Protodeacon Ilya Repin (1844-1930)
Ilya Repin – Protodeacon
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Pintor: Ilya Repin
Ubicación: The State Tretyakov Gallery, Moscow (Государственная Третьяковская галерея).
Un retrato ordinario del protodiácono I. Ulanov de Chuguyev, el renombrado artista Ilya Repin lo transformó magistralmente en una imagen satírica de un diácono típico de la época, poseedor de un gran potencial vital, pero carente de espiritualidad y bondad, pues las condiciones de vida le obligan a la hipocresía todo el tiempo. El talento del pintor es claramente evidente, ya que emplea una forma de pintar rica y pronunciada y da a la imagen una calidad contradictoria. El aspecto del protodiácono es una figura compleja con un torso fuerte, los hombros de un auténtico bogatyr, una larga barba gris enmarcada por unas mejillas carnosas. El maestro del pincel ha presentado la vitalidad y la plenitud de la imagen mediante diversas técnicas pictóricas. El diácono está vestido con un costoso traje y su cabeza está cubierta con un sudario de terciopelo oscuro.
Descripción del cuadro El protodiácono de Ilya Repin
Un retrato ordinario del protodiácono I. Ulanov de Chuguyev, el renombrado artista Ilya Repin lo transformó magistralmente en una imagen satírica de un diácono típico de la época, poseedor de un gran potencial vital, pero carente de espiritualidad y bondad, pues las condiciones de vida le obligan a la hipocresía todo el tiempo.
El talento del pintor es claramente evidente, ya que emplea una forma de pintar rica y pronunciada y da a la imagen una calidad contradictoria.
El aspecto del protodiácono es una figura compleja con un torso fuerte, los hombros de un auténtico bogatyr, una larga barba gris enmarcada por unas mejillas carnosas.
El maestro del pincel ha presentado la vitalidad y la plenitud de la imagen mediante diversas técnicas pictóricas.
El diácono está vestido con un costoso traje y su cabeza está cubierta con un sudario de terciopelo oscuro. En su pecho se puede ver una bisagra, que cuelga de una cadena de plata, que el diácono sujeta con la mano derecha y en la izquierda sostiene un enorme bastón decorado con piedras.
La cara está claramente marcada por una nariz gruesa y sonrojada. Sus cejas son muy tupidas y de debajo de ellas asoman unos ojos codiciosos. Uno tiene la impresión de que el hombre del cuadro está observando lo que ocurre. Con la boca entreabierta, se nota que el protodiácono de Chuguev respira con dificultad. Tal vez sea el aroma de las bebidas después del banquete nocturno.
La representación en el lienzo del pintor es de naturaleza fuerte, pero de ella se desprende el primitivismo, la crudeza, no ajena al protodeacon y los pensamientos pecaminosos que se alejan demasiado de los principios bíblicos. El pintor combina muy sutilmente dos puntos de vista opuestos con sus pinturas: admira la naturalidad de la naturaleza humana pero denuncia la depravación del hombre.
El pintor ha creado una de las imágenes más impactantes del Protodiácono, y el cuadro en sí mismo expone la esencia de la Iglesia y del clero y conlleva un profundo significado artístico.
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En el lienzo se presenta un retrato de un hombre anciano, cuya figura domina casi por completo el espacio pictórico. El autor ha optado por una composición centrada, enfatizando la presencia imponente del sujeto. La vestimenta del personaje sugiere una posición religiosa; lleva una túnica oscura, posiblemente de lana gruesa, y un tocado cilíndrico también negro.
La barba blanca, larga y abundante, es uno de los elementos más llamativos, transmitiendo una sensación de sabiduría y tiempo transcurrido. Su rostro, marcado por profundas arrugas, revela una vida llena de experiencias y posiblemente privaciones. La mirada del anciano es directa y penetrante, aunque no carente de cierta melancolía o resignación.
En su mano derecha sostiene un bastón ornamentado con detalles metálicos, símbolo de autoridad y apoyo, mientras que en la izquierda se aprecia lo que parece ser un objeto pequeño, posiblemente una cruz u otro elemento litúrgico, junto a unas cuentas que sugieren un rosario. La luz incide principalmente sobre el rostro y las manos del personaje, creando contrastes marcados que resaltan su figura frente al fondo oscuro e indefinido.
La paleta de colores es sobria, dominada por tonos oscuros como el negro, el marrón y el ocre. Esta elección cromática contribuye a crear una atmósfera de solemnidad y recogimiento. La pincelada es visible, con texturas que sugieren la rugosidad de las telas y la piel envejecida del anciano.
Subtextualmente, la pintura parece explorar temas relacionados con la fe, el paso del tiempo, la autoridad espiritual y la carga de la responsabilidad. El personaje no se muestra como una figura idealizada, sino como un hombre real, con sus imperfecciones y su cansancio. La expresión en su rostro sugiere una profunda reflexión interna, posiblemente relacionada con las dificultades y los desafíos de su vida religiosa. Se percibe una cierta dignidad austera, que contrasta con la riqueza simbólica de los objetos que porta. El bastón podría interpretarse como un símbolo del poder pastoral, mientras que el objeto religioso en su mano izquierda evoca la conexión con lo divino.