Luncheon Diego Rodriguez De Silva y Velazquez (1599-1660)
Diego Rodriguez De Silva y Velazquez – Luncheon
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Pintor: Diego Rodriguez De Silva y Velazquez
Ubicación: Hermitage, St. Petersburg (Эрмитаж).
Diego Velázquez es uno de los pintores más queridos del mundo, que además fue un fiel servidor del rey hasta su muerte. En los retratos de sus cortesanos, en el esplendor del exterior y en los espléndidos palacios, nunca se olvidó del pueblo llano, que nunca podría permitirse vivir en semejante esplendor. Así que, en ocasiones, la obra del artista ha revelado su deseo de hacer algo por estas personas, aunque sólo sea un cuadro.
Descripción del cuadro Desayuno de Diego Velázquez
Diego Velázquez es uno de los pintores más queridos del mundo, que además fue un fiel servidor del rey hasta su muerte. En los retratos de sus cortesanos, en el esplendor del exterior y en los espléndidos palacios, nunca se olvidó del pueblo llano, que nunca podría permitirse vivir en semejante esplendor. Así que, en ocasiones, la obra del artista ha revelado su deseo de hacer algo por estas personas, aunque sólo sea un cuadro. Aunque en este caso es minimalista, no se trata de un simple cuadro, sino de una pintura del propio Velázquez.
Dos jóvenes, sentados en una mesa cubierta con un mantel blanco, conversan con un anciano al que, al parecer, han invitado a desayunar; éste es el primer plano del cuadro. El artista ha representado hábilmente la expresión de los rostros de los juerguistas, los jóvenes sonriendo y brindando, lo que se entiende por las copas que se llenan y se levantan y el camarero que está de pie detrás de ellos esperando a llenarlas de nuevo.
El anciano mira como desde cierta distancia, como un anciano mira a un joven vivo y palpitante. Las figuras del primer plano están resaltadas y el espectador puede verlas bien; todo lo demás está oscurecido, y ni siquiera está claro qué hay en el fondo, si es en realidad la figura de un camarero o un montón de cosas. La luz incide sólo en las figuras de enfrente, y según la idea del artista hay un contraste de luz y oscuridad, juventud y vejez.
Los investigadores han sugerido que al representar a uno de los jóvenes, el artista le ha dado los rasgos de su propio rostro.
El Desayuno fue pintado en torno a 1617, y se ajusta a todos los cánones de la pintura española de la época, ya que todos los temas están saturados de rigor y proporcionalidad, desde la representación de la naturaleza muerta hasta la escritura de los rostros de los presentes.
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En esta obra, el autor presenta una escena de interior con tres figuras dispuestas alrededor de una mesa cubierta por un mantel blanco arrugado. La iluminación es dramática, concentrándose en los personajes y los objetos sobre la mesa, dejando el fondo sumido en una penumbra profunda que sugiere un espacio rústico o humilde.
El personaje a la izquierda, un hombre maduro con barba canosa, sostiene lo que parece ser una jarra de vidrio y mira directamente al espectador con una expresión seria, casi inquisitiva. Su vestimenta es sencilla, de tonos marrones oscuros. A su derecha, un joven sonríe abiertamente, mostrando los dientes, mientras levanta el pulgar en un gesto afirmativo o jovial. Viste un chaleco oscuro sobre una camisa blanca. El tercer personaje, también joven, se encuentra a la derecha del cuadro y observa al espectador con una expresión más contenida, aunque igualmente amigable. Su atuendo es similar al del segundo joven, pero con un cuello blanco prominente.
Sobre la mesa se dispone un modesto banquete: pan, fruta parcialmente consumida (una manzana mordisqueada), un vaso de líquido posiblemente vino o agua y un plato que contiene aceitunas u otros frutos pequeños oscuros. Los utensilios para comer son básicos, sugiriendo una vida sencilla y sin lujos.
En el fondo, se vislumbra la figura borrosa de otra persona, probablemente una mujer con un tocado, colgando algo en la pared. También se pueden distinguir elementos que podrían ser trozos de caza o animales disecados, lo cual añade un elemento de naturaleza muerta a la composición y refuerza la idea de un ambiente rural.
La pintura sugiere una escena cotidiana, pero la intensidad de las miradas y el contraste entre la luz y la sombra introducen una tensión sutil. La actitud del hombre mayor contrasta con la alegría despreocupada de los jóvenes, lo que podría interpretarse como una reflexión sobre las diferentes etapas de la vida o las distintas perspectivas ante la existencia. El gesto del pulgar levantado por uno de los jóvenes puede ser un signo de aprobación, pero también podría aludir a una cierta burla o desafío. La presencia de la comida y el ambiente rústico evocan temas relacionados con la abundancia, la frugalidad y la conexión con la naturaleza. En conjunto, la obra invita a la contemplación sobre la condición humana y las complejidades de la vida social.