Self-portrait. 1938 Konstantin Alekseevich Korovin (1861-1939)
Konstantin Alekseevich Korovin – Self-portrait. 1938
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Pintor: Konstantin Alekseevich Korovin
Konstantin Korovin es uno de los artistas más destacados de la primera mitad del siglo XX. Sus obras ocupan lugares de honor en los mayores museos de Rusia. Con su extraordinaria vitalidad, todas sus obras tienen un colorido brillante y están cargadas de una nota de festividad. Sus obras serán sin duda inmortalizadas - no envejecen con los años, las generaciones que se interesan por ellas nunca se desvanecen, los críticos y los artistas hasta el día de hoy tienen un verdadero interés en toda la trayectoria creativa de Korovin. El autorretrato del artista ocupa un lugar especial.
Descripción del cuadro "Autorretrato" de Konstantin Korovin
Konstantin Korovin es uno de los artistas más destacados de la primera mitad del siglo XX. Sus obras ocupan lugares de honor en los mayores museos de Rusia. Con su extraordinaria vitalidad, todas sus obras tienen un colorido brillante y están cargadas de una nota de festividad. Sus obras serán sin duda inmortalizadas - no envejecen con los años, las generaciones que se interesan por ellas nunca se desvanecen, los críticos y los artistas hasta el día de hoy tienen un verdadero interés en toda la trayectoria creativa de Korovin.
El autorretrato del artista ocupa un lugar especial. A diferencia de los demás cuadros que produjo, no es nada colorido. El retrato muestra a un anciano cansado y canoso, con los ojos descoloridos y rojizos, a sus espaldas hay un fondo negro y marrón sucio, y lleva una chaqueta oscura que hace su imagen aún más sombría.
Parece casi imposible reconocer a su antiguo héroe en el retrato de Valentin Serov, pero la nariz y la forma de su bigote, que no ha cambiado en absoluto, salvo que se ha vuelto blanco, delatan al apuesto hombre de pelo negro que solía desprender una energía vital. Sí, no es en absoluto lo mismo, pero la edad noble enfatizada por la cabeza blanqueada que, adelgazada, revelaba una frente alta de intelectual, el rostro delgado delataba una cualidad aristocrática significativa.
Su mirada debe estar centrada en una de sus obras inacabadas, como si estuviera triste, tal vez temiendo no terminar su última obra a tiempo.
A pesar de sus tonos oscuros, el cuadro irradia una energía cálida y permite percibir la profundidad de la naturaleza creativa de Korovin.
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En este retrato, el autor presenta a un hombre maduro, posiblemente anciano, con una mirada directa y penetrante al espectador. La composición se centra casi exclusivamente en el busto del sujeto, recortado sobre un fondo oscuro e indefinido que intensifica su presencia.
La paleta cromática es terrosa y apagada, dominada por tonos marrones, ocres y grises. Sin embargo, la pincelada es vigorosa y expresiva, especialmente visible en el tratamiento de la barba blanca y abundante, donde se aprecia una textura rica y casi palpable. El cabello, también canoso, está peinado hacia atrás, revelando una frente amplia que sugiere inteligencia y reflexión.
El rostro del hombre exhibe signos evidentes de edad: arrugas profundas alrededor de los ojos y la boca, piel flácida. No obstante, su expresión no es de debilidad o resignación; al contrario, transmite una sensación de dignidad, fortaleza interior e incluso cierta melancolía. La luz incide sobre el rostro desde arriba y ligeramente a un lado, acentuando las sombras y modelando sus facciones con dramatismo.
El hombre viste un traje oscuro, probablemente formal, con una camisa blanca que contrasta sutilmente con la oscuridad del resto de su atuendo. Un pequeño detalle llama la atención: una insignia roja prendida en el ojal de la solapa izquierda. Este elemento introduce un posible indicio de afiliación política o ideológica, aunque su significado preciso permanece ambiguo sin contexto adicional.
La pintura sugiere una reflexión sobre el paso del tiempo, la experiencia vital y la identidad personal. La mirada intensa del sujeto invita a la contemplación y al diálogo silencioso. El fondo oscuro podría simbolizar la incertidumbre o los desafíos enfrentados por el retratado, mientras que su vestimenta formal y la insignia roja sugieren un pasado activo y comprometido. En general, se trata de un retrato psicológicamente complejo que revela una personalidad fuerte y enigmática.