A Dance to the Music of Time Nicolas Poussin (1594-1665)
Nicolas Poussin – A Dance to the Music of Time
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Pintor: Nicolas Poussin
Ubicación: Wallace Collection, London.
El pintor francés Poussin recurrió con frecuencia a los temas de la mitología. En Roma se pintó una obra excepcional con el título filosófico Danza al son del tiempo. La fecha aproximada del grandioso lienzo es 1638. Los mitos antiguos fueron la base del cuadro de Nicolas Poussin. Como fundador del clasicismo, el pintor reflejó el nuevo estilo en esta obra. Todo en el cuadro es hermoso, armonioso y perfecto.
Descripción del cuadro "Danza al son del tiempo" de Nicola Poussin
El pintor francés Poussin recurrió con frecuencia a los temas de la mitología. En Roma se pintó una obra excepcional con el título filosófico Danza al son del tiempo. La fecha aproximada del grandioso lienzo es 1638. Los mitos antiguos fueron la base del cuadro de Nicolas Poussin.
Como fundador del clasicismo, el pintor reflejó el nuevo estilo en esta obra. Todo en el cuadro es hermoso, armonioso y perfecto. Las figuras de criaturas míticas y personas están dotadas de proporciones perfectas. La arquitectura que los rodea es hermosa y exquisita. La naturaleza deleita con su refinamiento y esplendor natural.
En el centro de la composición hay cuatro figuras que bailan en círculo. El primero simboliza la pobreza: un joven descalzo con ropa oscura. A la derecha, el Trabajo le tiende la mano, luego la Riqueza. El círculo de la danza se cierra con una chica pelirroja de sonrisa socarrona: el símbolo del Placer. Este círculo alegórico puede entenderse como un giro de la rueda de la Fortuna. Un azar fugaz y las circunstancias de la vida dan uno de los cuatro estados nombrados.
Otras figuras del cuadro son dos niños. Uno está sentado a la izquierda, jugando con burbujas de jabón. Esta es otra imagen simbólica que nos recuerda la fugacidad de la vida. A la derecha, el niño sigue el movimiento de un reloj de arena que sostiene en la mano. El anciano alado Chronos es la encarnación del propio Tiempo. Toca una música que baila una ronda. La estatua con dos caras es el dios Jano. El rostro joven mira hacia el futuro, la otra cabeza del anciano barbudo mira en la dirección opuesta, hacia el pasado.
El artista ha colocado un objeto mítico en el cielo: el carro de Apolo. Delante de ella vuela la diosa Aurora y esparce flores.
Poussin mostró en "Danza al son del tiempo" una alegoría de la vida humana. La obra maestra se encuentra ahora en la Wallace Collection de Londres.
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En primer plano, se observa un grupo de cuatro figuras humanas en pleno movimiento danzante. Tres mujeres y un hombre, ataviados con vestimentas fluidas que sugieren una época clásica o mitológica, forman un círculo dinámico. La mujer a la izquierda viste un manto azul intenso; la figura central, con túnica blanca y drapeado anaranjado, parece liderar el baile, su mirada dirigida hacia adelante. El hombre, en tonos terrosos, se une al ritmo, mientras que la cuarta mujer, también vestida de naranja, completa el círculo. Sus poses sugieren ligereza y gracia, aunque una tensión sutil es perceptible en sus expresiones.
Acompañando a las figuras principales, encontramos dos putti: uno, situado a la izquierda, parece observar con curiosidad; el otro, a la derecha, sostiene un cuenco y mira hacia el espectador. En el extremo derecho de la composición, una figura masculina mayor, con piel rojiza y tocado singular, toca un instrumento musical de cuerda, posiblemente una lira o cítara. Un ángel cercano le ofrece una copa, insinuando un contexto festivo o ritual.
El fondo presenta una arquitectura fragmentada: columnas clásicas en ruinas flanquean la escena, sugiriendo el paso del tiempo y la decadencia. Más allá, se vislumbra un paisaje ondulado con montañas distantes bajo un cielo nublado que contrasta con la luminosidad de las figuras danzantes.
En la parte superior de la pintura, una escena celestial domina la composición. Se aprecia una figura aurífera en un carro tirado por caballos alados, rodeada de otras figuras angelicales que arrojan flores o pétalos hacia el mundo terrenal. Esta representación evoca la idea del Olimpo o un reino divino observando y posiblemente influyendo en los acontecimientos terrestres.
La pintura parece explorar la relación entre lo mortal y lo eterno, entre el placer efímero de la danza y la trascendencia espiritual. La presencia de las ruinas clásicas sugiere una reflexión sobre la fugacidad de la vida y la inevitabilidad del cambio. El baile mismo podría interpretarse como una metáfora del ciclo vital: nacimiento, crecimiento, decadencia y renovación. La música, representada por el anciano tocador, actúa como un catalizador que une estos diferentes planos existenciales. La luz focalizada en las figuras danzantes enfatiza su importancia simbólica, mientras que la atmósfera general sugiere una mezcla de alegría, melancolía y contemplación.