Edgar Degas – Degas Edgar Absinthe
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En esta obra, el autor presenta una escena íntima que transcurre en lo que parece ser un café o salón de tertulia. Dos figuras ocupan el primer plano: una mujer y un hombre, sentados a mesas separadas pero cercanos entre sí. La mujer, vestida con atuendo elegante –un sombrero adornado y un vestido claro– exhibe una expresión ausente, la mirada perdida en un punto indefinido. Su postura es rígida, casi estática, y su mano izquierda descansa sobre la mesa de forma inerte. Frente a ella se observa un vaso vacío y otro parcialmente lleno de un líquido translúcido que podría ser agua o vino blanco.
El hombre, por su parte, tiene una apariencia más desaliñada; su rostro es sombrío y su mirada fija en el espectador, aunque sin establecer contacto directo. Fuma una pipa y sostiene un vaso con un contenido oscuro, presumiblemente absenta, dada la tonalidad verdosa del líquido. Su vestimenta, menos cuidada que la de la mujer, sugiere una clase social diferente o al menos una actitud más bohemia.
La composición es notable por su asimetría y el uso de diagonales pronunciadas, especialmente en las mesas y los respaldos de las sillas, lo cual genera una sensación de inestabilidad y desequilibrio. El fondo es difuso e indeterminado, con manchas de color que sugieren otros comensales o elementos del local, pero sin detalles concretos que permitan situar la escena con precisión.
La paleta cromática se caracteriza por tonos apagados y terrosos, predominando el ocre, el marrón y el gris. La luz es tenue y artificial, creando sombras marcadas que acentúan la atmósfera melancólica y opresiva de la escena.
Subtextualmente, la pintura parece explorar temas como la soledad, el aislamiento y la alienación en la vida moderna. La distancia física entre los dos personajes, a pesar de su proximidad, sugiere una falta de comunicación o conexión emocional. El consumo de alcohol –especialmente el absenta, conocido por sus efectos alucinógenos– podría interpretarse como un intento de escapar de la realidad o de mitigar sentimientos de angustia y desesperación. La expresión apática de la mujer y la mirada sombría del hombre refuerzan esta idea de una existencia vacía y desprovista de sentido. La obra, en su conjunto, invita a reflexionar sobre las condiciones sociales y psicológicas que caracterizan la vida urbana del siglo XIX, con sus contradicciones y tensiones inherentes.