Hermitage ~ part 08 – Morales, Luis de. Madonna and Child with spinning wheel in the form of a cross
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En el lienzo se observa una representación íntima de la Virgen María y el Niño Jesús. La composición es vertical, centrada en las figuras materno-filiales que ocupan casi todo el espacio pictórico. El fondo es oscuro, lo que intensifica la atención sobre los personajes principales y crea un ambiente de recogimiento.
María aparece sentada, con una expresión serena pero melancólica; su mirada está baja, dirigida hacia el espectador sin establecer contacto directo, sugiriendo una profunda reflexión o aceptación del destino. Viste ropas sencillas en tonos terrosos y azul verdoso, que aunque no ostentosos, denotan cierta dignidad. Su mano izquierda sostiene firmemente al Niño, mientras que la derecha parece ofrecerlo sutilmente.
El Niño Jesús es el foco de atención por su vitalidad y su gesto particular: sostiene una pequeña cruz de madera en su mano derecha, apuntando hacia arriba con ella. Su cuerpo desnudo resalta su inocencia y vulnerabilidad, contrastando con el símbolo del sacrificio que empuña. La mirada del niño es directa y consciente, lo que añade un elemento inquietante a la escena.
Un detalle significativo es la forma de la herramienta que se vislumbra bajo las manos de María; su estructura recuerda a una cruz, aunque no sea explícitamente identificable como tal en primera instancia. Este elemento introduce una sutil premonición del futuro sufrimiento y muerte de Cristo.
La luz incide suavemente sobre los rostros y cuerpos de ambos personajes, modelando sus formas y creando un efecto de volumen. Sin embargo, la iluminación no es uniforme; las sombras son pronunciadas, lo que acentúa el dramatismo de la escena.
Subtextos: La pintura evoca temas centrales del cristianismo como la maternidad divina, el sacrificio redentor y la predestinación. La cruz en manos del Niño anticipa su Pasión y Muerte, mientras que la expresión melancólica de María sugiere una conciencia premonitoria de este destino. El ambiente íntimo y recogido invita a la contemplación y a la reflexión sobre el misterio de la Encarnación y la salvación. La aparente sencillez de la escena contrasta con la profundidad teológica implícita en cada detalle, sugiriendo que la redención se gesta en lo cotidiano y en la aceptación del sufrimiento.