Roses in a Vase Vincent van Gogh (1853-1890)
Vincent van Gogh – Roses in a Vase
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Imagen tomada de otro álbum: es.gallerix.ru/s/776165577/N/220976/
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Pintor: Vincent van Gogh
Ubicación: Metropolitan Museum of Arts, New York.
"Rosas blancas" representa la obra posterior de Van Gogh, cuando ya estaba cerca tanto de la locura como de su trágica muerte. Se fue de París a los suburbios, donde pintó muchas flores -en arbustos, en jarrones, sin un fondo claro- y las rosas debieron llamarle la atención por casualidad. Hay muy pocas flores en el cuadro, lo que resulta llamativo. La mesa es de un color blanco indeterminado, cuyo tono se ve alterado por las sombras que caen sobre ella.
Una descripción del cuadro de Vincent van Gogh Rosas blancas
"Rosas blancas" representa la obra posterior de Van Gogh, cuando ya estaba cerca tanto de la locura como de su trágica muerte. Se fue de París a los suburbios, donde pintó muchas flores -en arbustos, en jarrones, sin un fondo claro- y las rosas debieron llamarle la atención por casualidad.
Hay muy pocas flores en el cuadro, lo que resulta llamativo. La mesa es de un color blanco indeterminado, cuyo tono se ve alterado por las sombras que caen sobre ella. El jarrón es verde, un color oscuro e intenso. La pared es de un verde claro, que no contrasta tanto con el jarrón sino que continúa su color brillante. Las propias rosas son variadas, y parece que se hayan recogido en días diferentes.
Algunas son de un blanco exuberante, recién arrancadas, brillantes. Otros están marchitos, amarillentos, uno de esos cogollos está sobre la mesa. Este contraste, junto con los pétalos que han caído sobre la mesa, el contraste entre la vida y la muerte, o más bien la muerte y la muerte, se percibe un poco incluso de forma inquietante.
Como si Van Gogh encontrara un cierto placer en juntar las flores muertas, y como si las comparara en la escritura, marchitas y llenas de vida fantasmal, amarillas y blancas, las que están a punto de ir al montón de abono y las que les sobrevivirán un día o dos.
Hay algo antinatural, algo profundamente erróneo en este contraste de muertes, y tal vez el inocuo bodegón oculta la lucha de los demonios interiores del artista.
Sin embargo, también es posible que a Van Gogh simplemente se le antojaran las flores, el contraste de la pared y el jarrón, y las pintara apresuradamente, sin reflexionar sobre el hecho de que muchos años después la posteridad buscará un significado más elevado de sus acciones.
Es poco probable que imaginara que en el futuro habría descendientes que valorarían su obra muchos años después y la analizarían con seriedad y reflexión.
Tal vez si hubiera estado tan seguro, su vida habría terminado de otra manera.
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En esta obra se presenta un denso ramo de rosas blancas contenido en un jarrón verde oscuro. La composición es casi simétrica, con las flores ocupando la mayor parte del espacio pictórico y el jarrón sirviendo como base estable. El fondo es un tono verdoso uniforme que contrasta con la blancura de los pétalos y la profundidad del verde del recipiente.
La pincelada es visible y empastada, especialmente en las rosas, lo cual sugiere una ejecución rápida y expresiva. No se busca un detallismo fotográfico; más bien, el autor prioriza la captura de la textura y el volumen a través de la aplicación material de la pintura. Las hojas, aunque presentes, son menos definidas que las flores, funcionando como elementos secundarios que enmarcan el conjunto floral.
La luz parece difusa e indirecta, sin sombras marcadas, lo que contribuye a una atmósfera suave y delicada. La paleta cromática limitada – blancos, verdes oscuros y sutiles toques de otros tonos apenas perceptibles – acentúa la sensación de intimidad y quietud.
Subtextos potenciales:
La abundancia del ramo podría interpretarse como un símbolo de prosperidad o plenitud. Sin embargo, el carácter casi caótico en la disposición de las flores, junto con su inminente marchitamiento (implícito en la naturaleza efímera de las rosas cortadas), introduce una reflexión sobre la transitoriedad de la belleza y la vida. El jarrón, como recipiente artificial, podría aludir a la domesticación de la naturaleza o a un intento de preservar lo perecedero. La simplicidad del fondo y la ausencia de elementos narrativos sugieren que el foco principal reside en la contemplación estética de las flores mismas, invitando a una reflexión sobre su forma, color y textura. La obra podría evocar sentimientos de nostalgia, melancolía o incluso un cierto grado de angustia ante la inevitabilidad del paso del tiempo.