Futurismo ruso:
ideas principales y representantes
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El futurismo ruso fue un movimiento artístico vibrante y distintivo de principios del siglo XX que se convirtió en una de las tendencias más importantes de la vanguardia rusa. Este movimiento literario y artístico surgió en Rusia en la década de 1910 y unió a poetas, escritores y artistas que buscaban crear un nuevo lenguaje artístico que respondiera a los desafíos de un mundo en rápida evolución. Los futuristas proclamaron su rechazo a los valores estéticos tradicionales, experimentaron con la forma y el contenido de sus obras y crearon nuevas técnicas y métodos artísticos. Se distinguieron por su espíritu rebelde, su comportamiento escandaloso y su deseo de una renovación radical de todas las esferas de la vida cultural.
2 Formación del futurismo ruso
3 Corrientes del futurismo ruso
4 Estética y técnicas artísticas
5 Representantes destacados
6 Futurismo y Bellas Artes
7 El legado del futurismo ruso
8 Peculiaridades de la poética del futurismo ruso
9 Manifiestos y obras teóricas futuristas
10 Futuristas y revolución
El origen del futurismo
El término "futurismo" proviene del latín "futurum", que significa "futuro". Este movimiento se originó en Italia en 1909, cuando el poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti publicó su "Manifiesto del Futurismo" en el periódico parisino "Figaro". Este documento programático proclamaba una ruptura con las tradiciones del pasado y la glorificación de una nueva estética basada en la dinámica de la vida moderna, la velocidad, la tecnología y la energía. Marinetti elogió la belleza de las máquinas, la velocidad, la agresión y la guerra como "la única higiene del mundo".
El futurismo ruso, a pesar de sus orígenes comunes con su homólogo italiano, se desarrolló en gran medida de forma independiente y presentó diferencias significativas. Si el futurismo italiano glorificaba el militarismo y el progreso técnico, el movimiento ruso se caracterizó por una conexión más profunda con las tradiciones arcaicas, un interés en la estética primitivista y los orígenes nacionales. Los futuristas rusos buscaban no tanto glorificar la civilización de las máquinas como crear un nuevo lenguaje artístico capaz de expresar una realidad en rápida evolución.
A diferencia del futurismo italiano, que se unió en torno a la figura de Marinetti, el movimiento ruso no tuvo un líder único y representó a numerosos grupos y tendencias que a menudo entraban en conflicto entre sí. El futurismo ruso fue más bien un movimiento literario, aunque interactuó activamente con las bellas artes de vanguardia.
Ideológicamente, el futurismo ruso e italiano también diferían. Mientras que Marinetti y sus seguidores se inclinaban hacia posturas políticas de derecha (Marinetti posteriormente se convirtió en partidario del fascismo italiano), los futuristas rusos eran predominantemente de izquierda y antiburgueses, y muchos de ellos posteriormente aplaudieron la Revolución de Octubre.
Formación del futurismo ruso
El futurismo ruso comenzó a gestarse entre 1910 y 1912. El primer poeta ruso en utilizar el término "futurismo" fue Igor Severyanin, quien publicó la colección "Prólogo. Ego-Futurismo" en 1911. Sin embargo, la asociación más significativa fue el grupo "Gileya", fundado por los hermanos artistas Burliuk, principalmente David Burliuk. A su alrededor se congregaron brillantes poetas y artistas: Vladímir Mayakovski, Velimir Khlebnikov, Alexéi Kruchenykh, Benedict Livshits y Elena Guro.
En 1912 se publicó el famoso manifiesto "Una bofetada al gusto del público", que se convirtió en el documento programático del futurismo ruso. Contenía un impactante llamamiento a "arrojar a Pushkin, Dostoievski, Tolstói, etc. del barco de vapor de la modernidad". Esta declaración expresaba el deseo de los futuristas de romper con las tradiciones de la literatura clásica y crear una estética fundamentalmente nueva.
En lugar del término extranjero "futurismo", Jlébnikov sugirió usar la palabra "budetlyane", derivada de la palabra "budet", que también se refería al arte del futuro. Esto reflejaba el deseo de los futuristas rusos de enfatizar la originalidad de su movimiento y su independencia de las influencias italianas.
