Génesis de lo técnico:
del oficio al sistema
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La comprensión filosófica de la tecnología no comenzó con la llegada de la máquina de vapor, sino desde el momento en que los humanos cuestionaron por primera vez los límites de su intervención en el orden natural. El pensamiento antiguo trazó una clara línea divisoria entre la physis (lo que surge espontáneamente) y la techné (lo que se crea mediante el arte o la artesanía). Aristóteles señaló que los objetos técnicos no tienen un principio inherente de movimiento o cambio; su causa reside en la voluntad externa del artesano.
La concepción griega antigua de la techné era más amplia que el término moderno «tecnología». Abarcaba el arte, la artesanía y la astucia. Prometeo, al robar el fuego, cometió un acto de rebelión tecnológica, rompiendo el monopolio de los dioses. Este acto estableció el arquetipo de la tecnología como herramienta de emancipación, acompañada de un castigo inevitable.
En la Edad Media, la actitud hacia los mecanismos cambió. Los relojes monásticos se convirtieron en el primer ejemplo de regulación de la vida mediante el ritmo de una máquina. El tiempo dejó de ser cíclico y natural; se convirtió en un recurso mensurable. Lewis Mumford calificó el reloj mecánico como el instrumento principal de la Revolución Industrial, incluso más significativo que la máquina de vapor. Los relojes sincronizaban las acciones de las personas, creando un prototipo de la futura cadena de montaje.
El Renacimiento trajo consigo la idea del dominio sobre la naturaleza. Francis Bacon proclamó que el conocimiento era poder y que el objetivo de la ciencia era expandir el control humano sobre el universo. La tecnología dejó de ser simplemente un conjunto de herramientas para la supervivencia. Se convirtió en un método para interrogar a la naturaleza, una forma de obligarla a revelar sus secretos.
Organoproyección: una herramienta como extensión del cuerpo
En el siglo XIX, el filósofo alemán Ernst Kapp propuso el concepto de organoproyección. En su obra "Características fundamentales de la filosofía de la tecnología", argumentó que todos los medios técnicos son extensiones de los órganos humanos. Un martillo es un puño reforzado. La ropa es cuero artificial. Un ferrocarril es un sistema circulatorio externo por el que circulan mercancías y personas. El telégrafo es un sistema nervioso externalizado.
Según Kapp, los humanos transfieren inconscientemente los principios del funcionamiento de su propio cuerpo a los mecanismos que crean. Una máquina de vapor respira, consume combustible y libera energía, igual que un ser vivo. La tecnología se convierte en un espejo en el que los humanos reconocen su propia fisiología, pero de forma ampliada y amplificada.
Esta teoría explicaba la naturaleza antropomórfica de las primeras máquinas. Sin embargo, con el desarrollo de la electricidad y la cibernética, la analogía directa con los órganos se volvió menos evidente. Es difícil relacionar las redes informáticas con un órgano específico, aunque a menudo se utiliza la metáfora del "cerebro". Los sistemas modernos imitan procesos cognitivos en lugar de la anatomía física.
La máquina y la alienación del trabajo
La Revolución Industrial transformó radicalmente la condición del trabajador. Karl Marx analizó este cambio en detalle. En la producción artesanal, el artesano controlaba el instrumento. El violín obedecía los movimientos del arco en las manos del músico. En la producción mecanizada, la situación se invirtió. El trabajador se convirtió en un apéndice de la máquina, al servicio de su ritmo y sus necesidades.
La máquina marca el ritmo. No conoce la fatiga. El trabajo se ha vuelto abstracto, carente de creatividad individual. Los humanos se han distanciado del producto de su trabajo. Un trabajador en una cadena de montaje no crea un objeto completo; realiza una operación monótona, cuyo significado solo es evidente a escala de toda la fábrica.
Marx veía la tecnología como un potencial liberador. Si la sociedad estuviera bien organizada, las máquinas asumirían el trabajo pesado, dejando a los humanos tiempo para la creatividad. Sin embargo, dentro del marco de la lógica capitalista, la tecnología a menudo se convirtió en una herramienta para aumentar la explotación y el control.
