Paul Cezanne – Selfportrait, ca 1879, 5x27 cm, Tate gallery
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En este óleo sobre lienzo se presenta la figura de un hombre de mediana edad, retratado a partir de la cintura. La composición es relativamente sencilla; el sujeto ocupa gran parte del espacio pictórico y su mirada confronta directamente al espectador. El fondo, difuso y oscuro, sugiere un interior, posiblemente un estudio o habitación con elementos decorativos que se vislumbran como formas geométricas abstractas en tonos verdosos y marrones.
El rostro del personaje es el foco principal de la obra. Se observa una calvicie incipiente, barba poblada y bigote denso, delineados con pinceladas vigorosas y texturizadas. La palidez general de la tez contrasta con los toques rojizos en las mejillas y labios, insinuando un cierto rubor o vitalidad subyacente. Los ojos, pequeños pero expresivos, transmiten una mezcla de introspección y determinación.
La vestimenta del hombre es sobria: un traje oscuro, probablemente de lana, con una camisa blanca que asoma por el cuello. La iluminación, aunque no uniforme, enfatiza las facciones del rostro y la textura de la barba, creando un juego de luces y sombras que acentúa su volumen y profundidad.
La pincelada es visible y fragmentada, característica de un estilo pictórico que se aleja de la representación mimética y busca capturar la esencia del sujeto a través de la modulación del color y la forma. La ausencia de detalles superfluos y la economía de recursos sugieren una intención de retratar no tanto la apariencia física como el estado anímico o psicológico del personaje.
Subtextos potenciales:
La intensidad de la mirada, combinada con la palidez y la barba descuidada, podría interpretarse como un reflejo de la introspección, la melancolía o incluso una cierta angustia existencial. La elección de un fondo oscuro y poco definido refuerza esta sensación de aislamiento y soledad.
La propia técnica pictórica, con su pincelada expresiva y fragmentada, podría aludir a la búsqueda de nuevas formas de representación que se apartan de las convenciones académicas. El formato alargado del lienzo, inusual para un retrato tradicional, sugiere una cierta experimentación formal y una voluntad de romper con los cánones establecidos.
En conjunto, el retrato transmite una imagen de fortaleza interior matizada por la vulnerabilidad y la introspección, invitando al espectador a reflexionar sobre la complejidad de la condición humana.