Polynesia, La Mer, 1946, paper cut-outs, Musee Natio Henri Matisse (1869-1954)

El análisis de esta obra revela una composición abstracta construida a partir del recorte y la yuxtaposición de papel en tonos vibrantes de turquesa y un intenso púrpura. La superficie se divide informalmente en cuadrantes, aunque no estrictamente geométricos, creando un ritmo visual dinámico.

En el campo turquesa predominan formas orgánicas blancas que sugieren elementos marinos: algas, corales estilizados, peces esquematizados y aves en vuelo. Estas figuras, desprovistas de detalle realista, se presentan como siluetas planas, casi iconográficas. El púrpura actúa como fondo y también como elemento compositivo, con formas similares a las del turquesa que parecen flotar o emerger de la profundidad.

La repetición de motivos –aves, plantas acuáticas– establece una suerte de patrón, pero la irregularidad en su distribución impide una lectura puramente decorativa. La obra no busca imitar un paisaje marino concreto; más bien, parece evocar la sensación del mar y sus habitantes.

Se percibe una fuerte influencia de las artes decorativas y el diseño textil. La simplificación extrema de las formas y la paleta cromática audaz sugieren una búsqueda de la esencia de los elementos representados, despojándolos de su complejidad natural. La ausencia de perspectiva y volumen acentúa la bidimensionalidad del trabajo, enfatizando la naturaleza plana del medio –el papel recortado– y alejándose de las convenciones pictóricas tradicionales.

Subyace una posible exploración de la relación entre figura y fondo, donde ambos elementos se interpenetran y se definen mutuamente. La obra podría interpretarse como una representación simbólica de la vida marina, o incluso como un reflejo del interés por culturas no occidentales y sus formas de expresión artística, particularmente aquellas que utilizan el recorte de papel como técnica distintiva. La energía vibrante y la libertad compositiva sugieren una celebración de la naturaleza y su vitalidad.