gauguin12 Paul Gauguin (1848-1903)
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Pintor: Paul Gauguin
El cuadro El Día de la Deidad fue pintado por Paul Gauguin en 1894, entre los llamados períodos "tahitianos" de su obra. Se encuentra en el Instituto de Arte de Chicago. Este cuadro forma parte de los muchos años de investigación de Gauguin y de su interpretación creativa de la mitología polinesia. La figura principal, llamada taaroa, es la figura central del panteón maorí, el creador del mundo, sobre el que el artista escribe en su obra Ancien Culte Mahorie.
Descripción del cuadro de Paul Gauguin El Día de la Deidad
El cuadro El Día de la Deidad fue pintado por Paul Gauguin en 1894, entre los llamados períodos "tahitianos" de su obra. Se encuentra en el Instituto de Arte de Chicago.
Este cuadro forma parte de los muchos años de investigación de Gauguin y de su interpretación creativa de la mitología polinesia. La figura principal, llamada taaroa, es la figura central del panteón maorí, el creador del mundo, sobre el que el artista escribe en su obra Ancien Culte Mahorie. En su honor, las dos chicas de la izquierda ofrecen y las dos chicas de la derecha realizan una danza ritual.
El ingenio del artista y sus fuentes de inspiración son evidentes aquí. Las repetitivas túnicas blancas de las mujeres tahitianas, que recuerdan mucho a las egipcias, las figuras danzantes que parecen suspendidas en el aire y la deidad representada responden exactamente a los mitos que tanto fascinaban a Gauguin. Las tres figuras desnudas en primer plano parecen representar la creación, sus poses lánguidas (la figura de la derecha está incluso en una postura fetal) sugieren la energía abrumadora del dios que está detrás de ellas.
Las curvas de sus figuras y el tocado de plumas del dios se reflejan en el primer plano. El agua está llena de curiosas formas ameboides que tal vez sean rocas, o quizás sombras que han llegado desde algún lugar desconocido. Cabe suponer que se trata de simples formas decorativas destinadas a dar a la composición su propio ambiente y ritmo. Sin embargo, muchos historiadores del arte encuentran aquí simplificaciones sintéticas de las fotografías de Bretaña tomadas en 1888 y 1889. Gauguin los estiliza hasta la abstracción casi total.
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La obra presenta una escena en un paisaje tropical, presumiblemente insular dada la presencia de montañas distantes y vegetación exuberante. En primer plano, se observa a varias figuras humanas desnudas o semidesnudas, dispuestas en actitudes que sugieren reposo y contemplación. Tres mujeres, vestidas con ropas coloradas, se encuentran en una posición más erguida, observando la escena principal.
El centro de la composición lo ocupa un hombre de complexión robusta, situado sobre una elevación rocosa; su mirada parece dirigir la atención del espectador hacia el grupo inferior. Este personaje destaca por su tamaño y postura imponente, sugiriendo una posible figura de autoridad o sacerdote.
La paleta cromática es intensa y no naturalista. Predominan los tonos rosados, naranjas y rojos en el suelo y las figuras, contrastando con los verdes oscuros de la vegetación y los azules del fondo. Esta elección de colores contribuye a crear una atmósfera onírica y exótica.
La disposición de las figuras y la ausencia de elementos que contextualicen temporal o socialmente la escena sugieren un ritual o ceremonia. La actitud relajada, casi extática, de algunos personajes podría interpretarse como una representación de la conexión con la naturaleza o la búsqueda de un estado espiritual elevado.
El tratamiento de las formas es simplificado y estilizado, con contornos marcados y volúmenes planos que recuerdan a ciertas tradiciones artísticas no occidentales. La composición general se caracteriza por una falta de perspectiva tradicional, lo que acentúa el carácter simbólico y atemporal de la representación.
La presencia de objetos como el disco rojo en primer plano y los frutos llevados sobre las cabezas de algunas mujeres podrían tener un significado ritual o alusivo a la fertilidad y abundancia. En conjunto, la pintura evoca una visión idealizada y posiblemente romantizada de una cultura no occidental, centrada en la conexión con la naturaleza, la espiritualidad y la sensualidad.