The Meeting Bonjour Monsieur Courbet Gustave Courbet (1819-1877)
Gustave Courbet – The Meeting Bonjour Monsieur Courbet
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Pintor: Gustave Courbet
En la exposición de París la pintura realista fue un acontecimiento. El artista se sintió pionero al convertir a sus contemporáneos dedicados a actividades mundanas en el tema central de sus obras de arte. El peso especial y la expresividad de sus lienzos se debe a que ve el significado generalizado en un hecho mundano de la vida. La veracidad y el realismo del cuadro conmocionaron al público. El artista declaró su rechazo a las convenciones artísticas académicas y a los temas históricos y literarios en favor de la vida real. El tema era una anécdota de la vida de Courbet, que fue invitado a Montpellier en la primavera de 1854 por Alfred Bruyat, destacado mecenas y coleccionista de arte.
Descripción de "Hello, Monsieur Courbet" (1854) de Gustave Courbet
En la exposición de París la pintura realista fue un acontecimiento. El artista se sintió pionero al convertir a sus contemporáneos dedicados a actividades mundanas en el tema central de sus obras de arte. El peso especial y la expresividad de sus lienzos se debe a que ve el significado generalizado en un hecho mundano de la vida. La veracidad y el realismo del cuadro conmocionaron al público. El artista declaró su rechazo a las convenciones artísticas académicas y a los temas históricos y literarios en favor de la vida real.
El tema era una anécdota de la vida de Courbet, que fue invitado a Montpellier en la primavera de 1854 por Alfred Bruyat, destacado mecenas y coleccionista de arte. Quedó muy impresionado por los cuadros de Courbet y quiso encargar un retrato suyo. El artista se representó a sí mismo en el lienzo cuando se encontró con él en el camino a Montpellier con Roy y su criado, acompañados por su perro.
La carretera cubierta de polvo que serpentea en forma de cinta, el carro tirado por caballos que se ve a la vuelta de la esquina, las casas escuálidas en la distancia, la vegetación achaparrada en los bordes de la carretera: todo está pintado con cuidado y detalle. Los colores son sutiles, con muchos tonos claros. Llama la atención la profundidad y el azul del cielo transparente con las ligeras nubes flotando por encima.
Courbet siguió el último tramo de este camino a pie. El pintor parece un auténtico viajero, va vestido a la moda del camino: con una camisa y unos pantalones claros y un chaleco amarillo, detrás de los hombros lleva un pesado cuaderno de dibujo en el que ha colgado una capa, en una mano lleva un bastón y en la otra, un sombrero, que se ha quitado de la cabeza en señal de bienvenida, a pesar del caluroso día y del sol abrasador.
El pobre pintor es recibido por un rico mecenas admirador, elegantemente vestido y a la moda, que también se apoya en un bastón. Los dos (que luego se hacen amigos) tienen en común las barbas de forma similar pero de distinto color. Simbólicamente, el rico coleccionista se quita el sombrero ante el talento del mendigo en señal de admiración por su talento.
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La escena presenta un encuentro en lo que parece ser una zona rural, posiblemente un camino o sendero. Tres figuras masculinas son las protagonistas principales, destacando por su vestimenta y actitud. El personaje central, ataviado con un saco oscuro y barba rojiza, extiende la mano en un gesto de saludo o bienvenida. A ambos lados se sitúan dos hombres: uno a la izquierda, vestido con un traje más formal y sosteniendo un sombrero; el otro a la derecha, con ropas más informales, una mochila sobre los hombros y un bastón en la mano.
La composición sugiere una jerarquía sutil. El personaje central parece ser el foco de atención, mientras que los otros dos se presentan como acompañantes o visitantes. La diferencia en la vestimenta podría indicar distinciones sociales o profesionales entre ellos. El hombre con la mochila y el bastón evoca a un viajero, quizás un artista o explorador, mientras que el otro, más elegantemente vestido, podría representar a un burgués o coleccionista.
El paisaje de fondo, con sus campos abiertos y edificios distantes, contribuye a crear una atmósfera de tranquilidad y naturalidad. Sin embargo, la rigidez en las poses y la formalidad del saludo sugieren un encuentro premeditado, no casual. La presencia de los dos perros añade un elemento de vida y dinamismo a la escena, pero también podría simbolizar lealtad o compañía.
Subtextos potenciales se manifiestan en la tensión entre lo rural y lo urbano, lo informal y lo formal. El saludo parece ser el punto culminante de una conversación previa o el inicio de una relación comercial o artística. La pintura podría aludir a las dinámicas de poder entre artistas, coleccionistas y la sociedad burguesa del siglo XIX. Se intuye un intercambio, no solo de saludos sino también de ideas, influencias o recursos. El gesto de extender la mano puede interpretarse como una oferta, una aceptación o incluso una negociación. La mirada directa de los personajes sugiere una comunicación intensa y un interés mutuo.