Thunderstorm. 1856 Alexey Kondratievich Savrasov (1830-1897)
Alexey Kondratievich Savrasov – Thunderstorm. 1856
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Pintor: Alexey Kondratievich Savrasov
Al renombrado artista Alexei Savrasov siempre le ha gustado representar imágenes de la naturaleza durante las tormentas eléctricas. Este interés por los paisajes románticos le fue inculcado por su profesor de pintura Rabus. Savrasov transmitió con maestría los efectos de los relámpagos, la combinación de colores al representar las tormentas eléctricas. El artista pintó un cuadro llamado "Tormenta eléctrica" en 1856.
Descripción del cuadro La tormenta de Alexei Savrasov
Al renombrado artista Alexei Savrasov siempre le ha gustado representar imágenes de la naturaleza durante las tormentas eléctricas. Este interés por los paisajes románticos le fue inculcado por su profesor de pintura Rabus. Savrasov transmitió con maestría los efectos de los relámpagos, la combinación de colores al representar las tormentas eléctricas.
El artista pintó un cuadro llamado "Tormenta eléctrica" en 1856. Esta obra pictórica se convirtió en el ejemplo más brillante del arte del periodo del realismo. El género de la pintura de Savrasov es el paisaje, utilizando la técnica del óleo.
Se acerca una tormenta.
A la izquierda se puede ver un enorme árbol partido que se mueve bajo el viento racheado. Hay un fuerte olor a tormenta en el espacio aéreo. A la izquierda se ve la imagen de los árboles del bosque, que son expulsados por las ráfagas de viento.
La calidad cromática del cuadro es una intensa saturación de color oscuro. Todo parece tan gris que ni siquiera se ven las nubes de tormenta. Un cuadro así es incluso inusual, a pesar de un título tan aparentemente sencillo. En ella, el pintor ha demostrado ser un artista sutil y un verdadero maestro del pincel, representando algo fuera de lo común. Pintado en tonos sombríos, Thunderstorm recuerda al espectador que algo sombrío y aterrador está sucediendo.
El pintor representó hábilmente árboles erizados y nubes nebulosas que llenan la mayor parte del lienzo. Obviamente, Savrasov quería mostrar al espectador una imagen de la naturaleza durante una tormenta. Lo consiguió, y tuvo la impresión de que la tormenta eléctrica captó unas extensiones inmensas.
Por un lado, esta tormenta asusta a la gente, pero al mismo tiempo existe la esperanza de que pase pronto y la oscuridad desaparezca. Este cuadro no puede dejar de gustar, aunque sea bastante sombrío, ya que el artista ha transmitido con gran habilidad la fuerza de los elementos.
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La obra presenta una escena dominada por un cielo turbulento y amenazante, cargado de nubes oscuras que sugieren una tormenta inminente o en pleno desarrollo. El primer plano está ocupado por un terreno irregular y accidentado, con raíces expuestas de un árbol robusto que se extiende hacia el espectador como si intentara resistir la fuerza de los elementos. La vegetación es densa pero difusa, delineada con trazos rápidos y expresivos que acentúan la sensación de movimiento y caos.
En la distancia, se vislumbra una masa de agua – posiblemente un río o lago – que refleja tenuemente la luz sombría del cielo. A la izquierda, una pequeña estructura, quizás una cabaña o refugio, aparece solitaria y vulnerable frente a la inmensidad de la naturaleza desatada.
La paleta cromática es restringida, con predominio de tonos grises, marrones y ocres que refuerzan el ambiente melancólico y dramático. El uso del claroscuro es notable; las zonas iluminadas contrastan fuertemente con las áreas oscuras, creando una atmósfera de tensión y presagio.
La pintura evoca la fuerza implacable de la naturaleza y su capacidad para abrumar al ser humano. La soledad de la estructura en el paisaje sugiere la fragilidad de la existencia frente a los poderes naturales. El árbol retorcido puede interpretarse como un símbolo de resistencia, pero también de vulnerabilidad ante la tormenta. Se percibe una reflexión sobre la insignificancia del individuo en comparación con la grandeza y la violencia del mundo natural. La obra no solo representa un fenómeno meteorológico, sino que podría aludir a las dificultades y los desafíos de la vida, o incluso a un estado emocional turbulento. El año indicado en la esquina inferior derecha – 1856 – sitúa la escena en un contexto histórico específico, aunque su significado preciso dentro de la interpretación general permanece abierto.