Temptation of Saint Anthony (workshop) Hieronymus Bosch (1450-1516)
Hieronymus Bosch – Temptation of Saint Anthony (workshop)
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Pintor: Hieronymus Bosch
Ubicación: Royal Museum of Fine Arts (Koninklijke Musea voor Schone Kunsten), Brussels.
El Bosco puso su alma en su obra La tentación de San Antonio. Su famoso tríptico es uno de los mejores cuadros del artista. Se basa en una historia de la literatura medieval sobre San Antonio que sucumbe a una terrible tentación en el desierto egipcio. El cuadro original se conserva en el Museo Estatal de Lisboa. En Portugal, el cuadro apareció en 1523: fue adquirido por Damiao de Gois, el famoso humanista portugués.
Descripción de La tentación de San Antonio de El Bosco
El Bosco puso su alma en su obra La tentación de San Antonio. Su famoso tríptico es uno de los mejores cuadros del artista. Se basa en una historia de la literatura medieval sobre San Antonio que sucumbe a una terrible tentación en el desierto egipcio. El cuadro original se conserva en el Museo Estatal de Lisboa. En Portugal, el cuadro apareció en 1523: fue adquirido por Damiao de Gois, el famoso humanista portugués. El cuadro también tiene varias copias (hay unas 20).
Esta obra maestra de la pintura europea del Bosco tiene varios componentes. La parte central del tríptico representa La Tentación de San Antonio propiamente dicha, el postigo de la izquierda representa La Huida y la Caída... y el postigo de la derecha representa Las Visiones .... Los postigos exteriores representan episodios de la Pasión de Cristo.
La parte central del tríptico está impregnada de figuras fantásticas. Por ejemplo, un pájaro blanco se transformó en un auténtico barco con alas que surcó el cielo. Lo más probable es que las ficciones del Bosco tengan su origen en los grafitos de las monedas de la época de Alejandro Magno.
En el centro del cuadro hay un rito de misa negra, que indica las actitudes contradictorias y la confusión del propio maestro del pincel. Aquí los sacerdotes femeninos gobiernan el servicio sacrílego. Están rodeados por una multitud mixta: siguiendo al tullido a la comunión pecaminosa, una criatura que toca la mandolina, vestida con un manto negro, que tiene un búho y el hocico de un jabalí en la cabeza. En estas circunstancias, el búho simboliza la mentira, aunque en otras fuentes es un símbolo de la luz, el llamado ojo de Dios, que vigila las acciones de los participantes en el proceso alquímico.
De la gran fruta de los monstruos rojos salen. Su líder, un demonio, toca un arpa. En el fondo hay un hechicero con un cilindro que controla las acciones de un grupo de demonios. En la parte inferior del cuadro, el artista ha representado un pato sin cabeza flotando, con una pequeña ventana en el cuello, desde la que se asoma el demonio.
El protagonista del postigo de la izquierda es el propio San Antonio. Ha caído del cielo y los antonitas lo levantan. En la parte superior del postigo, el santo tiene las manos cruzadas en oración, ignorando a sus verdugos.
En el ala derecha, Antonio se presenta al espectador como un caballero de fe firme que ha vencido a las fuerzas del mal.
El gran pintor Bosco creía que los alquimistas eran verdaderos herejes. El maestro del pincel se esmeró en revelar al espectador lo malinterpretada que estaba la interpretación de la Biblia por parte de los alquimistas con sus pensamientos heréticos.
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La composición se presenta como un retablo dividido en tres paneles, con una clara jerarquía visual centrada en el panel central y flanqueado por dos laterales que parecen expandir la narrativa. El conjunto exhibe una profusión de figuras humanas y animales, dispuestas en un espacio complejo y detallado.
En el panel central, se observa una figura vestida con ropajes eclesiásticos, arrodillada frente a una estructura arquitectónica en ruinas, posiblemente un monasterio o iglesia abandonada. Alrededor de esta figura principal, se agrupa una multitud caótica: hombres y mujeres involucrados en actividades diversas, algunas de las cuales sugieren placeres mundanos y tentaciones carnales. Se distinguen escenas de juego de dados, consumo de bebidas, bailes y encuentros amorosos. La presencia de demonios disfrazados como humanos o animales fantásticos se hace evidente; estos seres parecen incitar a la figura central hacia la perdición. Un intenso fuego ilumina el panel desde arriba, proyectando sombras dramáticas que acentúan la sensación de turbación y peligro.
El panel izquierdo muestra una escena similar, aunque con un enfoque en figuras más aisladas y actividades menos concentradas. Se perciben personajes tocando instrumentos musicales, conversando o simplemente observando. La presencia de ángeles en el cielo sugiere una lucha entre fuerzas celestiales y terrenales. El panel derecho presenta una composición análoga al izquierdo, pero con una mayor concentración de figuras que parecen estar siendo atormentadas por visiones demoníacas.
La paleta cromática es rica y variada, con predominio de tonos terrosos, rojos intensos y dorados. La técnica pictórica se caracteriza por un gran detalle en la representación de las texturas, los ropajes y los objetos.
Subtextualmente, la obra parece explorar el tema de la lucha entre el bien y el mal, la tentación y la virtud. La figura central, posiblemente un santo o asceta, es asediada por fuerzas malignas que buscan desviarlo del camino de la salvación. Las escenas de placeres mundanos y las figuras demoníacas representan los peligros de la vida terrenal y la fragilidad de la condición humana frente a la tentación. La presencia de ángeles sugiere la posibilidad de redención y la importancia de la fe en la lucha contra el pecado. El fuego podría simbolizar tanto el castigo divino como la purificación espiritual. En general, la obra transmite un mensaje moralizante sobre los peligros de la lujuria, la avaricia y otros vicios, invitando a la reflexión sobre la importancia de una vida virtuosa y dedicada a Dios.