Paul Gauguin – Les Alyscamps, Arles, 1888, 91x72 cm, Musee dOrasy,
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En esta obra, el autor presenta una vista de un cementerio antiguo, posiblemente romano, con estructuras sepulcrales que se elevan en el fondo. La composición está dominada por dos elementos principales: a la izquierda, un canal de agua serpenteante que guía la mirada hacia las ruinas; y a la derecha, un muro o barrera de color naranja intenso flanqueado por árboles oscuros y densos.
Las figuras humanas, tres mujeres vestidas de negro, se sitúan en el camino que atraviesa el cementerio, caminando en dirección al espectador. Su presencia introduce una nota de melancolía y reflexión sobre la mortalidad. La pincelada es visible y expresiva, con toques gruesos y empastados que sugieren movimiento y vibración lumínica.
El uso del color es particularmente significativo. El naranja ardiente del muro contrasta fuertemente con los tonos más fríos de las ruinas y el canal de agua, creando una tensión visual que acentúa la atmósfera sombría y evocadora de la escena. Los verdes oscuros y terrosos del paisaje contribuyen a esta sensación de recogimiento y soledad.
La perspectiva es poco convencional; no se busca una representación realista del espacio, sino más bien una interpretación emocional del lugar. La barrera naranja parece comprimir el campo visual, intensificando la sensación de claustrofobia y aislamiento.
Subyacentemente, la pintura explora temas como la muerte, la memoria y la fugacidad de la vida. Las ruinas antiguas sugieren el paso del tiempo y la inevitabilidad del olvido, mientras que las figuras humanas simbolizan la fragilidad de la existencia. La luz tenue y los colores sombríos refuerzan esta atmósfera de tristeza y contemplación. El canal de agua podría interpretarse como un símbolo del flujo del tiempo o del viaje hacia la otra vida.