Nikolai Kulbin, a quien sus contemporáneos calificaron como «una de las figuras más fantásticas de aquella época trascendental», desempeñó un papel fundamental en la formación de la estética del futurismo ruso. No solo brindó apoyo organizativo a jóvenes artistas y poetas, sino que también desarrolló diversas posturas teóricas relevantes: sobre la importancia de las estructuras disonantes en una obra de arte, sobre la conexión entre el arte y la vida, sobre el papel de los elementos dirigidos al nivel inconsciente de la percepción y sobre el problema de la creatividad conjunta entre el artista y el espectador.
La teoría de la “creatividad libre”, que Vladimir Markov y Nikolai Kulbin formularon en sus artículos y conferencias, dio preferencia no a la integridad conceptual de la estética, sino a manifestaciones de energía creativa que no estuvieran limitadas por ningún estándar de estilo o programa.
Corrientes del futurismo ruso
El futurismo ruso no fue un movimiento monolítico e incluyó varios grupos y tendencias, cada uno con sus propias características y programa. Los grupos principales fueron el cubofuturismo (el grupo "Gilea"), el egofuturismo, el "Entrepiso de la poesía" y la "Centrífuga".
El cubofuturismo, representado por el grupo Gilea, se convirtió en el movimiento más influyente del futurismo ruso. Incluía a Velimir Khlebnikov, Vladimir Mayakovski, Alexei Kruchenykh, los hermanos David y Nikolai Burliuk, Vasily Kamensky, Benedict Livshits y Elena Guro. Buscaban sintetizar la poesía y la pintura, experimentaban con el lenguaje, creando "zaum" y utilizaban activamente técnicas primitivistas. Los cubofuturistas se distinguieron por su actitud más radical hacia la cultura y el lenguaje tradicionales.
El egofuturismo, fundado por Ígor Severyanin, fue un movimiento menos radical. Sus representantes (Iván Ignátyev, Konstantín Olimpov, Aleksandr Gitovich) buscaron expandir los límites del lenguaje poético, pero mantuvieron una fuerte conexión con el simbolismo. Su obra combinó la estética decadente, el individualismo y el interés por la vida urbana moderna.
El "Entrepiso de la Poesía" de Moscú, creado por los egofuturistas, incluía a poetas como Vadim Shershenevich y Rurik Ivnev. Esta asociación ocupaba una posición intermedia entre el egofuturismo y el cubofuturismo.
El grupo Centrifuge, que incluía a Sergei Bobrov, Nikolai Aseyev y el joven Boris Pasternak, se distinguía por sus opiniones más moderadas y por su interés en los experimentos formales, manteniendo al mismo tiempo una conexión con la tradición poética clásica.
Además de estas grandes asociaciones, existían otros grupos futuristas: "41 Grados" (Kruchenykh, Terentyev, Zdanevich), "Creatividad", "Liren" y "Asesinato sin Sangre". Las relaciones entre estos grupos eran a menudo tensas, pues cada uno se proclamaba el verdadero futurista.
Un rasgo distintivo del futurismo ruso fue su profunda conexión con la estética neoprimitivista y, en ocasiones, expresionista. Esta conexión con el neoprimitivismo le confirió tonos "arcaicos", inaceptables para los futuristas italianos. Las raíces neoprimitivistas del futurismo ruso también pueden vincularse a su actitud cautelosa, y en ocasiones hostil, hacia la nueva máquina, la realidad mecánica. Los futuristas rusos diseñaron una versión natural de una nueva cultura, basada en la lógica de un organismo vivo, no de una máquina.
Estética y técnicas artísticas
Las principales características del futurismo ruso fueron la rebeldía y la cosmovisión anárquica, la expresión del sentimiento generalizado de las masas, la negación de las tradiciones culturales y el intento de crear un arte con visión de futuro. Los futuristas se opusieron a las normas habituales del discurso poético, experimentaron con el ritmo y la rima, centrándose en el verso hablado, los eslóganes y los carteles. Buscaron una palabra liberada y autodidacta, y experimentaron con la creación de un lenguaje propio.
Uno de los conceptos centrales de la estética futurista fue la "palabra autónoma": una palabra libre de asociaciones semánticas y significados cotidianos, percibida como una estructura sonora o visual autónoma. Los futuristas buscaban crear un nuevo lenguaje poético basado en relaciones entre palabra y significado fundamentalmente diferentes a las de la poesía tradicional.
