Portrait of the poet Alexander Pushkin (1799-1837) Orest Adamovich Kiprensky (1782-1836)
Orest Adamovich Kiprensky – Portrait of the poet Alexander Pushkin (1799-1837)
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Pintor: Orest Adamovich Kiprensky
Ubicación: The State Tretyakov Gallery, Moscow (Государственная Третьяковская галерея).
Alexander Sergeyevich Pushkin es merecidamente llamado el Sol de la poesía rusa. Se le puede ver como tal en este retrato de Orest Kiprensky. Este artista tenía fama de ser uno de los mejores retratistas, y por ello recibió el encargo de Anton Delvig de retratar a su amigo el gran poeta Alexander Pushkin. Los contemporáneos consideran que el retrato es bastante realista. El poeta está representado con una chaqueta y una capa echada sobre un hombro.
Descripción del Retrato de Alexander Pushkin de Orest Kiprensky
Alexander Sergeyevich Pushkin es merecidamente llamado el Sol de la poesía rusa. Se le puede ver como tal en este retrato de Orest Kiprensky. Este artista tenía fama de ser uno de los mejores retratistas, y por ello recibió el encargo de Anton Delvig de retratar a su amigo el gran poeta Alexander Pushkin.
Los contemporáneos consideran que el retrato es bastante realista. El poeta está representado con una chaqueta y una capa echada sobre un hombro. Así vestían los jóvenes de entonces, según la moda. Pero la iluminación en la imagen se elige de manera que más claramente se destaca no la ropa, y la cabeza de Pushkin. Su rostro parece brillar, está marcado con el sello de la inspiración. Parece que el poeta está contemplando un nuevo poema.
Al mismo tiempo, se puede sentir la ansiedad en el rostro del poeta, se puede ver en sus labios tensamente comprimidos. Su mirada es más bien triste, no serena. Pero en toda su pose hay humildad y serenidad. Se puede ver en sus brazos cruzados sobre el pecho.
Es imposible no notar la figura de una musa en la esquina del retrato. La estatuilla de bronce sostiene una lira. Es la musa que Pushkin mencionó en sus poemas más de una vez. Kiprensky quería demostrar que el poeta y su inspiración nunca están separados.
Dado que el retrato fue pintado cuando el genio aún vivía, todavía se sabe cómo lo estimó el propio poeta. Pushkin descubrió que el artista había embellecido su imagen. Sin embargo, el talento de un verdadero retratista no consiste en reproducir todos los rasgos faciales con precisión fotográfica, sino en retratar el mundo espiritual de una persona. Por eso, siglos y años después, vemos lo espiritual que es Pushkin, cómo su rostro brilla con iluminación. Kiprensky transmitió a los descendientes exactamente lo que debemos saber sobre el gran poeta ruso. Al fin y al cabo, sólo podemos juzgar el aspecto de Pushkin por sus retratos. El resto está en la poesía y la prosa del genio.
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Comentarios: 2 Ответы
Хороший портрет, но не хватает в нём какой-то живости, одухотворённости, которая присуща многим портретам Кипренского. Это моё мнение, которое вероятно не совпадает с общепринятым.
КАКАЯ КРАСОТА! Ну просто нет слов!!!
! ♥!
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En este óleo, el autor presenta a un hombre de mediana edad con una mirada directa y penetrante al espectador. La composición se centra en la figura, ocupando casi toda la extensión del lienzo; el fondo es oscuro e indefinido, lo que intensifica la atención sobre el personaje.
El individuo exhibe rasgos faciales marcados, con una frente amplia y cabello rizado y abundante de un tono castaño oscuro. Su vestimenta, formal pero no ostentosa, consiste en un frac negro y una corbata anudada. Un chal escocés a cuadros, drapeado sobre sus hombros, introduce un elemento de color y textura que contrasta con la sobriedad del resto de su atuendo. La postura es firme, con los brazos cruzados, sugiriendo confianza y quizás cierta reserva.
La presencia de una escultura clásica en el fondo –una figura femenina tocando una lira– es significativa. Esta alusión a la antigüedad grecorromana establece un vínculo entre el retratado y la tradición artística occidental, evocando ideas de belleza idealizada, inspiración poética y legado cultural. La estatua podría interpretarse como una representación de las Musas, reforzando la idea del personaje como un creador o un hombre dedicado a las artes.
La iluminación es sutil pero efectiva; la luz incide principalmente sobre el rostro del retratado, resaltando sus facciones y creando sombras que acentúan su expresión. El tono general de la obra es serio y contemplativo, transmitiendo una sensación de introspección y profundidad psicológica. La paleta cromática se limita a tonos oscuros y terrosos, con un ligero contraste proporcionado por el chal escocés.
En conjunto, el retrato sugiere la figura de un intelectual o artista, posiblemente un poeta o escritor, consciente de su propio valor y legado. La combinación de elementos formales y simbólicos apunta a una representación que busca capturar no solo la apariencia física del retratado, sino también su personalidad y su lugar en la historia cultural.