At the Bogoroditsky oak Karl Pavlovich Bryullov (1799-1852)
Karl Pavlovich Bryullov – At the Bogoroditsky oak
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Pintor: Karl Pavlovich Bryullov
Ubicación: The State Tretyakov Gallery, Moscow (Государственная Третьяковская галерея).
LUCES DE ALEGRÍA. ENFRIAMIENTO. UN NIÑO. Es el sentimiento de cada personaje del cuadro, que viene a pasar bajo el arco del roble, y el sentimiento de la persona que mira el cuadro. La obra de Briullov que aquí se presenta es una de las obras maestras de la pintura de paisaje. Pintada con colores vivos y alegres, se puede sentir la llanura iluminada por el sol a través de la cual los peregrinos se dirigen al lugar de culto y cumplimiento de sus deseos. Y la transición del espacio iluminado por el sol a la sombra benigna es vívidamente visible y al mismo tiempo esquiva.
Descripción del cuadro de Karl Bryullov En los robles de Bogoroditsky
LUCES DE ALEGRÍA. ENFRIAMIENTO. UN NIÑO.
Es el sentimiento de cada personaje del cuadro, que viene a pasar bajo el arco del roble, y el sentimiento de la persona que mira el cuadro. La obra de Briullov que aquí se presenta es una de las obras maestras de la pintura de paisaje. Pintada con colores vivos y alegres, se puede sentir la llanura iluminada por el sol a través de la cual los peregrinos se dirigen al lugar de culto y cumplimiento de sus deseos.
Y la transición del espacio iluminado por el sol a la sombra benigna es vívidamente visible y al mismo tiempo esquiva. El juego de colores también da la sensación de frescura de las piedras que pavimentan el suelo frente al roble. Se puede sentir el frescor que flota en el aire, bajo la sombra de la extendida y frondosa copa del gigante de roble.
Todo el árbol tiene algo de fantástico por su imagen, el poderoso tronco del árbol se curva y dobla de forma elegante e impresionante, la copa parece una seta mágica, bajo cuyo sombrero uno puede resguardarse del sol y la lluvia. Todo el entorno que rodea a este roble irradia energía de cumplimiento de los deseos. La gente acude en un flujo interminable a este lugar de poder para celebrar un ritual especial a la sombra del árbol, sin que les afecte ni el sol abrasador ni el largo viaje.
Se muestran las cifras de cansancio de los viajeros. Al mismo tiempo, los peregrinos, ya a la sombra del árbol, están llenos de vivacidad y energía. El anciano sentado en una de las raíces del árbol llama especialmente la atención. Su figura es misteriosa y mística, que da la impresión de un alma del árbol, que observa a cada viajero y toma la decisión final sobre el cumplimiento de su deseo, basándose en la pureza de sus pensamientos.
No en vano el anciano está sentado en la raíz del roble, y todo su aspecto sugiere una atención reflexiva. Parece estar aquí y ahora, pero al mismo tiempo inclina la cabeza y parece muy distanciado de la situación, como una persona que está totalmente inmersa en la contemplación interior.
El artista ha duplicado la belleza de cuento de hadas de la copa del árbol y la ha realzado con una sombrilla de uno de los viajeros. Este detalle refuerza la atención sobre la hipnotizante copa del árbol, que concede los deseos más íntimos de los visitantes. La belleza del árbol es hipnotizante y muy natural: crea el efecto de una presencia plena.
El cuadro es un vivo ejemplo de la habilidad de Bryullov como consumado pintor de paisajes. La luz en la copa del árbol juega y centellea, es como si vieras el resplandor del sol en movimiento cuando miras el cuadro durante mucho tiempo.
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En el lienzo se observa un imponente roble que domina la composición. Su tronco, grueso y retorcido por el tiempo, sugiere una longevidad considerable y actúa como punto focal de la escena. En su cavidad, a cierta altura, se ha dispuesto una pequeña estructura que alberga lo que parece ser un nicho o altar improvisado con objetos religiosos –una imagen sagrada, posiblemente un icono–.
Alrededor del árbol se desarrolla una interacción humana. A la izquierda, un grupo de personas, vestidas con ropas coloridas y características de una época pretérita, se acerca montando a caballo y caminando. La presencia de niños sugiere un ambiente familiar o festivo. Uno de los hombres porta un parasol amarillo, elemento que contrasta con la paleta terrosa predominante en el resto del cuadro.
A la derecha, sentado al pie del roble, se encuentra una figura monástica, ataviada con hábito y tocado. Su postura contemplativa y su mirada dirigida hacia la estructura en el árbol sugieren un acto de devoción o veneración. Una mujer joven, vestida con un traje llamativo, extiende sus manos hacia el nicho, posiblemente realizando una ofrenda o plegaria.
La pavimentación irregular del camino que conduce al roble indica un lugar apartado y quizás de peregrinación. El paisaje circundante, difuminado en tonos verdes y marrones, contribuye a crear una atmósfera serena y mística.
Subtextos potenciales: La pintura podría representar la veneración popular de un árbol sagrado, asociado con creencias religiosas o tradiciones ancestrales. El roble, símbolo de fuerza, resistencia y conexión con la naturaleza, se convierte en el receptáculo de la fe y la devoción del pueblo. La presencia del monje sugiere una legitimación religiosa de estas prácticas, mientras que la participación de personas de diferentes edades indica su arraigo en la comunidad. La escena evoca un sentido de recogimiento espiritual y la búsqueda de lo trascendente en contacto con la naturaleza. El contraste entre el colorido de las vestimentas y la sobriedad del entorno podría aludir a la dualidad entre lo terrenal y lo divino, o entre la tradición popular y la autoridad religiosa institucionalizada.