El "zaum" desempeñó un papel especial en la poética futurista: un recurso literario que consistía en sustituir elementos del lenguaje natural por complejos sonoros o frases similares sin un significado específico. Los futuristas creían que la poesía no debía subordinarse a la razón, sino que, por el contrario, debía permitirse que la palabra misma controlara el poema. Por ello, a menudo rechazaban las conexiones lógicas y sintácticas en sus obras.
Los futuristas emplearon activamente el lenguaje de los carteles y anuncios, los giros vulgares y la jerga profesional. Muchos crearon sus propios neologismos: palabras nuevas que no existían en el lenguaje y que fueron inventadas específicamente para una obra específica.
El aspecto visual era fundamental para los futuristas. Recurrieron a dibujos, collages, combinaciones de fuentes tipográficas y dibujadas, y signos matemáticos. Los libros futuristas a menudo se convertían en obras de arte en sí mismos; por ejemplo, la primera colección de poesía futurista, Zadok Judei, se imprimió en el reverso del papel pintado.
La conmoción y el comportamiento escandaloso fueron elementos importantes de la imagen pública de los futuristas. Realizaban actuaciones provocativas, aparecían en público con la cara pintada y vestían trajes llamativos e inusuales. Como recordaba Vasily Kamensky: «…cuando salimos (Mayakovski con una blusa amarilla y un sombrero de copa en la nuca, Burliuk con levita y chaleco amarillo, con la cara pintada, yo con rayas amarillas en la chaqueta y un avión pintado en la frente)… el público rugió, hizo ruido, gritó, silbó, se puso de pie, se sentó, aplaudió y se divirtió».
Uno de los personajes principales de las obras futuristas era residente de una gran ciudad, una metrópolis, con una vida activa. La elección de la ciudad como escenario principal se debe a que en un entorno urbano el ritmo de desarrollo es mucho más rápido que en uno rural.
Representantes destacados
El futurismo ruso reunió a una galaxia de poetas y artistas talentosos, cada uno de los cuales hizo una contribución única al desarrollo de este movimiento.
Velimir (Viktor Vladimirovich) Khlebnikov (1885-1922) es uno de los poetas rusos más originales del siglo XX, teórico del futurismo y creador del "lenguaje zaumnoye". Khlebnikov propuso el término "budetlyane" para describir a los futuristas rusos. Sus experimentos poéticos buscaban revelar el potencial interior de las palabras e identificar conexiones semánticas entre consonantes. Khlebnikov creó nuevas palabras basándose en etimologías populares y modelos de formación de palabras del idioma ruso. Entre sus obras se incluyen los poemas "Ladomir", "Guerra en una ratonera" y el superrrelato "Zangezi".
Vladimir Vladimirovich Mayakovski (1893-1930) es el poeta futurista más famoso e influyente. Tras iniciar su carrera creativa en el grupo "Gilea", se convirtió en una de las figuras centrales de la vanguardia rusa. Mayakovski desarrolló poesía oratoria y declamatoria, neologismos ampliamente utilizados, metáforas inusuales y fuertes contrastes. Sus primeras obras futuristas ("Nube en pantalones", "Flauta-espina dorsal", "Guerra y paz") se distinguen por su patetismo rebelde, sus imágenes vívidas y su forma experimental.
David Davidovich Burliuk (1882-1967) – “el padre del futurismo ruso”, poeta, artista y organizador. Gracias a su capacidad organizativa se formó la Asociación Futurista. Burliuk fue uno de los autores de “Una bofetada al gusto público” y otros manifiestos futuristas. Su obra se distinguió por su eclecticismo, una combinación de diversas técnicas artísticas. Tras la revolución, Burliuk emigró a Estados Unidos, donde continuó dedicándose al arte.
Alexéi Eliseevich Kruchenykh (1886-1968) fue poeta, artista, teórico del futurismo y creador del "lenguaje zaumnoe". Kruchenykh es el autor del primer poema completamente zaumnoe, "Dyr bul shchyl", que el propio poeta describió como "un verso de cinco versos con más presencia de la nacionalidad rusa que en toda la poesía de Pushkin". También fue el libretista de la ópera futurista "Victoria sobre el Sol".