Heidegger y la esencia de la tecnología
En el siglo XX, Martin Heidegger ofreció uno de los análisis más profundos de la realidad técnica. En "La pregunta por la técnica", distinguió entre la técnica como medio y la esencia de la técnica. La esencia de la técnica, según Heidegger, no es en absoluto técnica. Es una forma especial de revelar el ser, a la que llamó Gestell (Gestell).
El postulado es una mentalidad que percibe el mundo como un Bestand (un recurso disponible). Para la tecnología moderna, un bosque no es un templo ni un ecosistema, sino metros cúbicos de madera. El río Rin no forma parte de un paisaje alabado por poetas, sino un proveedor de energía hidroeléctrica. Incluso los humanos, desde esta perspectiva, se transforman en un "recurso humano" que debe ser contabilizado y optimizado.
Heidegger advirtió del peligro de tal perspectiva. Cuando todo se convierte en un recurso, el misterio de la existencia desaparece. El mundo se vuelve plano, completamente calculable. El pensamiento técnico desplaza otras formas de relacionarse con la realidad: poética, religiosa, contemplativa. El peligro no reside en las máquinas, sino en que el pensamiento técnico se convierte en el único posible.
El antiguo molino no forzaba el río, sino que se adaptaba a su caudal. Una central hidroeléctrica, en cambio, represa el río, obligándolo a funcionar según sus órdenes. Esta es la diferencia fundamental entre la tecnología tradicional y la moderna. La tecnología moderna desafía a la naturaleza, exigiéndole energía y materiales.
Autonomía del entorno técnico
El sociólogo y filósofo francés Jacques Ellul desarrolló la idea de la autonomía de la tecnología. En su obra "Sociedad Tecnológica", argumentó que la tecnología ha escapado al control humano. Se desarrolla según su propia lógica interna, orientada a maximizar la eficiencia.
Ellul usó el término "tecnología" de forma amplia. Abarcaba no solo máquinas, sino también cualquier método de organización racional: burocracia, pedagogía, propaganda, deportes. Cualquier campo donde la espontaneidad se sustituye por un método probado se vuelve técnico.
El principio de eficiencia se convierte en un imperativo absoluto. Si algo puede hacerse con mayor eficiencia, se hará, sin importar las consecuencias éticas o sociales. El progreso tecnológico es irreversible. Es imposible abandonar una invención si ofrece una ventaja en fuerza o velocidad.
En el sistema de Ellul, una persona se encuentra en la posición de un mago que ha invocado espíritus que no puede controlar. El sistema requiere constante expansión y complejidad. Los problemas creados por la tecnología solo se resuelven con tecnología aún más compleja.
El hombre unidimensional y la racionalidad tecnológica
Herbert Marcuse, representante de la Escuela de Frankfurt, criticó la sociedad tecnocrática por crear la ilusión de libertad. En su libro "El hombre unidimensional", mostró cómo la tecnología integra la oposición y suprime el pensamiento crítico.
El consumo se convierte en una forma de control. El aparato tecnológico proporciona comodidad y abundancia a cambio de exigir una sumisión total a sus reglas. La humanidad se vuelve unidimensional, incapaz de imaginar una alternativa al orden existente. La racionalidad tecnológica reemplaza el debate político.
Las preguntas sobre los objetivos del desarrollo social están siendo sustituidas por preguntas sobre la eficacia de los medios. En lugar de "¿por qué hacemos esto?", la discusión se centra en "¿cómo podemos hacerlo más rápido?". La tecnología crea falsas necesidades, cuya satisfacción ata a los individuos al sistema de producción y consumo.
Megamáquina y poder
Lewis Mumford acuñó el término "megamáquina". Se trata de una estructura social en la que las personas funcionan como partes de un único mecanismo. Las primeras megamáquinas fueron los ejércitos y la fuerza laboral de los antiguos despotismos que construyeron las pirámides. El estado moderno, con su burocracia y su ejército, es el heredero de esas estructuras.
