Hieronymus Bosch – Death and the Miser
Ubicación: National Gallery of Art, Washington.
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En este óleo se observa una escena íntima y perturbadora que transcurre en el interior de una habitación austera. El foco principal reside en un lecho donde yace un hombre pálido, aparentemente enfermo o fallecido, cubierto por sábanas rojas. A su lado, arrodillado con la mirada fija en el difunto, se encuentra otro individuo vestido con una túnica verde que examina el contenido de un cofre abierto. El cofre, repleto de monedas y objetos preciosos, sugiere riqueza acumulada.
La presencia de una figura esquelética, situada a la izquierda del cuadro, introduce un elemento dramático e inquietante. Esta representación de la Muerte, con su apariencia cadavérica y el gesto de señalar con un dedo huesudo, parece reclamar al alma del hombre en el lecho. La Muerte no interviene activamente; su mera presencia es suficiente para transmitir una sensación de inevitabilidad y juicio final.
El espacio interior se caracteriza por la sobriedad arquitectónica, acentuada por los arcos ojivales y las paredes lisas. En primer plano, un tapiz rojo y diversos objetos dispersos –armaduras, armas– sugieren una vida terrenal marcada por el poder y la vanidad.
La iluminación es difusa pero enfocada en los personajes centrales, lo que intensifica el contraste entre la vitalidad del hombre vivo y la inminente muerte de su compañero. La composición se estructura verticalmente, enfatizando la jerarquía entre los elementos representados: la Muerte como figura dominante, seguida por el hombre vivo absorto en sus posesiones y finalmente el cuerpo inerte sobre el lecho.
Subtextos presentes sugieren una reflexión sobre la fugacidad de la vida, la inutilidad de la riqueza material ante la inevitabilidad del fallecimiento y la importancia de la salvación espiritual. La escena podría interpretarse como una advertencia moralizante contra la avaricia y la obsesión por los bienes terrenales, mostrando cómo estos no ofrecen protección ni consuelo frente a la muerte. El hombre vivo, concentrado en el cofre, parece ignorar o rechazar la presencia de la Muerte, simbolizando quizás la ceguera ante las verdaderas prioridades de la existencia. La acumulación de objetos bélicos podría aludir a una vida dedicada a la conquista y la violencia, ahora carente de sentido frente al destino final.