Igor Severyanin (Igor Vasilyevich Lotarev, 1887-1941) es el fundador del egofuturismo, un poeta que combinó elementos del simbolismo y el futurismo en su obra. Severyanin creó un estilo poético propio y reconocible, repleto de neologismos, palabras extranjeras e imágenes vívidas. Su poesía era menos radical en su forma que la de los cubofuturistas, pero se distinguía por su melodía y elegancia especiales.
Vasili Vasilievich Kamensky (1884-1961) fue poeta, prosista, dramaturgo y uno de los primeros aviadores rusos. Kamensky combinó experimentos futuristas con motivos folclóricos en su obra. Sus obras más famosas son "Tango con vacas", "Stepan Razin" y "Vesneyanka sonó".
Elena Guro (Eleonora Genrikhovna Nothenberg, 1877-1913) fue poeta, prosista y artista, una de las pocas mujeres del movimiento futurista. Su obra estuvo dominada por temas de la naturaleza, la infancia y la compasión por todos los seres vivos.
Benedikt Konstantinovich Livshits (1887-1938) – poeta, traductor, autor de memorias. Miembro del grupo "Gilea", autor del libro de memorias sobre los futuristas "Strelets de un ojo y medio". En sus poemas, los elementos de la poética futurista no siempre se manifestaron con claridad, pero fue un destacado participante en los almanaques futuristas de la década de 1910.
Futurismo y Bellas Artes
El futurismo ruso estuvo estrechamente vinculado con las artes visuales de vanguardia. Muchos poetas futuristas experimentaron con la pintura, y los artistas vanguardistas interactuaron activamente con la poesía futurista. Esta interpenetración entre la literatura y las artes visuales se convirtió en uno de los rasgos distintivos de la vanguardia rusa.
En las artes visuales, el movimiento cubofuturista adquirió especial relevancia: una combinación de los principios del cubismo francés con el dinamismo y la expresión del futurismo. Artistas como Kazimir Malévich, David Burliuk, Natalia Goncharova, Olga Rozanova, Lyubov Popova, Nadezhda Udaltsova, Alexandra Exter, Alexander Bogomazov y otros trabajaron en esta dirección en diferentes momentos.
Los cubofuturistas buscaban descomponer la forma en componentes geométricos y transmitir la dinámica del movimiento mediante el desplazamiento de formas, la mezcla de perspectivas y la fragmentación de objetos en planos que se intersecan. Al mismo tiempo, los artistas cubofuturistas rusos, a diferencia de los cubistas franceses, solían utilizar colores brillantes y puros y recurrían a la estética primitivista.
Un ejemplo significativo de la síntesis de la poesía futurista y el arte de vanguardia fue la ópera Victoria sobre el sol, representada en 1913. El libreto fue escrito por Alexéi Kruchenykh (el prólogo por Velimir Khlebnikov), la música fue compuesta por Mijaíl Matyushin y la escenografía fue diseñada por Kazimir Malévich. En el diseño de la obra, Malévich utilizó sus primeras obras suprematistas, incluyendo el famoso Cuadrado negro.
Los futuristas experimentaron con la forma del libro, convirtiéndolo en una obra de arte. Publicaron libros manuscritos y utilizaron materiales y formatos inusuales. Por ejemplo, la primera colección de los futuristas, "El Jardín de los Jueces", se imprimió sobre papel pintado. Los libros manuscritos y litografiados de los futuristas, con ilustraciones de Mijaíl Lariónov, Natalia Goncharova, Olga Rozanova y Kazimir Malévich, se convirtieron en una parte importante del patrimonio artístico de la vanguardia rusa.
Mijaíl Larionov y Natalia Goncharova, aunque no estaban directamente relacionados con el futurismo literario, crearon su propia versión del arte de vanguardia, el rayonismo, cuyos principios estéticos se aproximaban al futurismo. Larionov también fue el organizador del grupo Cola de Burro, que se autodenominaba "futurista" y tenía vínculos con los poetas futuristas.
Kazimir Malévich, creador del suprematismo, comenzó su trayectoria creativa con el cubofuturismo y colaboró activamente con poetas futuristas. Su trabajo en el diseño de la ópera "Victoria sobre el Sol" condujo a la creación de formas suprematistas, que se convirtieron en un paso importante en el desarrollo del arte abstracto.