Mumford distinguió entre politécnicos y monotécnicos. Los politécnicos se basan en las necesidades humanas, la diversidad de habilidades y la armonía con la vida. Los monotécnicos buscan el poder, el gigantismo y la unificación. La bomba atómica y el cohete espacial son la cúspide de los monotécnicos. Requieren una concentración colosal de recursos y una rígida jerarquía de gestión.
La tecnología democrática es una bicicleta o un panel solar en un tejado. La tecnología autoritaria es una central nuclear, que requiere seguridad militarizada y control centralizado. La elección de la tecnología siempre implica la elección del sistema político.
Objetos técnicos como individuos
Gilbert Simondon ofreció una perspectiva diferente sobre las máquinas. Criticó la oposición entre cultura y tecnología. Para Simondon, un objeto técnico no es simplemente una herramienta, sino una entidad en proceso de concretización.
Las primeras máquinas eran abstractas. Sus componentes a menudo entraban en conflicto. En un motor de combustión interna, el sistema de refrigeración combate el calor generado por el sistema de combustión. A medida que la máquina evoluciona (se vuelve más concreta), se integra más. La carcasa del motor empieza a funcionar como radiador de refrigeración. Se combinan las funciones.
La máquina se acerca a la integridad orgánica. Simondon abogó por el "humanismo técnico". Los humanos no deben convertirse ni en amos ni en esclavos de las máquinas, sino en conductores de un conjunto técnico. Comprender la lógica interna de las máquinas es necesario para su integración en la cultura. La alienación surge del analfabetismo tecnológico y de la percepción de las máquinas como "cajas negras" ajenas.
Postfenomenología: técnica y percepción
Don Idee, fundador de la posfenomenología, exploró cómo las herramientas median nuestra experiencia del mundo. Identificó varios tipos de relaciones entre el ser humano, la tecnología y el mundo.
- Relaciones corpóreas. La tecnología se vuelve parte de nuestros cuerpos. Gafas en la nariz, el bastón de un ciego, un cepillo de dientes. No miramos las gafas, miramos a través de ellas. El instrumento se vuelve transparente.
- Relaciones hermenéuticas. Leemos información de un dispositivo. Un termómetro muestra la temperatura. No sentimos el calor a través de él; interpretamos las lecturas. La tecnología se convierte en un texto que exige ser leído.
- Relaciones de alteridad. La tecnología actúa como el "otro". El cajero automático con el que interactuamos, o el perro robot. Tratamos el dispositivo como un cuasi-sujeto.
- Relaciones de fondo. La tecnología crea el entorno. El aire acondicionado, la iluminación, el ruido de la ciudad. No nos damos cuenta de ello hasta que se rompen, pero configuran el contexto de nuestra existencia.
Aidi demostró que la tecnología no es neutral. Transforma la percepción. El telescopio no solo acerca la Luna; cambia nuestra comprensión de los cuerpos celestes, transformándolos de entidades divinas en objetos geográficos.
Dromología: La lógica de la velocidad
Paul Virilio se centró en la velocidad como factor primordial de la historia moderna. Su disciplina es la dromología (el estudio de la carrera). Virilio argumentó que la esencia de la guerra y la política modernas es la aceleración.
El más rápido gana. Pero la velocidad tiene un límite: la velocidad de la luz. La transferencia instantánea de información destruye el espacio. La geografía pierde su significado. Los acontecimientos ocurren en todas partes simultáneamente. Esto crea un estado de pánico global y la necesidad de una respuesta inmediata.
Cada tecnología inventa su propia catástrofe específica. La invención del barco es la invención del naufragio. La invención del tren es la invención del descarrilamiento. La invención de la electricidad es la invención del apagón. Las redes globales crean la posibilidad de un fallo sistémico global. Virilio lo llamó un "accidente integral". Cuanto más potente es la tecnología, mayor es la catástrofe potencial.
