Edvard Munch – img693
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En este óleo se observan dos figuras humanas desnudas, un hombre y una mujer, enfrentados en lo que parece ser un espacio interior oscuro y confinado. La iluminación es tenue y dramática, concentrándose principalmente en los cuerpos, aunque con una marcada diferencia tonal entre ambos.
La figura femenina, a la izquierda, presenta una cabellera larga y rojiza que contrasta fuertemente con su piel de tonos ocres y amarillentos. Su postura es ligeramente inclinada hacia adelante, casi como si se ofreciera o estuviera en un estado de vulnerabilidad. La mirada está baja, dirigida al suelo, sugiriendo introspección o sumisión. El tratamiento de la figura es más difuso, con contornos menos definidos y una textura que evoca fragilidad.
El hombre, a la derecha, se presenta con una musculatura más marcada y un tono de piel más claro, aunque también dentro de la gama de los ocres. Su postura es erguida, pero su rostro refleja melancolía o resignación; sus ojos están cerrados o mirando hacia abajo, evitando el contacto visual directo. Se percibe una tensión en su cuerpo, evidenciada por la contracción muscular y la ligera inclinación de la cabeza.
El fondo es un conjunto indistinto de formas verticales oscuras que podrían interpretarse como árboles o elementos arquitectónicos. Esta ambigüedad contribuye a crear una atmósfera opresiva y misteriosa. Un elemento central entre las figuras, una especie de tronco retorcido con pinceladas rojas y moradas, podría simbolizar la conexión o el conflicto entre ambos personajes.
La paleta cromática es limitada, dominada por tonos terrosos, ocres, rojos apagados y verdes oscuros. Esta elección refuerza la sensación de intimidad, angustia y quizás incluso decadencia. La pincelada es expresiva y vigorosa, con trazos gruesos y empastados que enfatizan la materialidad de la pintura.
Subtextualmente, la obra sugiere una reflexión sobre la condición humana, la sexualidad, el deseo y la alienación. El encuentro entre las dos figuras no parece ser uno de armonía o placer, sino más bien un momento de tensión emocional, introspección y posible conflicto interno. La desnudez de los personajes podría interpretarse como una representación de la vulnerabilidad y la exposición ante el otro, así como una búsqueda de autenticidad en un mundo alienante. El espacio confinado y oscuro refuerza la idea de aislamiento y desesperación. En conjunto, la pintura transmite una sensación de melancolía profunda y una exploración compleja de las relaciones humanas y la psique individual.