A partir de 1915, el futurismo dejó de ser una corriente relevante en la pintura para los artistas rusos. Fue reemplazado por el arte no objetivo, el suprematismo y el constructivismo. Sin embargo, la conexión entre la vanguardia literaria y visual se conservó en los años posteriores.
El legado del futurismo ruso
El futurismo ruso existió como movimiento artístico activo entre 1910 y 1920, aproximadamente, pero su influencia en la cultura rusa y mundial fue sumamente significativa. Tras la Revolución de Octubre, muchos futuristas acogieron con satisfacción al nuevo gobierno y buscaron desarrollar el arte con un espíritu revolucionario.
En 1921, antiguos futuristas fundaron la asociación creativa "Frente de Izquierda de las Artes" (FLE), que incluía a Mayakovski, Brik, Aseyev y otros. Publicaron las revistas "LEF" y "Novy LEF", promoviendo el arte de construir la vida y la literatura basada en hechos. Sin embargo, para 1929, la asociación dejó de existir.
Del futurismo ruso surgieron también otros movimientos y escuelas literarias: el imaginismo de Yesenin y Mariengof, el constructivismo de Selvinsky y Lugovskoy, el Oberiu de Jarms, Vvedensky, Zabolotsky y Oleynikov, y el grupo "Nichevoki". Entre los neofuturistas, los críticos también incluyen a los metametaforistas A. Parshchikov y K. Kedrov, así como a G. Aygi, V. Sosnora, A. Gornon, S. Biryukov, E. Katsyuba, A. Alchuk y N. Iskreenko.
Los desarrollos teóricos de los futuristas tuvieron una gran influencia en la formación de la escuela formal rusa de crítica literaria. Muchos formalistas posteriores, como Viktor Shklovsky y Roman Jakobson, comenzaron su trabajo en estrecha colaboración con los futuristas.
En el contexto internacional, el futurismo ruso se convirtió en una parte importante del movimiento de vanguardia mundial, influyendo en el desarrollo del dadaísmo, el surrealismo y otros movimientos modernistas. Los experimentos de los futuristas rusos con el lenguaje, la poesía visual y la síntesis de diversos tipos de arte anticiparon muchos fenómenos en el arte de la segunda mitad del siglo XX.
El futurismo dio origen a ideas innovadoras y logros significativos en la literatura, la pintura, la música y el teatro. Sus principios estéticos se convirtieron en la base de muchos experimentos vanguardistas del siglo XX. La rebelión futurista contra el gusto popular, contra los cánones anticuados de la herencia clásica y los ideales místicos abrió nuevos horizontes para el desarrollo del arte.
Hoy en día, el legado del futurismo ruso sigue vigente en la cultura contemporánea. Sus experimentos con el lenguaje, la forma visual y la interacción interdisciplinaria encuentran eco en las obras de poetas, artistas e intérpretes contemporáneos. El deseo futurista de crear libremente nuevas formas capaces de expresar la esencia del arte y el estilo de vida del futuro sigue siendo atractivo para las nuevas generaciones de creadores.
Peculiaridades de la poética del futurismo ruso
La poética del futurismo ruso se distinguió por su diversidad y su carácter experimental. El concepto poético principal del futurismo fue la transmisión de sensaciones mediante un flujo de conciencia, con énfasis en los componentes sonoros y gráficos en contraposición al significado; la onomatopeya (imitación de sonidos) y la aliteración se emplearon activamente. En sus obras, los futuristas recurrieron a menudo a efectos sonoros, combinaciones inusuales de sonidos que creaban una atmósfera o estado de ánimo determinado.
La poesía futurista se caracterizó por la destrucción de las estructuras sintácticas tradicionales, el rechazo de la puntuación y la violación de las normas gramaticales. Los poetas experimentaron con la métrica y el ritmo, crearon nuevos tipos de rima y, a menudo, recurrieron al verso libre. Rechazaron las formas poéticas tradicionales y crearon sus propias estructuras, más flexibles y libres.
La palabra en sí, su sonido y apariencia visual, jugó un papel importante en la poesía futurista. Los futuristas buscaron devolverle a la palabra su fuerza y frescura originales, liberándola de sus asociaciones y significados habituales. Crearon nuevas palabras y experimentaron con la morfología y la sintaxis del idioma ruso.