Epifilogénesis y memoria
Bernard Stiegler desarrolló la idea de que la tecnología es memoria externalizada. Utilizó el término «epifilogénesis»: evolución mediante herramientas externas, no mediante modificaciones genéticas. Los humanos somos criaturas carentes de esencia, obligados a reinventarnos constantemente mediante prótesis (herramientas, lenguaje, escritura).
La tecnología es "retención terciaria" (memoria). Preserva la experiencia de generaciones. Una biblioteca, un disco fonográfico, un archivo digital: todas estas son formas de tiempo preservado. Pero transferir la memoria a las máquinas es peligroso. Perdemos habilidades al confiar en sus dispositivos. Una calculadora nos deshabitúa del cálculo mental. Un navegador GPS atrofia nuestro sentido de la orientación. Stiegler llamó a esto la "proletarización" del conocimiento.
La naturaleza política de los artefactos
En su famoso artículo, Langdon Winner planteó la pregunta: "¿Tienen los artefactos un significado político?". Citó el ejemplo de los puentes bajos construidos por Robert Moses en la ciudad de Nueva York. Estos puentes fueron diseñados para impedir el paso de autobuses por debajo, aislando así a los pobres y a las minorías raciales que dependían del transporte público de las playas de Long Island.
El hormigón y el acero se convirtieron en instrumentos de segregación. Esta solución técnica consolidó la discriminación social durante décadas. Este ejemplo demuestra cómo ingenieros y diseñadores incorporan los valores y prejuicios de su época en sus creaciones. Los objetos técnicos son una ideología estancada.
Los algoritmos de los motores de búsqueda y las redes neuronales tampoco son neutrales. Se entrenan con conjuntos de datos que contienen sesgos históricos. Un sistema automatizado de calificación crediticia puede discriminar a las personas según su código postal, reproduciendo la desigualdad social bajo la apariencia de matemáticas objetivas.
Redes híbridas y teoría actor-red
Bruno Latour y los seguidores de la teoría del actor-red (TAR) propusieron abandonar la distinción entre «sujetos» (personas) y «objetos» (cosas). En su ontología, los actores (o actantes) operan. Un cierrapuertas es un actor que funciona como portero. Un badén es un actor que obliga a los conductores a reducir la velocidad con mayor eficacia que una señal de tráfico.
La sociedad no se compone solo de personas. Se mantiene unida por cosas. Sin muros, computadoras, teléfonos ni documentos, los vínculos sociales se desintegrarían. El Parlamento no es solo una reunión de personas; es un conjunto de micrófonos, protocolos y la arquitectura de la cámara. Las cosas son poderes delegados y participan activamente en el mantenimiento del orden social.
Latour aboga por una exploración del "parlamento de las cosas". Debemos considerar los intereses y las acciones de los agentes no humanos al analizar los procesos políticos y ambientales. La capa de ozono, los virus y los microchips son participantes de pleno derecho de la historia.
Virtualidad y simulacro
Jean Baudrillard describió el estado posmoderno como un reino de simulacros. Un simulacro es una copia sin original. Un mapa precede al territorio. En la era digital, la realidad es reemplazada por signos de realidad.
Según Baudrillard, la Guerra del Golfo "no ocurrió" porque, para la mayoría de los espectadores, fue simplemente una colección de imágenes de televisión y gráficos de computadora. Los medios crean una hiperrealidad más convincente y rica que la vida cotidiana.
Disneylandia existe para ocultar el hecho de que toda América se ha convertido en Disneylandia. El entorno artificial se está volviendo total. Las tecnologías digitales amplifican este efecto, creando mundos en los que las leyes de la física se suspenden y la identidad se vuelve fluida.
Ontología de la información
Con la llegada de la era digital, la información pasó a considerarse una categoría fundamental de la existencia, junto con la materia y la energía. Norbert Wiener, el padre de la cibernética, afirmó: «La información es información, no materia ni energía».
