After setbacks. 1868 Vasily Vereshchagin (1842-1904)
Vasily Vereshchagin – After setbacks. 1868
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Pintor: Vasily Vereshchagin
A Vasily Vereshchagin le encantaba viajar, y estaba en la carretera casi todo el tiempo. A lo largo de su vida viajó a varias decenas de países. Entre ellos están Estados Unidos, China y muchas regiones del Cáucaso y el Transcáucaso. Sin embargo, un papel especial en su trabajo han jugado dos viajes a Turkestán. Fueron los recuerdos de la terrible guerra de Samarcanda los que alimentaron su cerebro e inspiraron su creatividad.
Descripción del cuadro de Vasily Vereshchagin "Después del fracaso".
A Vasily Vereshchagin le encantaba viajar, y estaba en la carretera casi todo el tiempo. A lo largo de su vida viajó a varias decenas de países. Entre ellos están Estados Unidos, China y muchas regiones del Cáucaso y el Transcáucaso. Sin embargo, un papel especial en su trabajo han jugado dos viajes a Turkestán.
Fueron los recuerdos de la terrible guerra de Samarcanda los que alimentaron su cerebro e inspiraron su creatividad. Entre 1867 y 1870 realizó su primera visita al país. Fue entonces cuando su obra maestra "Después del fracaso", fechada en 1868, salió de debajo del pincel del artista. El cuadro coincidió con una exacerbación de la situación político-militar en la región. En esa época se estaban llevando a cabo amplias operaciones militares para anexionar los territorios de Asia a Rusia. Se convirtió en una ocasión para que los lugareños lucharan contra los soldados rusos.
Para cubrir completamente los acontecimientos de la época, Vereshchagin pintó un segundo par de cuadros, "Después de la suerte". Ambas obras maestras describen los acontecimientos de la "guerra santa" desde dos puntos de vista. Las obras representaban el lado brutal y sangriento de la batalla para cada estado beligerante.
La trama es poco complicada pero elocuente. En el fondo se ve la muralla de una fortaleza. Los cuervos, imagen simbólica de la muerte, revolotean sobre ella. En primer plano están los cadáveres de los bukharianos. Junto a ellos, guerreros rusos conversan serenamente. Uno de ellos fuma sin prisas junto al muerto.
El cuadro condena este comportamiento insensible de los soldados, negando por completo la imagen habitual de nobles guerreros-victores. El cuadro es un mudo reproche al derramamiento de sangre y a la silenciosa serenidad de los asesinos.
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La escena presentada exhibe un grupo de soldados en un terreno árido y desolado, probablemente tras una confrontación bélica. El primer plano está dominado por varios cuerpos tendidos sobre el suelo; uniformes rojos contrastan fuertemente con los tonos ocres del paisaje. La disposición de las figuras sugiere derrota y agotamiento: algunos yacen inmóviles, otros se mantienen en posturas que denotan sufrimiento o resignación.
Un soldado de pie, vestido con un uniforme blanco y un gorro, es el punto focal de la composición. Su mirada está dirigida hacia adelante, mientras fuma una pipa; su actitud parece reflejar una mezcla de estoicismo y desapego ante la tragedia circundante. La presencia de armas dispersas alrededor de los cuerpos refuerza la idea de combate reciente.
En segundo plano, se vislumbra un grupo de soldados que parecen estar en formación o retirándose. El muro imponente que se alza detrás de ellos sugiere una fortaleza enemiga o un obstáculo infranqueable.
La paleta cromática es terrosa y apagada, con predominio del ocre, el rojo y el blanco. Esta elección contribuye a crear una atmósfera sombría y desoladora. La luz parece incidir directamente sobre los cuerpos de los soldados caídos, acentuando su vulnerabilidad y sufrimiento.
Subtextos potenciales: la pintura podría interpretarse como una reflexión sobre las consecuencias del colonialismo o la guerra en general. El contraste entre el estoicismo del soldado fumador y la desolación de sus compañeros sugiere una crítica a la indiferencia ante el costo humano del conflicto. La presencia de soldados con turbantes indica un enfrentamiento con culturas diferentes, posiblemente en un contexto de expansión imperialista. La obra no glorifica la batalla; más bien, se centra en las secuelas físicas y emocionales que deja tras de sí. Se percibe una fuerte carga simbólica relacionada con el fracaso, la pérdida y la desilusión.