuesta en una proyección que sugiere un intento de equilibrio entre las masas continentales. Se observa una clara división visual entre el hemisferio occidental y oriental, con América delineada con relativa precisión, aunque aún marcada por áreas extensas sin detallar, especialmente en su interior. El continente norteamericano se identifica como “Estados Unidos”, lo cual indica un enfoque particular en la joven nación.
El hemisferio oriental exhibe una mayor complejidad en el trazado de las regiones, particularmente en Asia y Europa, pero también presenta inconsistencias y aproximaciones que revelan los límites del conocimiento geográfico de la época. La cartografía de África es notablemente menos detallada que la de otras áreas, lo cual puede interpretarse como un reflejo de la menor exploración europea del continente en ese momento.
La paleta cromática empleada – tonos ocres, verdes y amarillos – confiere al mapa una apariencia antigua y sugiere el uso de técnicas cartográficas tradicionales. La presencia de líneas de latitud y longitud, aunque no uniformemente distribuidas, denota un esfuerzo por la precisión científica, pero también evidencia las dificultades inherentes a la medición precisa en vastas extensiones terrestres.
En la parte inferior del mapa se encuentra una sección dedicada a “Explanations”, lo que sugiere una intención didáctica o informativa. La inclusión de notas y referencias indica el deseo de contextualizar la representación geográfica y proporcionar detalles adicionales sobre los nombres, límites y características de las diferentes regiones.
Subyacentemente, este mapa no es simplemente un registro del mundo tal como se conocía en 1795; también es una manifestación del poder geopolítico y económico de la entidad que lo produjo. La prominencia dada a Estados Unidos y el énfasis en ciertas áreas sobre otras sugieren intereses específicos y una visión particular del orden mundial. El mapa, por tanto, puede leerse como un instrumento de afirmación territorial, difusión ideológica y proyección de influencia. La propia elección de qué incluir y cómo representarlo revela las prioridades y perspectivas de la época.