El concepto de John Wheeler de "it from bit" ha surgido en la física. El universo puede verse como una gigantesca computadora cuántica que procesa información. Esto transforma la comprensión humana. Los humanos se convierten en patrones de información.
Si la personalidad es información, entonces transferir la consciencia a otro medio es teóricamente posible. Esta idea subyace al transhumanismo. El cuerpo se percibe como un hardware obsoleto (wetware) que requiere actualizaciones o reemplazo.
El transhumanismo y la ética de la mejora
La filosofía tecnológica actual inevitablemente se enfrenta a cuestiones de biotecnología. La tecnología está penetrando el cuerpo. Marcapasos, implantes cocleares e interfaces neuronales están difuminando la línea entre lo nacido y lo creado.
Los transhumanistas ven esto como una oportunidad para superar las limitaciones biológicas: el envejecimiento, las enfermedades y las limitaciones cognitivas. Críticos (como Francis Fukuyama) advierten de una amenaza para la "naturaleza humana". Si empezamos a editar nuestros genomas e implantarnos chips, ¿seguiremos siendo humanos?
Surge el problema de la desigualdad. Si la inteligencia o la fuerza física mejoradas se convirtieran en un bien remunerado, la humanidad podría dividirse en castas biológicas. Los "ricos" se convertirían literalmente en una especie diferente, más avanzada.
Gobierno algorítmico
En el mundo moderno, el poder se ejerce mediante algoritmos para recopilar y analizar datos. Michel Foucault habló de biopolítica: la gestión de poblaciones. Hoy en día, presenciamos la gubernamentalidad algorítmica.
Cada acción en línea deja un rastro digital. El big data permite predecir el comportamiento humano con gran precisión. La publicidad dirigida, los servicios de recomendación y los sistemas de calificación social guían con precisión las decisiones individuales.
El poder se vuelve invisible. No prohíbe, sino que propone. Manipula el contexto de la elección. Shoshana Zuboff lo llama "capitalismo de vigilancia". La experiencia humana se convierte en materia prima para la extracción de excedente conductual.
Ecología de la tecnología
La expansión tecnológica ha provocado una crisis ecológica. El concepto del Antropoceno postula que la actividad humana se ha convertido en una fuerza geológica que transforma la faz del planeta. La tecnosfera ha entrado en conflicto con la biosfera.
Los filósofos buscan maneras de reconciliarse. El ecomodernismo propone el uso de tecnologías cada vez más avanzadas para resolver los problemas ambientales (energía nuclear, geoingeniería). La ecología profunda aboga por limitar la intervención tecnológica y regresar a formas de vida más modestas.
Surge la idea de la biomímesis: la creación de tecnologías que imitan los procesos naturales. Ciclos de producción cerrados, tecnologías de cero residuos, materiales autocurativos. La tecnología no debe conquistar la naturaleza, sino integrarse en su metabolismo.
La tecnología como arte de existencia
El difunto Michel Foucault recurrió a la idea de las «técnicas del yo». Estas son prácticas mediante las cuales el individuo transforma su mundo interior. En la antigüedad, la filosofía era una forma de vida, un conjunto de ejercicios espirituales.
La tecnología moderna puede ser tanto un obstáculo como una ayuda en esta labor. Un teléfono inteligente puede ser una distracción o una herramienta de autocontrol y aprendizaje. La cuestión no es renunciar a los dispositivos, sino desarrollar una mentalidad en torno a su uso.
Peter Sloterdijk considera a los humanos como seres que constantemente crean "esferas" para sí mismos: sistemas inmunitarios que los protegen del caos del mundo exterior. Un hogar, una ciudad, una burbuja de información: todos son cascarones técnicos. La tarea de la filosofía es comprender cómo funcionan estos cascarones y cómo hacerlos habitables.
El estatus moral de la inteligencia artificial
El desarrollo de agentes autónomos plantea nuevas cuestiones éticas. ¿Quién es responsable de las acciones de un coche autónomo? ¿El programador, el propietario o el propio algoritmo?
