Johan August Malmström – Dancing Fairies
Ubicación: National Museum (Nationalmuseum), Stockholm.
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La obra presenta una escena nocturna dominada por tonos lavanda y grises azulados, sugiriendo un ambiente crepuscular o lunar. En primer plano, se observa un estanque o remanso de agua oscura, bordeado por vegetación densa y siluetas arbóreas que se difuminan en la penumbra. La luz principal emana de una luna llena, visible a través del follaje, creando reflejos ondulantes sobre la superficie del agua.
El elemento central de la composición lo constituyen figuras etéreas, casi translúcidas, que parecen danzar o flotar sobre el agua. Estas formas humanas estilizadas carecen de contornos definidos, evocando una sensación de inmaterialidad y movimiento fluido. Su blancura contrasta con la oscuridad circundante, atrayendo la atención del espectador.
La pincelada es suave y difusa, contribuyendo a crear una atmósfera onírica y misteriosa. La ausencia de detalles precisos en los árboles y la vegetación refuerza esta impresión de irrealidad.
Subtextos potenciales:
La escena podría interpretarse como una representación del mundo invisible o espiritual, habitado por seres sobrenaturales. Las figuras danzantes podrían simbolizar espíritus de la naturaleza, hadas o almas en tránsito. La luna llena, tradicionalmente asociada con lo femenino, la intuición y el inconsciente, intensifica esta connotación mística.
La oscuridad del agua y la penumbra general sugieren un espacio liminal, un umbral entre el mundo visible y el invisible. El movimiento de las figuras podría aludir a ciclos naturales, como el flujo y reflujo de las mareas o el cambio de estaciones.
En una lectura más simbólica, la obra podría representar la búsqueda de la belleza trascendente o la conexión con lo divino. La danza de las figuras etéreas evoca un estado de éxtasis o contemplación espiritual. La fragilidad y transparencia de estas formas sugieren la naturaleza efímera de la existencia y la importancia de apreciar los momentos fugaces de gracia y armonía.