Boris Kustodiev – Japanese doll
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La obra presenta una escena íntima y contemplativa. Observamos a una niña de espaldas al espectador, absorta en la manipulación de una muñeca japonesa. La composición se centra en esta interacción, delimitada por el marco de una ventana que divide el espacio pictórico en dos planos principales: el interior y el exterior.
El interior, donde se encuentra la niña, está representado con pinceladas sueltas y luminosas, sugiriendo un ambiente cálido y hogareño. La luz parece filtrarse a través de las cortinas, iluminando el vestido blanco de la niña y resaltando los detalles de su cabello recogido con un lazo azul verdoso. El uso del color en esta sección es delicado y suave, evocando una sensación de fragilidad e inocencia.
La muñeca japonesa, vestida con un kimono vibrante de tonos azules y rojos, contrasta notablemente con el vestido blanco de la niña. Su rostro inexpresivo y su atuendo exótico introducen un elemento de extrañeza y fascinación cultural. La posición de la muñeca en los brazos de la niña sugiere una relación afectiva, pero también una posible distancia o exotización del objeto.
El exterior, visible a través de la ventana, se presenta como un paisaje borroso y difuso, dominado por tonos verdes y marrones. Se intuye la presencia de árboles y vegetación, así como una estructura roja que podría ser parte de un edificio o vehículo. Este plano exterior actúa como un contrapunto al interior, representando un mundo más amplio y desconocido.
La ventana funciona como un elemento simbólico clave en la obra. Separa y conecta simultáneamente los dos planos, sugiriendo una transición entre el espacio privado de la niña y el mundo exterior. La mirada de la niña, dirigida hacia la muñeca, podría interpretarse como una búsqueda de identidad o una exploración de otras culturas.
En conjunto, la pintura explora temas relacionados con la infancia, la cultura, la percepción y la relación entre lo familiar y lo exótico. El autor utiliza un lenguaje pictórico impresionista para crear una atmósfera evocadora y sugerente, invitando al espectador a reflexionar sobre las complejidades de la experiencia humana. La obra no se limita a representar una escena cotidiana; más bien, plantea interrogantes sobre la construcción de la identidad y la búsqueda de significado en un mundo diverso y cambiante.