Si la IA adquiere autoconciencia, ¿tendrá derechos? ¿Puede sufrir una máquina? Estas preguntas ya no son ciencia ficción. La filosofía de la conciencia está entrelazada con la ética de la ingeniería.
Nick Bostrom analiza el problema del "control". ¿Cómo podemos garantizar que la IA superinteligente actúe en beneficio de la humanidad? Un error al establecer objetivos podría tener consecuencias catastróficas. Una máquina programada para "curar el cáncer" podría decidir eliminar a todos los portadores de cáncer: los humanos.
Tecnoanimismo y nuevas ontologías
Ante la omnipresencia de los objetos "inteligentes", las ideas animistas están resurgiendo. El mundo vuelve a estar lleno de entidades activas. El refrigerador pide comida, el coche elige una ruta, la casa regula el clima. Vivimos rodeados de objetos sociables.
La tradición japonesa, arraigada en el sintoísmo, acepta con mayor facilidad la idea de la sensibilidad de las cosas. Los perros robot Aibo reciben un funeral budista. La tradición occidental, acostumbrada a la dicotomía sujeto-objeto, tiene dificultades para integrar la capacidad de acción de las cosas.
La filosofía de la ontología orientada a objetos (Graham Harman) afirma que los objetos existen independientemente de la percepción humana. La interacción entre una taza y una mesa es tan real como la interacción entre una persona y una taza. Esta teoría descentraliza a los humanos, situándolos en una democracia de objetos.
La fragilidad de los sistemas complejos
Cuanto más complejo es un sistema técnico, más vulnerable es. El efecto mariposa en las redes globales puede provocar interrupciones en cascada. La dependencia de la electricidad y las comunicaciones hace que la civilización sea extremadamente vulnerable a las erupciones solares o los ciberataques.
Joseph Tainter, al estudiar el colapso de las sociedades complejas, observó que una mayor complejidad tiene rendimientos decrecientes. Mantener la infraestructura consume cada vez más energía hasta que el sistema se vuelve económicamente inviable. La simplificación tecnológica puede convertirse en una estrategia de supervivencia necesaria.
Los movimientos de baja tecnología y bricolaje son una reacción a la naturaleza cerrada y la imposibilidad de reparar los productos industriales. El derecho a reparar se está convirtiendo en una reivindicación política. El retorno a tecnologías comprensibles y reparables se considera una forma de recuperar el control sobre el mundo material.
Visualizando lo invisible
La tecnología nos permite ver lo invisible a simple vista. El microscopio reveló el mundo de las bacterias; el telescopio, las galaxias. La tomografía hace transparente el cuerpo humano.
Sin embargo, estas herramientas no se limitan a mostrar la realidad; construyen imágenes de ella. Una resonancia magnética no es una fotografía, sino el resultado de un complejo procesamiento matemático de señales. Confiamos en que las máquinas visualicen la verdad.
La objetividad científica actual es "objetividad mecánica". Los datos se consideran fiables si se minimiza el factor humano en su adquisición. Sin embargo, la interpretación de estos datos sigue siendo prerrogativa humana.
Estética de la máquina
Los futuristas de principios del siglo XX (Marinetti y otros) ensalzaron la belleza del coche de carreras, considerándolo superior al Niké de Samotracia . La estética del objeto técnico evolucionó desde la ornamentación (hierro fundido con monogramas) hasta el funcionalismo estricto (Bauhaus) y el minimalismo moderno del constructivismo .
Hoy en día, el diseño de interfaces es una disciplina filosófica diferenciada. ¿Cómo simplificar lo complejo? ¿Cómo organizar intuitivamente la interacción hombre-máquina? La belleza del código y la elegancia de la ingeniería se están convirtiendo en los nuevos referentes de la belleza.
