Madame de Pompadour Francois Boucher (1703-1770)
Francois Boucher – Madame de Pompadour
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Pintor: Francois Boucher
François Boucher no era considerado un retratista. A lo largo de su vida artística pintó más de un millar de cuadros, de los cuales los retratos fueron sólo algo más de una docena. La mayoría de estos retratos son de la marquesa de Pompadour. El nombre de la marquesa de Pompadour fue conocido por muchos en vida. Tuvo una relación amorosa con Luis 15. A pesar de que su relación fue breve (unos cinco años), su amistad persistió en muchos ámbitos. Pompadour simpatizaba con Boucher y lo consideraba un genio.
Descripción del cuadro "Marquesa de Pompadour" de François Boucher
François Boucher no era considerado un retratista. A lo largo de su vida artística pintó más de un millar de cuadros, de los cuales los retratos fueron sólo algo más de una docena. La mayoría de estos retratos son de la marquesa de Pompadour.
El nombre de la marquesa de Pompadour fue conocido por muchos en vida. Tuvo una relación amorosa con Luis 15. A pesar de que su relación fue breve (unos cinco años), su amistad persistió en muchos ámbitos.
Pompadour simpatizaba con Boucher y lo consideraba un genio. A él le confió la pintura de sus retratos.
En el Retrato de la Marquesa de Pompadour vemos a una joven tumbada en un sofá en un bonito tocador. Va vestida con un traje fino y caro y al ver sus zapatos de tacón podemos decir sin duda que es la marquesa de Pompadour, una gran fashionista. La marquesa consiguió introducir la norma de lavarse con frecuencia en Versalles (le chocaba el "aroma" a orina, sudor y polvo que flotaba en el aire del palacio). Boucher, al pintar rosas en su vestido, quiso mostrar la pureza y la fragancia de la marquesa con estas maravillosas flores. El argumento del cuadro se basaba en las reflexiones de la marquesa sobre un libro que había leído. Madame era la patrona del arte y la literatura en Francia, lo que queda subrayado por el libro abierto en las manos de la niña. Detrás de ella hay un espejo en el que podemos mirar su pelo.
A pesar del realismo de la imagen, la marquesa de Pompadour reprendió de vez en cuando al artista por haberla pintado bella, aunque no muy parecida a ella.
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En este óleo, se observa a una mujer de la nobleza francesa recostada sobre un diván lujosamente adornado. La figura central viste un elaborado vestido de seda azul pálido, ricamente decorado con flores y volantes; el atuendo sugiere un estatus social elevado y un gusto por la opulencia. Su pose es relajada pero digna, con una mirada directa al espectador que transmite confianza y serenidad.
El entorno es igualmente suntuoso. Un biombo tallado en madera oscura, coronado por una figura angelical y un reloj, delimita el espacio íntimo de la escena. La presencia del reloj podría interpretarse como una alusión a la fugacidad del tiempo y la importancia de disfrutar el presente. A su lado, una pequeña mesa con objetos personales –papeles, pluma y tintero– insinúan actividades intelectuales o correspondencia social.
Una sirvienta se encuentra discretamente en segundo plano, atenta pero no intrusiva, reforzando la idea del privilegio y la dependencia de un servicio doméstico. La iluminación suave y difusa realza los colores vibrantes del vestido y el brillo de las telas, creando una atmósfera cálida y acogedora.
Subyacentemente, la obra parece explorar la dualidad entre la vida pública y privada de esta mujer. Su vestimenta y entorno denotan un mundo de refinamiento y placeres cortesanos, mientras que su actitud tranquila y la presencia de objetos personales sugieren una esfera más íntima y reflexiva. La composición general, con la figura central en primer plano y el entorno como telón de fondo, enfatiza su importancia y poder dentro de este contexto social. Se percibe un intento deliberado por presentar una imagen idealizada de la aristocracia, donde la belleza, la inteligencia y el estatus se entrelazan armoniosamente.