hut on a meadow. 1880 Isaac Ilyich Levitan (1860-1900)
Isaac Ilyich Levitan – hut on a meadow. 1880
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Pintor: Isaac Ilyich Levitan
Levitan ha sido llamado el "pintor del humor" y el "cantante de la naturaleza rusa", y basta con mirar sus cuadros para sentir con todo el corazón el porqué de ello. Todos sus paisajes están impregnados de su estado de ánimo: se pueden encontrar alegres y tristes, alegres y melancólicos, impregnados de miedo y expectación y, por el contrario, irradiando esperanza y luz. A la primera mirada sobre ellos parece que es imposible transferir tan precisamente el dolor y la felicidad de un alma humana a través de la imagen de la naturaleza - siempre la naturaleza rusa - pero una vez habiéndolos mirado, ya es imposible olvidar. " Una cabaña en la pradera" no es una excepción.
Descripción del cuadro de Isaac Levitan "Una cabaña en la pradera".
Levitan ha sido llamado el "pintor del humor" y el "cantante de la naturaleza rusa", y basta con mirar sus cuadros para sentir con todo el corazón el porqué de ello. Todos sus paisajes están impregnados de su estado de ánimo: se pueden encontrar alegres y tristes, alegres y melancólicos, impregnados de miedo y expectación y, por el contrario, irradiando esperanza y luz.
A la primera mirada sobre ellos parece que es imposible transferir tan precisamente el dolor y la felicidad de un alma humana a través de la imagen de la naturaleza - siempre la naturaleza rusa - pero una vez habiéndolos mirado, ya es imposible olvidar.
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Una cabaña en la pradera" no es una excepción. Es un paisaje-modo, que responde con un presentimiento de bien. Aparentemente no hay nada especial en él: una cabaña rechoncha entre dos árboles altos, una dispersión de esponjosos dientes de león sin florecer en un prado verde, un pequeño estanque cubierto de hierba alta y que refleja el cielo en su borde...
Pero todo esto está pintado con unos colores tan cálidos y acertados que el estado de ánimo se eleva y todo parece cambiar a mejor. La tarde de verano del cuadro -una diminuta nube flotando en el cielo, pintada con gran precisión y suavidad, a la manera reverente habitual de Levitan- hace creer que en realidad también llegará el verano, en el que todo irá bien.
Además, como todo buen cuadro, el paisaje despierta la imaginación: es fácil imaginar cómo una joven, casi una niña, con un sencillo vestido casero, saldrá de la cabaña y empezará a arrancar dientes de león, a soplar de ellos una suave pluma blanca, a pedir deseos y a reír. O dos niños saldrán corriendo, empezarán a correr entre las flores, harán toda una tormenta de dientes de león y luego se quedarán dormidos en la suave hierba.
"Una cabaña en el prado" alienta y provoca estos pensamientos y fantasías. Y esto es bonito, porque sin la pintura uno no siempre tiene tiempo y ganas de pensar en reírse de los niños mismos
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Tal vez sea un cuadro de una casa en medio de un campo con árboles y flores en primer plano y un arroyo que atraviesa el centro del campo.