El ciberpunk, como género artístico, explora la estética de la decadencia, la fusión de la alta tecnología y la miseria. Es una sombría advertencia sobre un posible futuro donde la tecnología no resuelve los problemas sociales, sino que los agrava.
Tiempo y temporalidad en la era digital
Las tecnologías digitales están cambiando nuestra percepción del tiempo. Vivimos en un entorno de "tiempo real" que exige presencia constante. La distinción entre trabajo y ocio está desapareciendo. Los teléfonos inteligentes nos permiten estar disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Douglas Rushkoff habla del «shock del presente», un estado en el que todo sucede «ahora». La historia y el futuro se reducen a un único presente infinito. El flujo de noticias es infinito y carece de narrativa, solo un flujo de eventos discretos.
Esto provoca la fragmentación de la atención. La capacidad de mantener la concentración necesaria para leer libros (texto lineal) se reduce. El pensamiento se basa en fragmentos, en hipertexto. Saltamos de un enlace a otro, rozando la superficie de la información.
La tecnología y lo sagrado
El teólogo y filósofo alemán Paul Tillich señaló que la tecnología desacraliza el mundo, pero al mismo tiempo adquiere características casi religiosas. Fe en el Progreso es una religión secular. La anticipación de la Singularidad (el momento en que la IA supera a los humanos) se asemeja a las expectativas escatológicas de la llegada del Mesías.
Una tecnoreligión singular está surgiendo en Silicon Valley, prometiendo inmortalidad (mediante la transferencia de información mental) y el cielo (realidad virtual). Los milagros tecnológicos están reemplazando a los bíblicos.
Por otro lado, la tecnología está reintroduciendo el pensamiento mágico. Para la persona promedio, el funcionamiento de un teléfono inteligente es tan incomprensible como la magia. Arthur C. Clarke formuló la siguiente ley: «Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia». Realizamos acciones rituales (deslizamientos, clics) esperando un resultado cuyo mecanismo desconocemos.
Interacción humano-robot (HRI)
El campo de la interacción humano-robot estudia los aspectos sociales de la interacción con las máquinas. El efecto «Valle Inquietante», descubierto por Masahiro Mori, sugiere que un robot demasiado humano, pero no del todo humano, evoca asco y miedo. Este es un mecanismo de defensa psicológico.
Los robots cuidadores y acompañantes están diseñados para abordar la soledad en las personas mayores. Pero ¿puede una máquina reemplazar la calidez humana? Sherry Turkle, en su libro "Lonely Together", argumenta que exigimos más de la tecnología y menos de los demás. La falsa empatía se está convirtiendo en un sustituto de las relaciones genuinas.
La programación ética de robots se enfrenta a dilemas. ¿Debería un robot cuidador obedecer las órdenes de un paciente con demencia si estas son perjudiciales para su salud? La autonomía de la máquina entra en conflicto con la autonomía humana.
El pensamiento ingenieril como visión del mundo
Un enfoque ingenieril del mundo asume que cualquier problema puede resolverse descomponiéndolo en subproblemas y seleccionando las herramientas adecuadas. Esto se denomina "tecnosolucionismo" (término acuñado por Evgeny Morozov).
La pobreza, la delincuencia y la falta de educación se consideran "errores" del sistema que pueden solucionarse con aplicaciones o algoritmos. Sin embargo, los problemas sociales suelen tener su raíz en valores y conflictos de intereses que no tienen solución técnica.
El peligro del solucionismo reside en su desconocimiento de la complejidad y ambigüedad de la vida humana. El afán de "optimizar" la sociedad puede conducir a la destrucción de las libertades políticas y la diversidad de la vida.
Filosofía de reparación y mantenimiento
En contraste con la cultura de la innovación y la "destrucción creativa", los investigadores (Stephen Jackson, Lee Vinsell) proponen centrarse en el "mantenimiento": mantenimiento, reparación y cuidado. Gran parte del trabajo en la tecnosfera no consiste en crear algo nuevo, sino en mantener lo antiguo.
