Rogier Van Der Weyden – Weyden Entombment of Christ 1450
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La escena representada se desarrolla ante la boca de una cueva rocosa, un espacio que sugiere tanto el lugar del entierro como las entrañas de la tierra. En primer plano, un cuerpo masculino desnudo y pálido es sostenido por varias figuras. La disposición de los personajes indica un descenso gradual hacia el interior de la cavidad. El difunto exhibe evidentes signos de sufrimiento físico: heridas visibles en manos y pies, una postura que denota rigidez y falta de vida.
A su alrededor, se agrupan individuos con expresiones de dolor y consternación. Una mujer vestida de negro, a la izquierda, cubre parte de su rostro con las manos, un gesto común de duelo. Otra figura femenina, arrodillada en el extremo inferior del cuadro, parece sumida en una profunda tristeza. Los hombres que sostienen el cuerpo muestran rostros marcados por la pena y el esfuerzo físico. Uno de ellos, ataviado con ropas rojas, extiende su mano hacia el difunto como si intentara ofrecer consuelo o despedida.
El paisaje circundante es detallado pero distante. Se observa una ciudad en el horizonte, así como árboles y colinas que se extienden hasta la línea del cielo. En la parte superior de la composición, se vislumbran tres cruces erigidas sobre un montículo, lo cual sugiere la causa de la muerte del personaje central.
La paleta cromática es sobria y terrosa, con predominio de tonos ocres, marrones y grises. El uso de la luz es selectivo: ilumina el cuerpo del difunto y los rostros de los personajes principales, mientras que las áreas más alejadas permanecen en penumbra.
Subtextos posibles:
La pintura explora temas como la muerte, el dolor, la pérdida y la resignación ante el destino. La representación del cuerpo inerte evoca la fragilidad humana y la inevitabilidad de la mortalidad. El gesto de los personajes que sostienen el cuerpo puede interpretarse como un acto de piedad o como una forma de acompañamiento en el último viaje.
La presencia de las cruces en el fondo alude a la dimensión religiosa del evento, sugiriendo un sacrificio y una posible redención. La cueva rocosa podría simbolizar tanto el sepulcro como el útero materno, estableciendo una conexión entre la muerte y el renacimiento. El paisaje urbano distante contrasta con la intimidad de la escena, enfatizando la soledad del duelo y la universalidad del sufrimiento humano.