Natalya Gudkova:
Un vistazo rápido a las "fotos de la exposición" en el Edificio de Ingeniería Estatal Tretyakov Traductor traducir
Muchos diseños de obras maestras de bellas artes no resistirían hoy las críticas de la comunidad bagatera. «Distrae de la imagen», «excesivo desorden», «color desequilibrado», «estilística injustificada». Y realmente, ¿por qué una trama rusa se acompaña de un meandro griego? ¿Y los 25 blasones que rodean el acontecimiento en el lienzo son imágenes en sí mismas, y qué tipo de imágenes, y qué enfoque de la trama? La mirada no recorre en todas partes(!) sin obstáculos el camino que va del marco a la imagen. A menos que el espectador sea indiferente.
Sin embargo, lo que vemos es impresionante, y en algunos lugares incluso chocante. Se rompen los cánones, y en algunos lugares incluso cómo: un encuadre precioso es precioso en sí mismo – una obra maestra en sí misma. Qué añadir salvo el famoso «La teoría está seca, amigo mío, pero el árbol de la vida está exuberantemente verde». Y la creatividad triunfa una vez más.
Estos son tiempos pasados, pasados «para siempre… tiempos dorados, cuando… la gran Rusia estaba coronada de gloria…». A los que conviene atribuir cualquier disonancia inexplicable en la actualidad.
¿Y qué decir de las épocas más cercanas? Los audaces experimentos de la punta del siglo XX son tan audaces como se supone que debe ser un experimento. «Russian Beauty» del honorable maestro de la pintura rusa, que parece una glamurosa señorita de algo, y además con las cartas en la mano (y para nada al estilo de «Three, Seven, Ace») y a su alrededor - un marco en forma de persianas folclóricas, que parece una rueca – un instrumento que tanto alma dio a handmade’a. ¡Bueno no coinciden con las tarjetas, la placa de la viciosidad en la mirada con un marco en el estilo étnico ruso! Asociativamente, y visualmente es una ruptura, y el corazón se rompe por la mitad. (Así como no lo desgarra en absoluto la obra vecina de V.Nemukhin «Mesa de madera negra», donde todos los atributos son iguales al diseño. En estilo, color, pensamiento, esencia). Porque donde es sonido, es orgánico.
El refrán «El valor toma una ciudad» sigue vivo. Pero más cerca, quizá, aún Goethe: sí, amigo, tienes razón, la teoría está en algunos lugares más seca de lo que debería…
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