Lady with Fan Gustav Klimt (1862-1918)
Gustav Klimt – Lady with Fan
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Pintor: Gustav Klimt
Ubicación: Private Collection
Gustav Klimt tenía el don de pintor de nacimiento, pero no se basó únicamente en la originalidad y perfeccionó su arte en la Escuela de Artes Decorativas de Viena. Durante mucho tiempo, sus cuadros fueron creados de manera familiar y académica, sin revelar la verdadera predilección del artista por las imágenes y los colores vivos y fantásticos. A finales del siglo XVIII en el destino del pintor fue una serie de tragedias - la muerte de su padre, su hermano murió, y en 1915, Gustav perdió a su madre.
Descripción del cuadro de Gustav Klimt "Dama con abanico"
Gustav Klimt tenía el don de pintor de nacimiento, pero no se basó únicamente en la originalidad y perfeccionó su arte en la Escuela de Artes Decorativas de Viena. Durante mucho tiempo, sus cuadros fueron creados de manera familiar y académica, sin revelar la verdadera predilección del artista por las imágenes y los colores vivos y fantásticos.
A finales del siglo XVIII en el destino del pintor fue una serie de tragedias - la muerte de su padre, su hermano murió, y en 1915, Gustav perdió a su madre. Esta conmoción se reflejó inmediatamente en sus cuadros: colores sombríos, temas sombríos...
El encuentro con Emilia flege no sólo fue una salvación para Klimt, sino que dio un giro a toda su obra. Había fotos que brillaban por el amor, la belleza y el encanto femeninos, la sensualidad y el erotismo.
Una dama con un abanico pintada en 1917-1918 se convirtió en un cuadro de este tipo. La Dama es un ideal de mujer que podría despertar la inspiración, la atracción y los deseos de asombro en el propio Klimt.
Finas y nobles curvas, refinada elegancia, sabiduría y desprendimiento, visibles sólo en la, apenas perceptible, sonrisa. Su cuerpo, desnudo con un kimono deslizado, revela el alma semidesnuda de una diosa terrenal. Y esta desnudez no la nota, no tiene nada que temer, nada que lamentar, nada que ocultar.
El abanico que cubre sus pechos se sostiene con una mano relajada. La dama es hermosa... y no está aquí. Quizá la mujer esté en sus recuerdos, o quizá en sus sueños y fantasías, que son mágicos. Tal vez sean estos sueños los que Klimt representó con un telón de fondo caprichoso.
Flores increíbles, flores que no se ven: este es el mundo en el que la belleza encantadora está ahora.
Ni un solo trazo franco, ni un solo momento audaz, sólo la gracia, la dignidad y la belleza femeninas, pero qué erotismo, qué deseo, la misma atracción respira por todo el lienzo.
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En esta obra, se presenta una figura femenina de medio cuerpo, girada ligeramente hacia el espectador pero con la mirada dirigida hacia un punto fuera del lienzo. La mujer exhibe una piel clara contrastando fuertemente con el rico y complejo fondo dorado. Su cabello oscuro está recogido en un volumen pronunciado sobre su cabeza.
El atuendo de la retratada es particularmente llamativo. Se trata de un vestido ornamentado, cubierto por un intrincado patrón que incorpora motivos florales, formas abstractas y elementos que sugieren aves o criaturas míticas. El uso del color en el vestuario es vibrante, con predominio de tonos azules, morados, rojos y dorados, aplicados con una técnica que enfatiza la textura y el brillo.
La mujer sostiene un abanico cerrado frente a su rostro, lo cual atrae inmediatamente la atención. El abanico, también ricamente decorado, parece ser un elemento clave en la composición, posiblemente utilizado para ocultar parte de su expresión o como símbolo de coquetería y misterio.
El fondo no es simplemente un espacio vacío; está poblado por una profusión de formas orgánicas que se entrelazan con el vestuario, creando una sensación de unidad y opulencia. La ausencia de sombras definidas y la aplicación plana del color sugieren una intención de alejarse del realismo tradicional.
Subtextos potenciales:
La obra parece explorar temas relacionados con la feminidad, la belleza y la representación social de la mujer. El abanico puede interpretarse como un símbolo de seducción o reserva, mientras que el vestuario elaborado sugiere estatus y riqueza. La mirada distante de la retratada introduce una sensación de introspección y enigma.
La abundancia de ornamentación y el uso del dorado evocan un ambiente de lujo y sofisticación, posiblemente aludiendo a la vida cortesana o a los salones artísticos de principios del siglo XX. El estilo decorativo, con sus patrones repetitivos y formas estilizadas, podría reflejar una fascinación por las artes orientales o una búsqueda de nuevas formas de expresión visual que se aparten de las convenciones académicas. La falta de profundidad espacial y la bidimensionalidad acentúan el carácter simbólico de la imagen, invitando a una lectura más allá de la mera representación figurativa.