Uno de los principios de la poética futurista era el "vsechestvo": la percepción de todos los estilos y tendencias artísticas posibles, una especie de sincretismo artístico. Esto contradecía el futurismo italiano con sus rígidos dogmas estéticos y permitía a los futuristas rusos experimentar con mayor libertad con la forma y el contenido.
La poesía futurista a menudo adoptaba la forma de algo impactante y desafiante para el gusto del público. Empleaba imágenes duras e impactantes, vocabulario vulgar y abordaba temas considerados indignos de la alta poesía. Los futuristas buscaban provocar una fuerte reacción emocional en el lector o el oyente, para despertarlo del letargo estético y social.
La poesía de los egofuturistas (Severyanin) combinaba elementos de simbolismo y poesía de salón con neologismos futuristas e imágenes de la cultura urbana moderna. Severyanin creó su propio estilo poético, al que llamó "egofuturismo refinado", donde el esteticismo se combinaba con la ironía y la elegancia formal con una intencionada vulgaridad en el contenido.
Los cubofuturistas (Khlebnikov, Mayakovski, Kruchenykh) realizaron experimentos más radicales con el lenguaje. Desarrollaron el concepto de "lenguaje zaum", que supuestamente actuaba directamente en el subconsciente del lector, eludiendo la percepción racional. El zaum fue un intento de crear un lenguaje poético universal que trascendiera las fronteras nacionales y culturales.
Velimir Khlebnikov creó sus lenguas "estrella" experimentando con la formación de palabras y la etimología. Buscó revelar la "forma interna" de una palabra para encontrar las leyes universales del lenguaje. Khlebnikov desarrolló una teoría de la "declinación interna de las palabras", según la cual el significado de una palabra está determinado por sus sonidos iniciales. Creó nuevas palabras basadas en estos principios, algunas de las cuales se incorporaron al ruso (por ejemplo, "piloto").
Mayakovski desarrolló otra dirección de la poética futurista: el verso oratorio, diseñado para ser recitado en voz alta ante un público. Sus poemas se distinguieron por su ritmo potente, estrofas inusuales, el uso activo de la hipérbole y el contraste de imágenes. Mayakovski creó su propio sistema poético, la "escalera", que reflejaba visualmente la estructura rítmica del verso y lo hacía más cómodo para la recitación.
Manifiestos y obras teóricas futuristas
Los futuristas prestaron gran atención a la justificación teórica de sus principios artísticos. Crearon manifiestos y declaraciones en los que proclamaron sus visiones estéticas y actitudes hacia el arte tradicional. Estos documentos se convirtieron en una parte importante del legado futurista y ayudan a comprender la ideología y los principios estéticos del movimiento.
El primer documento programático del futurismo ruso fue el manifiesto «Una bofetada al gusto público», publicado en 1912. Sus autores — David Burliuk, Alexander Kruchenykh, Vladimir Mayakovski y Viktor Khlebnikov — proclamaron el rechazo de la literatura y la cultura tradicionales, llamando a «arrojar a Pushkin, Dostoievski, Tolstói, etc., del barco de la modernidad». Este escandaloso llamamiento se dirigía contra la canonización de los clásicos y su transformación en autoridades intocables.
En el manifiesto, los futuristas formularon los derechos de los poetas: ampliar su vocabulario con palabras arbitrarias y derivadas, odiar el lenguaje que existía antes de ellos, distanciarse con horror de la "corona de gloria de centavo" y mantenerse firmes "entre los silbidos y la indignación". Estas disposiciones reflejaban el deseo de los futuristas de libertad creativa e independencia de las expectativas públicas.
Otro manifiesto importante fue el folleto "La Palabra como Tal", escrito por Kruchenykh y Khlebnikov en 1913. En él, los autores desarrollaron el concepto de la "palabra autoexistente" y el "lenguaje zaumnoye", que se convertiría en un lenguaje poético universal que trascendía las fronteras nacionales. Kruchenykh escribió: "El pensamiento y el habla no siguen el ritmo de la experiencia de la inspiración; por lo tanto, el artista es libre de expresarse no solo en un lenguaje común (conceptos), sino también en un lenguaje personal (el creador es individual) y en un lenguaje sin significado específico (no fijo), zaumnoye".
