Debry Ivan Ivanovich Shishkin (1832-1898)
Ivan Ivanovich Shishkin – Debry
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Pintor: Ivan Ivanovich Shishkin
Ubicación: The State Tretyakov Gallery, Moscow (Государственная Третьяковская галерея).
Dejando a un lado las preconcepciones superfluas y distrayéndonos del título más bien duro, El Derby, cabe señalar que se trata de una de las obras más delicadas y sutiles de Shishkin. El cuadro está impregnado de cierto misterio e irreconocibilidad, que se debe a la reticencia de la naturaleza del bosque y de todos sus habitantes. El desierto en el que el artista pudo notar y escuchar el crecimiento de las coníferas y la suave música de la vida del bosque que se derrama, que lleva algo más íntimo, invisible y poético.
Descripción del cuadro "Debri" de Ivan Shishkin.
Dejando a un lado las preconcepciones superfluas y distrayéndonos del título más bien duro, El Derby, cabe señalar que se trata de una de las obras más delicadas y sutiles de Shishkin. El cuadro está impregnado de cierto misterio e irreconocibilidad, que se debe a la reticencia de la naturaleza del bosque y de todos sus habitantes.
El desierto en el que el artista pudo notar y escuchar el crecimiento de las coníferas y la suave música de la vida del bosque que se derrama, que lleva algo más íntimo, invisible y poético. El espectador también puede ver grandes piedras salvajes cubiertas de musgo.
El artista también acentúa un claro abierto, en el que también se pueden ver varios abetos pequeños, que se aferran suavemente unos a otros. Alrededor hay una profunda penumbra, en la que, debido a los numerosos y oscuros troncos de los poderosos árboles, no puede penetrar ni un solo rayo de sol. Aquí es el reino del silencio, y el espeso y rico olor a pino prevalece.
Incluso un pájaro que pueda volar aquí por casualidad es mucho más raro que en cualquier otro lugar. Debido al hecho de que no sólo la luz del sol raramente penetra aquí, sino que incluso los animales no lo hacen. Por eso las ramas secas se estiran hacia la luz, como en una última esperanza, porque la penumbra de esta espesura hace lo posible por ahogar su crecimiento.
El maestro muestra así al espectador la selección natural y la dura lucha por la supervivencia, en la que el fuerte vence al débil. El propio estado de ánimo del maestro, junto con su difícil destino, puede haber contribuido a ello. La pintura impregna literalmente todo el bosque de una vida especial y mágica.
El cuadro requiere un examen lento y sin prisas de todos los detalles, para penetrar plenamente en el cuadro y comprender la entrega emocional del artista. El inimaginable encaje de ramas que se entretejen representa el entramado de acontecimientos vitales que se describen en el cuadro de un realista comprometido.
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La obra presenta una densa arboleda, presumiblemente un bosque de coníferas, dominado por altos troncos que se elevan verticalmente hacia un cielo apenas visible entre el follaje. La paleta cromática es terrosa y apagada; predominan los tonos marrones, ocres y verdes oscuros, sugiriendo una atmósfera húmeda y sombría.
En primer plano, la atención se dirige a las raíces expuestas de algunos árboles, entrelazadas con rocas cubiertas de musgo y vegetación rala. Esta zona inferior del lienzo exhibe mayor detalle en la textura y el color, contrastando con la profundidad más difusa del fondo boscoso. La luz parece filtrarse tenuemente entre los árboles, creando un juego de sombras que acentúa la sensación de aislamiento y misterio.
La composición carece de figuras humanas o animales, lo cual intensifica la impresión de naturaleza salvaje e intacta. Sin embargo, la presencia de troncos caídos y vegetación en descomposición insinúa el ciclo natural de vida y muerte.
Se percibe una sutil tensión entre la verticalidad ascendente de los árboles vivos y la horizontalidad decadente de los elementos muertos. Esta contraposición podría interpretarse como una reflexión sobre la fragilidad de la existencia, la inevitabilidad del cambio y la fuerza implacable de la naturaleza. La ausencia de un punto focal claro invita al espectador a sumergirse en la profundidad del bosque, experimentando una sensación de introspección y contemplación ante la inmensidad del mundo natural. El tratamiento detallista de los elementos naturales sugiere un interés por capturar la esencia misma del paisaje, más allá de una mera representación visual.