La infraestructura es invisible mientras funciona. El trabajo de los reparadores, limpiadores y administradores de sistemas consiste en contener la entropía. La ética del cuidado desplaza el énfasis del inventor heroico al humilde custodio.
Cuidar las cosas prolonga su vida útil y reduce su impacto en el planeta. Reparar es un acto de resistencia a la cultura del descarte. Requiere conocimiento y respeto por lo material.
Realidad híbrida y espacio urbano
Las ciudades inteligentes están saturadas de sensores. La ciudad se convierte en una interfaz. El alumbrado público reacciona al movimiento, los contenedores de basura indican cuándo están llenos. El espacio físico se fusiona con una capa de datos digitales.
Adam Greenfield advierte que los escenarios corporativos de ciudades inteligentes a menudo ignoran las necesidades reales de los residentes. Las ciudades se están convirtiendo en campos de pruebas para las tecnologías. El derecho al anonimato en los espacios urbanos está desapareciendo.
Los medios locativos (Pokémon GO, mapas, Foursquare) están reescribiendo la psicogeografía de la ciudad. Nos orientamos no por puntos de referencia físicos, sino por puntos en una pantalla. El espacio está siendo "colonizado" por marcadores digitales.
Tecnologías de cierre
Existen tecnologías que no amplían, sino que limitan el abanico de posibilidades. La DRM (gestión de derechos digitales) restringe el uso de contenido adquirido legalmente. Las impresoras se niegan a imprimir con cartuchos no originales.
Estos son ejemplos de "diseño hostil". Un dispositivo actúa en contra de su propietario en beneficio del fabricante. Al comprar un smartphone, no obtenemos control total sobre él (acceso root). Somos simplemente usuarios, licenciatarios, pero no verdaderos propietarios.
La lucha por el código abierto y el hardware abierto es una lucha por la soberanía técnica. El software libre (Richard Stallman) es un movimiento ético que afirma que el código que controla nuestras vidas debe ser transparente y accesible a los cambios.
Inconsciente técnico
Nigel Thrift acuñó el término "inconsciente tecnológico". Este se refiere al trabajo subyacente de algoritmos e infraestructuras que estructura nuestro comportamiento incluso antes de que nos demos cuenta. Puertas automáticas, torniquetes, semáforos y formularios de entrada de datos en sitios web crean corredores de posibles acciones.
Rara vez pensamos en por qué una interfaz se ve así. Pero el botón "Comprar" es más brillante y grande que el botón "Cancelar". La arquitectura de la elección (teoría del nudge) nos impulsa a tomar ciertas decisiones. La tecnología opera a un nivel prerreflexivo, generando hábitos y automatismos.
Futuro posthumano
Los escenarios futuros abarcan desde la inmortalidad cibernética hasta la completa sustitución de los humanos por las máquinas. El posthumanismo propone repensar a los humanos no como la cúspide de la creación, sino como un elemento más de una red de agentes vivos y no vivos.
Rosi Braidotti habla de lo "posthumano" como una oportunidad para trascender el antropocentrismo y el eurocentrismo. Es una oportunidad para construir nuevas relaciones con la tecnología y la naturaleza, basadas en la simbiosis, no en la dominación.
Las tecnologías son pharmakon (en el sentido griego: medicina y veneno a la vez). Conlleva riesgos y oportunidades. La reflexión filosófica es necesaria para distinguir entre ambas mientras aún sea posible elegir. Estamos condenados a ser seres tecnológicos, pero la forma de esta existencia depende de nuestra comprensión de la esencia de las fuerzas que hemos despertado.
La filosofía de la tecnología ha dejado de ser una disciplina limitada. Se ha convertido en la ontología de la modernidad.
La pregunta "¿qué es un ser humano?" está hoy inextricablemente ligada a la pregunta "¿qué es una máquina?".
La tecnología es un espejo en el que la humanidad intenta discernir su propio rostro, pero solo ve interminables filas de reflejos que se desvanecen en el abismo digital.
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