"Plagas y pueblos" de William H. Mcneill Traductor traducir
En «Plagas y Pueblos», William H. McNeill sostiene que los patrones de enfermedades han influido integralmente en la historia humana desde la prehistoria hasta nuestros días. Hasta 1976, año de publicación de este libro, el estudio histórico de las enfermedades se trataba como una nota a pie de página de menor importancia en comparación con la guerra, la agricultura y la política. Por el contrario, McNeill adopta una visión más amplia y divide la historia humana en dos categorías. Las fuerzas de la ecología y la humanidad pesan por igual en la narración de McNeill, y su trabajo sobre el tema cambió el alcance y la naturaleza de la historia después de él, obligando al estudio de la historia humana –con sus relatos de grandes personas y voluntades de hierro– a ajustarse a contextos más amplios. campos de estudio.
McNeill comienza hace 100.000 años en el África subsahariana y especula que muchos de los numerosos protozoos, hongos y bacterias que se encuentran hoy en esa parte del mundo deben haber sido tan similares a microparásitos milenarios como lo fueron los humanos modernos a los primeros. ejemplos de Homo sapiens (es decir, muy parecidos). En un clima tan tropical, los microparásitos debieron haber prosperado, pero también lo hizo la humanidad. Se sentó un precedente; los humanos y los parásitos dependían unos de otros para sobrevivir y no ganaban nada con la destrucción de uno u otro. Lo que se conoce como enfermedad es el resultado del desequilibrio de este sistema como consecuencia de un cambio repentino. Tales cambios fueron invisibles para la humanidad primitiva y lo seguirían siendo hasta hace muy poco en la historia de la humanidad, por lo que cuando la humanidad se acostumbró a describirse a sí misma, omitió lo que no podía ver. La enfermedad era una cuestión de costumbres diseñadas en torno a la seguridad y la salud, y el resto quedaba en manos de la religión y la mitología. Estos equilibrios siguieron a la humanidad a medida que la Edad del Hielo retrocedía y la humanidad comenzaba a extenderse más allá de sus confines ecuatoriales. La revolución agrícola extendió a la humanidad más allá de los pequeños grupos de cazadores-recolectores, y la domesticación de animales y el aumento de los grupos civilizados de humanidad aumentaron la propagación y la reserva de microparásitos compartidos entre los humanos, mientras que las reservas de viviendas y cultivos aumentaron el número de plagas silvestres, como ratas y piojos, que más tarde se asociaron con nuevas formas de enfermedades. Lentamente, las enfermedades familiares pasaron de ser epidémicas (que arrasaban con comunidades enteras de un solo golpe) a endémicas (que caían en la categoría de enfermedades que afectaban a grupos limitados, como los niños o los ancianos). El cambio tecnológico y de infraestructura a gran escala que se produjo a continuación afectó el curso de la propagación de la enfermedad. La escritura permitió obtener una imagen más precisa de dónde y cuándo se propaga la enfermedad. El imperio mongol mejoró la infraestructura de los viajes euroasiáticos por todo el continente, mientras que los europeos que buscaban rutas comerciales tanto dentro del Mediterráneo como mucho más allá de él mejoraron la velocidad y la eficiencia de los viajes por mar. Estas nuevas formas de viajar aseguraron que las cadenas de transferencia de enfermedades se globalizaran durante un largo período de tiempo. Asimismo, estos patrones afectaron las normas y tradiciones culturales, y los primeros textos religiosos incluyen varias referencias a las enfermedades. La globalización de las enfermedades asestó un duro golpe a las civilizaciones avanzadas y bien desarrolladas de la América precolombina, matando a una gran mayoría de personas en poco tiempo. Al mismo tiempo, los habitantes de la masa continental euroasiática comenzaron a volverse más resistentes a las enfermedades a las que habían estado expuestos durante mucho tiempo. Con la invención del microscopio y el desarrollo de prácticas de vacunación de larga data, la humanidad logró grandes avances técnicos en la lucha contra las enfermedades. En cuanto al futuro, McNeill advierte que «el ingenio, el conocimiento y la organización modifican, pero no pueden anular, la vulnerabilidad de la humanidad a la invasión de formas de vida parasitarias». Nota sobre la sección Cifras clave: El libro de McNeill se resiste a centrar a la humanidad y sólo ofrece unas pocas palabras de pasada al tipo de figuras importantes sobre las que otros libros de historia dedicarían capítulos enteros. En cambio, McNeill sostiene que la naturaleza y el movimiento únicos de diversas enfermedades fueron fundamentales para dar forma a la sociedad. Algunas de las enfermedades clave se enumeran en esta sección.
- «Rosencrantz and Guildenstern Are Dead» by Tom Stoppard
- «Talking to Strangers: What We Should Know About the People We Don’t Know» by Malcolm Gladwell
- «Slam!» by Walter Dean Myers
- «Happy Endings» by Margaret Atwood
- «Roselily» by Alice Walker
- «Sisterhood of the Traveling Pants» by Ann Brashares
- «A Wild Sheep Chase» by Haruki Murakami
- Summary of the story "Viper" by Alexei Tolstoy
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