En 1912, Igor Severyanin y Konstantin Olimpov publicaron un folleto-manifiesto titulado "La Copa Escandalosa", donde revelaron los fundamentos del programa egofuturista. La primera postura proclamaba la expansión de los límites del lenguaje; la segunda, el reconocimiento del individualismo de la personalidad creativa. Los egofuturistas se esforzaron por crear un nuevo lenguaje poético, preservando la individualidad y la libertad de expresión creativa.
Los futuristas también publicaron obras teóricas y ensayos que fundamentaban sus principios estéticos. Benedikt Livshits, en su libro "Un ojo y medio" (1933), analizó la teoría y la práctica del futurismo ruso, examinándolo en el contexto de la vanguardia europea. Khlebnikov, en sus artículos, desarrolló la teoría del "lenguaje estelar" y la "declinación interna de las palabras".
Alexéi Kruchenykh escribió en su obra "Declaración del lenguaje Zaum" (1921): "El pensamiento y el habla no se corresponden con la experiencia de la inspiración; por lo tanto, el artista es libre de expresarse no solo en un lenguaje común (conceptos), sino también en un lenguaje personal (el creador es individual) y en un lenguaje sin significado específico (no fijo): el zaum. El lenguaje común conecta, el lenguaje libre permite expresarse con mayor plenitud".
Los manifiestos y obras teóricas futuristas no solo proclamaron los principios estéticos del futurismo, sino que también se convirtieron en obras de arte originales, demostrando un nuevo enfoque del lenguaje y la literatura. Demostraron que el futurismo no era solo una tendencia estilística, sino una visión holística del mundo, que aspiraba a una transformación radical del arte y la vida.
Futuristas y revolución
La relación entre el futurismo ruso y la Revolución de 1917 fue compleja y ambigua. Muchos futuristas acogieron la Revolución como una ruptura radical con el pasado y una oportunidad para crear un arte nuevo para una nueva sociedad. Vladímir Mayakovski, Velimir Khlebnikov, Vasili Kamenski, Osip Brik y Nikolay Aseyev apoyaron activamente la Revolución de Octubre y buscaron desarrollar el arte con un espíritu revolucionario.
A diferencia del futurismo italiano, que tendía al fascismo, el futurismo ruso se caracterizó por creencias izquierdistas y antiburguesas. El futurismo ruso contiene numerosas obras antibélicas que se oponen al militarismo de Marinetti, como el poema de Mayakovski «Guerra y paz» y «Guerra en la ratonera» de Jlébnikov.
Tras la revolución, muchos futuristas participaron en la creación de nuevo arte revolucionario. Trabajaron en el diseño de celebraciones multitudinarias, crearon carteles y poemas de propaganda, y participaron en las actividades de instituciones culturales y educativas. Mayakovski se convirtió en uno de los poetas más destacados de la revolución, creando poemas de propaganda y trabajando en las "Ventanas de ROSTA".
Sin embargo, la relación entre los futuristas y las nuevas autoridades no siempre fue fluida. Los experimentos radicales de los futuristas a menudo no encontraban aceptación entre los líderes del partido y la gente común. Gradualmente, la política cultural oficial comenzó a inclinarse hacia formas de arte más tradicionales y accesibles, lo que condujo a la marginación del futurismo.
En 1921, antiguos futuristas crearon el grupo LEF (Frente de Izquierda de las Artes), que intentó combinar los principios artísticos de vanguardia con la ideología revolucionaria. La revista LEF, editada por Mayakovski, se convirtió en una plataforma para la justificación teórica del nuevo arte revolucionario. Los miembros del LEF desarrollaron la teoría del «orden social», la «literatura de los hechos» y el «arte de la producción».
A finales de la década de 1920, con el auge de las tendencias totalitarias en el Estado soviético, el futurismo y otros movimientos de vanguardia comenzaron a ser objeto de críticas cada vez más duras. En 1930, tras el suicidio de Mayakovski, el futurismo como movimiento organizado prácticamente desapareció en la URSS. Muchos antiguos futuristas fueron reprimidos u obligados a renunciar a sus principios estéticos.
Sin embargo, la influencia del futurismo en el arte soviético fue significativa. Muchas ideas y técnicas desarrolladas por los futuristas fueron adoptadas y transformadas por movimientos artísticos posteriores como el constructivismo, el arte industrial y el realismo socialista. El experimento radical de los futuristas se convirtió en parte del patrimonio cultural del siglo XX y continúa inspirando a los artistas contemporáneos.
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